Samuel un hombre que salió de la nada, "huérfano" ayudado desde joven por el padre de la mujer de la cuál está enamorado.un matrimonio que Alia no acepta, simplemente por escuchar los rumores del "mujeriego" Joven Anderson...¿Podrá Samuel enamorar a...
Los días habían pasado y Alía se encontraba alistando todo para volver a la ciudad. Estaba feliz. Estos días en el campo le habían servido de mucha ayuda para estar relajada. Aunque se había sentido muy cansada por las horas extras que había tenido que grabar, nada le quitaba la felicidad de hacer lo que amaba.
Por otro lado, internet entró en caos. Una de las actrices que recientemente había confesado su amor a Samuel había regresado al país. Esta actriz también formaba parte del elenco en el que estaba actuando Alía. Su nombre era Tamy Fiad.
Era una morena alta y hermosa, con unos impresionantes ojos negros y cabello castaño. Los fanáticos siempre habían alabado el amor que Tamy le tenía a Samuel, pues ella no perdía la oportunidad para declararse. Siempre había dicho cuánto le gustaba Samuel. Pero solo eran mentiras. Los años ya estaban haciendo efecto en ella y, para pronto tener 29 años, nunca había ganado el premio a mejor actriz.
Era una mujer muy arrogante. No le importaba llegar tarde a las grabaciones y tratar mal al staff. Todo era una máscara que mostraba en las cámaras y sus fans se lo creían, hasta que un vídeo la comprometió. Ella se fue del país diciendo que la estaban calumniando, pues decía que estaban celosas de ella. Pero al enterarse del matrimonio de Alía y Samuel, volvió. Quería a Samuel para ella y haría lo que fuera para conseguirlo, así sea hacer desaparecer a Alía. Ella se quedaría con el amor de Samuel.
—Listo muchachos, estamos listos para irnos a la ciudad. Por favor, lleguen con bien. Nos vemos en el set en tres días. Tengan un buen descanso—, fue lo que dijo el director para luego subir a la van donde partiría; Así mismo, los actores uno por uno se fueron. La única que quedó fue Alía con su agente y el cuerpo de seguridad. Quería darle algo a las personas del pueblo que contribuyeron a que la serie se realizara.
—Alía, eres tan bonita. Pareces una princesa—, dijo una pequeña niña de 5 años que se hizo muy cercana a ella.
Alía se agachó, le tocó su carita y le dio una sonrisa.
—¿Qué te parece si me llevas con tu mamá y las personas del pueblo? Me gustaría despedirme de todos — dijo Alía.
La niña asintió con una sonrisa, la tomó de la mano y la llevó donde estaban todos reunidos, aunque no esperaban ver a Alía.
Todos se levantaron y la saludaron efusivamente.
Sinceramente quería agradecerles y despedirme de ustedes.
—Gracias por el cariño y el hermoso trato que nos brindaron — dijo Alía después de agradecer. Se sentó con ellos un rato, habló por media hora y se tomó muchas fotos antes de partir, pues extrañaba mucho a su esposo y la señal no era tan buena.
Quería ver a Samuel, abrazarlo y darle muchos besos. Sin más, envió un mensaje y partió a casa.
~Esposo ❤️
Cariño, voy en camino a casa. ¡Te extraño!
Esperaba que cuando hubiera señal y llegara su esposo, se pusiera contento.
Samuel estaba viendo los frutos de su trampa caer. Se sentía eufórico, ya sabía quién era el desgraciado que estaba haciendo todo eso. Estaba en ese momento en la oficina con Anthony, su suegro, y Tomás, su mejor amigo y abogado de la compañía. Estaban tomando un trago de licor mientras hablaban del trato que tenían.
—Samuel se me olvidó preguntarte. ¿Cómo le está yendo a Alía en casa? — preguntó Anthony.
Samuel sonrió.
—Si te soy sincero, tenía un poco de miedo de que Alía no me aceptara, pero por los consejos que recibí antes de la boda, le estoy haciendo entender que la amo, que nadie la va a amar como yo lo hago — dijo Samuel, muy sincero.
No logró responder cuando sintió su teléfono sonar con el sonido que le había puesto a Alía. Los dos hombres pudieron ver la sonrisa de enamorado que puso Samuel. Lo miraron y tragaron vinagre. Anthony extrañando a su esposa y Tomás extrañando a cierta mujer que lo estaba volviendo loco.
Samuel se disculpó de los dos caballeros y salió de su oficina. Aunque faltaban dos horas para qué Alía llegara, tomando en cuenta el tiempo en que el mensaje llegó, podía dudar que faltaba poco.
Enseguida llamo a su conductor para que estuviera en el parqueadero. Quería ir a casa y preparar una rica sorpresa para su mujer.
Cuando llegó a casa, fue al invernadero, cortó con mucho cuidado varios tipos de rosas y flores. Quería decorar desde la puerta hasta el cuarto, quería que su esposa se sintiera bien recibida en su hogar. Después de un tiempo, unos cuantos cortes en sus dedos y en sus manos, fue al baño y llenó la tina con ricas sales y un baño de burbujas.
No pasó mucho tiempo cuando escuchó la voz de su esposa con el ama de llaves. Samuel estaba tan nervioso, era la primera vez que hacía algo como eso. Esperó en la puerta cuando la vio entrar, se veía incluso más hermosa.
Alía entró a la habitación y estaba toda lágrimas. Nunca hubiera esperado esto de Samuel, simplemente pensó que lo vería en la noche cuando él llegara del trabajo. Pero dándose cuenta, se sentía plena y feliz. Dándose prisa, corrió y abrazó con fuerza a Samuel. Los dos se habían extrañado mucho, el abrazo se convirtió en un beso que los hizo desearse más.
—Espera cariño, las sorpresas aún no se acaban—, Samuel la separó muy lentamente de su cuerpo y aunque quería hacerla suya en ese momento, quería consentir a Alía. La fue desvistiendo y dándole besos por todo su cuerpo, cosa que Alía sintiera más deseo por él. Su cuerpo respondía al toque que hacía Samuel. Después de eso, la tomó de la mano y la guio al baño. Cuando Alía lo vio, soltó un jadeo, no esperaba esto. Poco a poco, Samuel la llevó a la tina, ella se recostó y se relajó. Samuel siguió dando unos cuantos besos en su cuello y procedió después a masajearla.
Quería a su esposa relajada y muy dispuesta para esta noche. Llenó su mano con esencias relajantes y después se dispuso a masajear a Alía. Después de un tiempo, lavó su cabello con ese champú que amaba. Alía se sentía más que relajada y las sensaciones que tenía la hacían tener sueño. Poco a poco, se entregó a los brazos de Morfeo, sin saber que una bestia la estaba amoldando para después comérsela entera.
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