Capítulo 34

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Samuel y Alía se encontraban degustando la deliciosa comida que había preparado Mía y la nana de Samuel, para Alía en ese momento era como estar en el cielo, la comida que preparaban era la gloria, y aún más que no podría ir a grabar hasta que sean los premios. El director estaba en deuda con ella y le había dado unos días libres para que se pudiera recuperar.

—Come más despacio corazón, o van a pensar que te mató de hambre— Alía solo puro mirar mal a su esposo, pues como él no era muy amante a los postres, por eso era que lo decía, lo miro desafiante mientras le sacaba la lengua.

—¡Ja claro! Muy maduro de tu parte, Alía— dijo en un tono burlón, a lo que Alía solo pudo abrir la boca para luego voltear los ojos y dejarlo estar.

Samuel en ese momento recibió un mensaje de su suegro, dándole le detalles de como se encontraba David en ese momento. Se levantó del comedor, se acercó a su esposa, le dio un beso en los labios qué lo dejo con un poco de crema para lamerla y salir de la casa, Alía no tenía que entender para saber la respuesta de adonde iba su marido. Pues sabía que de no haber sido por el entrenamiento de su padre, no estaría ahora en casa. Y aunque se le informó que ya tenían la ubicación antes de que ella enviara el mensaje, solo se hubiera comportado como una chica débil y llorosa, gracias a su padre por hacerme un poco fuerte, aunque se sentía atemorizada de haber sufrido un poco más y sentía unas inmensas ganas de llorar, simplemente se sentía relajada.

Para cuando Samuel llego al búnker lo escolto Mauricio sin decir ni una palabra, pues el aura qué tenía ese joven en este momento era como si fuera a matar a un batallón, ahora entendía por qué su amigo y ex colega había dicho que ese joven allí dentro iba a desear estar muerto.

Samuel entró a la habitación y lo que encontró lo hizo sonreír como un psicópata, ver a David lleno de Sangre y moretones, era muy poco para lo que una escoria como él se merecía.

—Yerno, je, je, je por fin llegas, aquí está el regalito qué nos preparó nuestro querido General Mauricio— Su suegro sonrió complacido porque aunque Mauricio había dicho que no lo matara ya lo había preparado de ante manos solo por haberse metido con la pequeña Alía.

— ¡Por favor no me hagan nada! —Gritaba David. —Le juro que no la toque, yo nunca quise hacerle daño ni hacer esto por favor… — las súplicas de ese tipo eran música para los oídos de los que allí se encontraban presentes.

“¿Dime David, qué querías lograr secuestrando a mi esposa?”, la forma tan calmada de hablar de Samuel los sorprendió a todos menos a Anthony, pues él sabía como era el temperamento de ese chico desde que era apenas un crío —¿Que era lo que querías en realidad? Ja, ja, ja te prometo que si le dices la verdad seré un poco indulgente contigo.

Todos vieron cuando David se hizo pis en sus pantalones, simplemente temblaba de miedo, hasta el mismo se hacía esa pregunta, pues era muy joven, era apuesto, solo tenía que darse por vencido y tener una buena esposa y una familia.

Solamente olvidándose de Alía y Verla como una colega, pero sus pensamientos se vieron revueltos por la aparición de esa estúpida mujer, Esa mujer que quería tener a Samuel Anderson para ella.

—Yo te juro que solo la iba a tener unos días y después dejarla ir— tenía al menos que salvar un poco de su vida. —fue ella, esta mujer me dijo que te conocía de muchos años, qué eran pareja y que Alía te arrebato de ella— las palabras de David dejaron a todos con muchas preguntas y aún más a Samuel, pues según recordaba, nunca había conocido ni tenido a nadie.

“¿De qué estupidez estás hablando?” La pregunta de samuel lo descolocó un poco, no sabía de qué mujer estaba hablando esta escoria.

—¿Samuel, que es lo que pasa? —Anthony vio a su yerno, pues que él sepa samuel no tiene familia y tampoco ningún conocido.

Samuel lo quedo viendo y alzó su hombro, pues tampoco sabia de que era de lo que estaba hablando ese loco.

— Era una mujer joven, de baja estatura, tiene unos ojos verdes, ella dijo que tú le habías hecho una promesa de sacarla del orfanato —

Cuando David termino de decir eso, Samuel tuvo un flashback de hace algunos años, conoció a una niña que estaba perdida y él lo único que hizo fue llevarla a un orfanato, pues no sabía a donde más llevarla, pero está muy seguro que nunca hizo ninguna promesa a nadie.

¨ Será mejor que me digas todo, porque te juro que no tengo más paciencia en este momento.

—Solo sé lo que te estoy contando, esa mujer está loca y obsesionada contigo, después se puso a gritar como loca, dijo que haría pagar a Alía, lo que hice fue para protegerla, te juro que no quería hacerle daño, la dejaría ir después de un tiempo que tuviera la oportunidad de contarte todo.

—Tenía que idear un buen plan, esa mujer tiene gente muy peligrosa y me di cuenta de que me estaban siguiendo y también había mandado a seguir a Alía.

Tenía que hacer todo un plan donde ella pensara que yo estaba loco por quitarte a Alía, solo no quería que le hiciera daño, es la mujer que amo, pero ya me resigne a que te ama y no puedo hacer nada contra ello.

— todo lo que dijo David era la verdad, pues no tenía por qué decir más mentiras y solo contar todo para de esa forma salvar su vida, pues este hombre ya lo habían torturado mucho en el poco tiempo que llevaba aquí.

Todos vieron al hombre llorar y Samuel también se puso a creer mucho en los días que pasaron, hasta el mismo se había dado cuenta de que el día que fue a buscar a su esposa, había un hombre que parecía ser un indigente de la calle, pero que se le hacía muy sospechoso.

Y simplemente no le dio mucha importancia en ese momento.

Soltó un suspiro qué también tranquilizó a David, Samuel no era una persona irrazonable, y aunque el hombre actuó por cuenta propia y no decir nada en su momento, era por eso que lo tenían aquí, y todo por hacer que su esposa sufriera daños y hematomas en su cuerpo por el accidente qué tuvo. Samuel se sobó la sien, pues no terminaba qué salir de un problema cuando ya tenía otro en su espalda.

Nuestro Amor: Perfect Combinación ©️✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora