LUCHA ESPIRITUAL

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La sala del trono de Lucían se erguía majestuosa, una estructura imponente y gótica que emanaba poder y oscuridad

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La sala del trono de Lucían se erguía majestuosa, una estructura imponente y gótica que emanaba poder y oscuridad. Los altos muros estaban construidos con piedra negra, esculpida en formas grotescas y amenazantes, mientras ríos de lava fluían lentamente por canales tallados a lo largo del suelo, iluminando el ambiente con un resplandor anaranjado y siniestro.

En el centro de la sala, el trono de Lucían se alzaba como un monumento a su dominio, tallado en ónix y adornado con gemas rojas que destellaban con un brillo siniestro. Las llamas que brotaban de las grietas en el suelo y las paredes arrojaban sombras danzantes sobre el trono, creando una atmósfera de constante movimiento y amenaza.

La luz brillante y deslumbrante que envolvió a Emily parecía un contraste casi divino en medio de la oscuridad opresiva del salón. Su resplandor celestial hacía que las antiguas piedras del castillo parecieran cobrar vida, vibrando bajo el destello etéreo de su poder. Los brujos retrocedieron horrorizados, sintiendo la magnitud de la fuerza que se desataba ante ellos.

Alawix y Thalion, quienes también atravesaron el portal después de que Alexander lo hiciera, se miraron entre sí sorprendidos y temían que se estaba por desatar algo que, en siglos de sus existencias, no se había visto.

Con un movimiento majestuoso, Emily extendió las manos hacia Lucían, paralizado por la sorpresa y el miedo. Sus ojos, rojos y llenos de terror, encontraron los ojos blancos de Emily solo un momento antes de que un estallido de energía lo levantara en el aire y lo lanzara con fuerza contra una de las macizas paredes, haciendo temblar los cimientos del castillo con el impacto.

El poder de Lucían eran insuficiente contra los de Emily, por más que intentaba ejercer su poder de control mental todo era rechazado, uno a uno.

Mientras Lucían yacía en el suelo, aturdido por el golpe, sus labios dejaban escapar un hilo de sangre. Emily, con una energía ancestral agitándose en su interior, que salía hacia fuera su cabello blanco ondeaba a su alrededor dejando al descubierto sus ojos blancos, casi sin vida, pero dejaban ver un poder más allá del visto por ese mundo, levantó las manos hacia el cielo.

Sus dedos se iluminaron con una luz dorada, invocando el poder latente dentro de ella, el legado de su familia que se manifestaba en un resplandor inigualable.

Un destello de luz brillante emanó de sus manos, envolviéndola en una aureola resplandeciente. La energía fluía a través de ella, inundándola con una fuerza que nunca antes había sentido.

Con determinación en sus ojos, Emily dirigió su mirada hacia Lucían y los brujos, desafiándolos con su valentía recién descubierta. Sus manos emitían un resplandor dorado mientras canalizaba el poder del antiguo linaje de su familia.

Lucían y los brujos retrocedieron ante la intensidad de su aura, sorprendidos por la manifestación repentina de su poder. La magia oscura que los rodeaba se disipó lentamente, mientras el brillo dorado de Emily llenaba la sala con su luz sanadora.

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