CAPITULO 20

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𑁍Flora𑁍

Samyr se acercó a la cama y se arrodilló en el suelo, con su espalda derecha, sus piernas dobladas y las manos en sus rodillas. Mantuvo su cabeza hacia abajo, demostrando sumisión. Su posición hincada frente a mi hizo notorio el estremecimiento de su cuerpo y fue gracias a su docilidad que no me sentí amenazada por tener un alfa tan cerca. Mi cuerpo se debilitó y me acomodé mejor en la cama en busca de una posición cómoda. La encontré hasta que Auriel se posicionó detrás mío y su pecho sirvió como el apoyo de mi espalda. Él comenzó a abrir la bata que cubría mi cuerpo. Vi sus manos moverse despacio y me tragué el impulso de apurar el acto. Mi mente me alertó que no traía nada debajo de esa prenda de baño. Era irrelevante cuando el fuego abrazador de mi piel creaba esos toques de corrientes ardientes que me despojaron de la vergüenza.

—¿La fiebre está volviendo? —Auriel acercó su boca a la hondura entre mi cuello y hombro, me expuse para permitirle más acceso—. Mmm, si, está más caliente.

—Auriel... me... me quiero acercar... ¿Si puedo?

—¿Te lavaste bien las manos? —preguntó Auriel—. No dejaré que te acerques a ella con las manos sucias.

—S-si... Si, mi corazón, lo hice.

—¿Y la boca? Tampoco te dejaré besarme si no te cepillaste los dientes.

—Prometo que si lo hice... con todo mi ser te prometo que si...

—Muy bien. A partir de ahora decidirá ella.

La voz de Samyr sonaba diferente. La conocía más entusiasta y estruendosa; pero la que escuché recién fue ahogada, ronca y un poco más profunda de lo normal, lo cual llamó grandemente mi atención.

Voltee a verlo y en consecuencia advertí mi cuerpo completamente expuesto ante él, servido sin escrúpulos como manjar ante una pobre alma hambrienta. Samyr seguía temblando y sus nudillos apretaban sus rodillas con una fuerza que los palidecía. Era evidente que se estaba conteniendo con toda su voluntad.

Debí haberme sentido tímida en ese momento, tal vez incluso deshonrada, pero al ver a ese hombre tan dócil en un lugar tan perfecto solo me calentó más la sangre y me tentó a abrir las piernas para exhibir ante él un lugar inexplorado en mi cuerpo. No cedí ante el último pensamiento lujurioso y mantuve mis piernas juntas como la última declaración de mi decencia. Auriel subió con una cadena de besos hasta el pabellón de mi oreja que me arrancó la atención en mi entorno y me devolvió a la inevitable sensación de excitación.

—Tenga misericordia de mi pobre alfa —susurró en mi oído y el escalofrío que me provocó fue tan fuerte que quise dejar mi rostro, pero su mano me alcanzó la otra mejilla, manteniéndome en mi lugar—. Aún sigue esperando que le dé una orden.

—¿Una orden?

—Así es —Auriel volteó hacia abajo, apoyando su mejilla en la mía y me hizo ver hacia el mismo lugar. Hacia donde Samyr nos veía con la mandíbula apretada y un semblante de retraimiento.

—Por favor... —suplicó el alfa desde el suelo.

—Samyr es el que mejor se comporta de los tres. ¿No es así, cariño? —preguntó Auriel y Samyr asintió de inmediato—. Tan bueno. Siempre me hace caso, pero lo que más me gusta es que una vez le doy luz verde se descontrola. No deje que la engañe con la inocencia que le conoce o se la comerá enterita. A veces le gusta morder y esos colmillos que tiene dejan marcas. ¿Sabe porque lo invite a pasar?

—Por... ¿Porque me va a ayudar?

—Así es. Le prometí que se vendría con solo dedos y quién mejor para ayudarle que mi hombre juguetón. Vera, Flora, a él le gusta más que nada encontrar estímulos con sus manos, los busca con mucho entusiasmo porque le prende manosear durante el sexo. Por eso es tan bueno moviendo los dedos. Y vamos a usar eso hoy para descubrir por primera vez ese lugar que la haga sentirse bien para que no lo pueda olvidar. ¿Entiende?

AMBROSÍA ENTRE BOCAS [ OMEGAVERSE POLIAMOR ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora