El Rugido de la Noche

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El castillo de Alexander Nocturne recibió a su líder con una mezcla de solemnidad y anticipación

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El castillo de Alexander Nocturne recibió a su líder con una mezcla de solemnidad y anticipación. Las antorchas parpadeaban en la entrada, creando sombras que danzaban en las paredes de piedra.

Los caballos relinchaban, sintiendo la tensión en el aire. Los guardias se alinearon, saludando a su líder con respeto.

Alexander descendió de su caballo con gracia, pero su expresión reflejaba la fatiga de la batalla reciente. Su armadura estaba manchada de sangre, y su capa. desgarrada, ondeaba ligeramente con el viento.

Gabriel Nightshade, leal y valiente, siguió a su primo mientras entraban al castillo. Ambos caminaron en silencio por los pasillos iluminados por antorchas, antes de llegar al gran salón.

La magnificencia del lugar se perdía en la atmósfera tensa que los envolvía. Los techos altos y las paredes adornadas con tapices victorianos antiguos y retratos de antepasados observaban, silenciosos testigos de la historia de Nocturnia. El murmullo de las conversaciones cesó cuando Alexander y Gabriel hicieron su entrada.

—Alexander, esa batalla fue feroz. Pero defendimos Nocturnia una vez más —dijo Gabriel, rompiendo el silencio, su voz cargada de orgullo y preocupación.

Alexander asintió, pero su mirada revelaba una fatiga que iba más allá de lo físico. Sus ojos, normalmente llenos de resolución, estaban apagados, y sus hombros, caídos.

—Lucían no se rendirá. Cada derrota solo aumenta su furia —respondió, su voz apenas un susurro.

Se dirigieron al centro del gran salón, donde el trono gótico de Alexander se alzaba imponente. Al llegar, Alexander se dejó caer en él, su expresión reflejando un cansancio profundo. Los guardias y sirvientes presentes intercambiaron miradas preocupadas.

—Debemos fortalecer nuestras defensas. Más patrullas, más entrenamiento para nuestros guerreros. —continuó Alexander, su voz firme a pesar del agotamiento.

Gabriel asintió, consciente de la gravedad de la situación.

—No es suficiente, Gabriel. Lucían tiene aliados poderosos. Brujos capaces de desatar magias que no comprendemos del todo.

Gabriel se mordió el labio, su mente trabajando rápidamente.

—¿Entonces qué propones, primo? ¿Alianzas con otros reinos?

—No por ahora... —se produjo un corto silencio donde Alexander tomo una gran respiración. La llegada de Thalion ha sido de gran ayuda primo, estoy seguro que podremos fortalecer las barreras de protección donde están más debilitadas, además necesitamos depender de nuestra fuerza interna.

Nuestros guerreros deben ser capaces de manejar mejor sus poderes. Debemos reforzar la conexión con las sombras y la luna.

En ese momento, la puerta del salón se abrió y entró Aric, el consejero más sabio y anciano del reino, con su bastón adornado con gemas. Su andar era lento, pero su mente, aguda como siempre.

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