LIBERACIÓN, LUCHA. SUPERACIÓN.

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Mensaje a Alexander

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Mensaje a Alexander

La habitación estaba sumida en el caos. Alexander acababa de salir de una lucha desgarradora con la bestia en su interior, su cuerpo temblando y cubierto de sudor.

Alawix y Thalion, ambos hechiceros poderosos, permanecían en guardia a su lado, sus ojos brillando con la luz de antiguos hechizos. El gran Gabriel, un guerrero formidable, se mantenía cerca, su espada reluciendo con una magia antigua y protectora.

De repente, una presencia oscura se manifestó en la habitación. Era como si el aire mismo se hubiera vuelto pesado, impregnado de una maldad palpable.

Alawix y Thalion intercambiaron miradas, sus rostros tensos, mientras intentaban percibir la fuente de esta oscuridad. Gabriel levantó su espada, los músculos de sus brazos tensos y listos para cualquier ataque.

El brujo se presentó ante la cama de Alexander, su figura sombría emergiendo como una sombra maldita. Aunque solo Alexander podía verlo claramente, los demás sintieron su presencia.

Una barrera invisible, una energía oscura que emanaba del brujo, impedía que Alawix, Thalion y Gabriel se acercaran más a Alexander.

—Alexander, mi señor Lucían. —dijo el brujo con una voz grave y cargada de un malicioso deleite, —tengo un mensaje urgente de mi señor Lucían DarkSoul.

La voz del brujo resonaba en la habitación como un eco oscuro y perturbador, llenando el espacio con una presencia opresiva. Alexander fijó su mirada en el brujo, detectando la malicia en sus ojos y la satisfacción retorcida en su expresión.

La habitación parecía encogerse, y cada respiración de Alexander se volvía más pesada, más cargada de una mezcla de furia y temor. Sabía que este no era un mensajero común, sino una extensión de la crueldad de Lucían, una sombra de su retorcida voluntad.

—¿Quién eres tú y qué haces aquí? —gritó Alexander, su voz vibrando con ira contenida. —¿Qué hizo Lucían para romper las barreras mágicas?.

El brujo sonrió, una mezcla de placer y sadismo deformando su rostro mientras saboreaba el tormento que infligía con cada palabra. Su sonrisa era una cicatriz oscura en la penumbra, una promesa de más sufrimiento y desesperación.

Los ojos de Alexander se entrecerraron, su mandíbula se tensó, y sus puños se apretaron con una fuerza que le blanqueaba los nudillos. Cada segundo de silencio parecía un tormento, una tortura lenta que erosionaba su resistencia.

—Lucían es más poderoso de lo que crees, Alexander. —respondió el brujo con voz gélida. —Ha roto las barreras mágicas con su oscuro poder y me ha enviado a darte un mensaje muy claro.

Alawix y Thalion intentaron acercarse a Alexander, sus manos brillando con energía mágica, pero la barrera oscura los mantenía a raya. Gabriel gruñó con frustración, su espada golpeando inútilmente contra la energía invisible que protegía al brujo.

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