LA PERVERSA ILUSIÓN DE LUCÍAN

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En la habitación del castillo de Nocturnia, Alexander yacía en la cama, su cuerpo inerte mientras la batalla dentro de su mente alcanzaba su punto más crítico

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En la habitación del castillo de Nocturnia, Alexander yacía en la cama, su cuerpo inerte mientras la batalla dentro de su mente alcanzaba su punto más crítico. A su lado, Alawix permanecía firme, intentando aliviar el tormento del rey.

Thalion, desde el pie de la cama, observaba detenidamente el comportamiento de Alexander, mientras Gabriel, su primo y general del ejército, vigilaba con creciente preocupación el estado del monarca.

Alawix concentró sus poderes, buscando estabilizar la conexión entre la mente y el cuerpo de Alexander. Sin embargo, las heridas infligidas por el demonio en su mente comenzaban a manifestarse físicamente. Alexander tosió violentamente, escupiendo sangre, mientras heridas aparecían en su piel como si las garras del demonio estuvieran rasgando su carne desde adentro.

Thalion se sentó en el suelo en postura de meditación, cerrando los ojos. Comenzó a concentrarse para canalizar energía a través de Alawix. Una luz verde emergió de su cuerpo, pasando a través de Alawix y transformándose en una bruma azul que envolvía a Alexander.

La fuerza combinada de ambos hechiceros era tan poderosa que la habitación entera del castillo vibraba con su energía. Sin embargo, el poder dentro de Alexander era más fuerte que ellos dos.

Gabriel observaba con angustia, impotente ante el sufrimiento de su primo. Sus ojos reflejaban miedo e incertidumbre, sabiendo que solo Alexander podía detener al demonio que lo poseía.

La habitación estaba llena de tensión. Mientras la lucha interna de Alexander continuaba, la tensión en la habitación del castillo de Nocturnia era palpable. Alawix, Thalion y Gabriel intercambiaban miradas cargadas de preocupación, conscientes de la gravedad de la situación.

—Necesitamos hacer algo más —dijo Alawix, con voz grave. —El control del demonio sobre Alexander es demasiado fuerte. Si no logramos romperlo pronto, temo que...

Gabriel asintió sombríamente, su mente trabajando a toda velocidad en busca de una solución. Sabía que el tiempo era crucial, que cada momento que pasaban era un momento en el que el demonio ganaba terreno sobre Alexander.

—No podemos rendirnos —dijo Gabriel con firmeza. —Debemos encontrar una manera de ayudar a Alexander a liberarse del control del demonio. Serafina lo necesita, y Nocturnia lo necesita. Debemos luchar hasta el final.

Thalion asintió y cerró los ojos nuevamente, intensificando su conexión con Alawix. Ambos unieron sus manos, formando un círculo de poder.

Una ola de energía combinada emergió de ellos, envolviendo a Alexander con una fuerza aún mayor. La bruma azul se transformó en un resplandor dorado, irradiando una luz pura y poderosa.

Dentro de la mente de Alexander, la batalla seguía feroz. Cada golpe del demonio se traducía en una nueva herida en su cuerpo físico, pero Alexander se negaba a ceder. Con cada respiración entrecortada, con cada gota de sangre derramada, su determinación se fortalecía.

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