El Asedio de las Sombras

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Bajo el manto plateado de la luna llena, Nocturnia se sumía en una calma tensa

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Bajo el manto plateado de la luna llena, Nocturnia se sumía en una calma tensa. Las sombras danzaban entre las altas torres, mientras Alexander lideraba a sus hombres lobo y vampiros en una caza nocturna.

En los bosques sombríos, Gabriel entrena a sus guerreros los hombres lobo, y vampiros aliados, preparándolos para la inevitable lucha que se avecinaba.

Mientras tanto, en las profundidades de Umbranoctis, Lucían DarkSoul, con sus ojos centelleantes tan rojos como el fuego perpetuo, cabello oscuro como la noche y destellos color rojo que caen en ondas suaves por sus hombros y espalda, brillan como el color de la lava, una mezcla de sensualidad.

Peligrosa y su ambición insaciable, planeaba lainvasión de Nocturnia.  

Los brujos bajo su mando conjuraban hechizos oscuros, y las llamas danzaban en anticipación a la guerra, eufóricos por lo que se avecinaba

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Los brujos bajo su mando conjuraban hechizos oscuros, y las llamas danzaban en anticipación a la guerra, eufóricos por lo que se avecinaba. La noche se convertía en un campo de batalla silencioso, con los dos reinos chocando en una danza mortal inminente.

El plan de Lucían era audaz y calculado. Había estudiado meticulosamente los movimientos de Alexander y Gabriel, observando cada estrategia y cada defensa.

Su objetivo era claro, sumir a Nocturnia en la oscuridad total y reclamar el control absoluto, además de obtener el control de su rival. Pero la noche no estaba dispuesta a ceder sin luchar.

La fortaleza de Alexander se alzaba imponente, sus altas torres alcanzando las estrellas. Los hombres lobo, con sus ojos brillando en la oscuridad, los vampiros con su sigilo y poderes listos, se preparaban para la batalla. En la fortaleza, Alexander, envuelto en sombras, sostenía una reunión estratégica con Gabriel y los líderes de los clanes vampíricos.

Lucían, desde las profundidades de Umbranoctis, observaba con ojos astutos. Su primer intento de invasión comenzaría en las horas más oscuras de la noche, cuando la luna estaba en su apogeo.

Las llamas que los brujos conjuraban creaban un aura de inquietante resplandor, anunciando la llegada de la gran tormenta.

El Luminis Nocturne, el felino negro imponente que acompañaba a Alexander, acechaba en las sombras. Su pelaje oscuro, casi negro, brillaba con destellos que recordaban a las estrellas en un cielo nocturno.

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