Sombra del Poder

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El castillo de Lucían Darksoul resonaba con la furia que ardía en su interior

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El castillo de Lucían Darksoul resonaba con la furia que ardía en su interior. Las llamas de las antorchas parpadeaban inquietas mientras Lucían, con ojos llenos de ira, irrumpía en sus dominios.

Sus pasos resonaban en los pasillos, acompañados por el crujir de muebles y el estallido de cristales que caían víctimas de su descontrolado arrebato.

Lucían, con el pelo alborotado y ojos inyectados en sangre, rugía en un frenesí de rabia. Los brujos a su alrededor, temerosos de su señor, retrocedían ante la tormenta que se desataba en su castillo.

Su mano se cerró en un puño, y la energía oscura que lo rodeaba parecía danzar al ritmo de su furia desenfrenada.

—¡Maldición! ¡Incompetentes! ¿Cómo pudieron fallar en un ataque tan crucial? —La ira y rabia se desbordaban en cada palabra que salía de los labios de Lucían, su voz reverberaba por los pasillos oscuros del castillo.

con la voz temblorosa pero firme, trató de explicar:

—Mi señor, fuimos emboscados. No esperábamos que Alexander tuviera refuerzos tan pronto...

—¡No quiero excusas! —rugió Lucían, cortando al brujo con un gesto airado de su mano. La energía oscura chisporroteó alrededor de sus dedos. —Alexander y su ridículo ejército han humillado mi nombre.

¡Esto no quedará impune! —Sin previo aviso, Lucían lanzó una mesa contra la pared, haciendo que se rompiera en astillas.

Los estantes con pergaminos y libros, repletos de conocimientos arcanos y prohibidos, se tambalearon, algunos cayendo al suelo con un estruendo sordo.

Las sombras en las esquinas del salón parecían moverse con vida propia, susurrando secretos antiguos y oscuros, reflejando la agitación de su señor.

Se acercó uno de los brujos, tembloroso, intentando calmar la tormenta. —Mi señor, debemos replantear nuestra estrategia. Tal vez, con una alianza más...

Lucían interrumpió al brujo con una mirada feroz y un gesto violento. —¡Alianza! —susurró entre dientes, y le lanzó una mirada aterradora. —¡Alianza! ¡Nunca! No necesito la fuerza y poder de otros para conseguir lo que deseo.

Mi poder es suficiente, y esos necios en Nocturnia pagarán por cada humillación que me han infligido.

Lucían, descontrolado y fuera de sí, avanzó por el salón principal de su castillo, pateando objetos a su paso. Las llamas en las antorchas parecían bailar con mayor intensidad, como si el propio castillo respondiera a la ira de su señor.

Sus pensamientos oscuros se entrelazaban con recuerdos de traiciones y batallas pasadas, cada uno avivando la furia en su corazón.

—¡Mis brujos, mis aliados, son unos inútiles! —vociferó Lucían, sus ojos centelleando con una malicia siniestra. —Pero tengo algo que Alexander no tiene. Algo que los hará temblar ante mi verdadero poder.

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