Noche de Revelaciones

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Gabriel llegó corriendo a donde se encontraba Alexander, se sorprendió al ver que traía a una chica en sus brazos

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Gabriel llegó corriendo a donde se encontraba Alexander, se sorprendió al ver que traía a una chica en sus brazos. —¿Qué sucedió, Alexander?. —preguntó, vislumbrando la aparente inconsciencia de la joven.

Alexander, con frialdad en sus ojos, respondió —Lucían intentó aprovecharse de la situación, Gabriel. Esta joven, de alguna manera, está conectada con él y conmigo.

—¿Cómo lograron atravesar nuestras barreras de protección?

—No lo sé, Gabriel. Tú debes encargarte de eso para que no vuelva a suceder —suspira con desagrado. —Esto es una provocación que no dejaré pasar.

—Te entiendo, Alexander. Me haré cargo iré a ver qué sucedió.

—Hazlo —le habló fríamente, como siempre le respondía.

Alexander se volvió neblina, desapareciendo en la oscuridad de la noche, apareciendo en el pasillo de su castillo. Le pasó a Emily a un sirviente para que la recueste en esa habitación, ya que como era hombre, no quería pasar a llevar la intimidad de esa chica.

Se quedó pensando en la situación, cuando se le acerca Gabriel.

—Necesitas que te vean ese brazo, Alexander.

—Por ahora, eso es lo último que me preocupa Gabriel. ¿Cómo es posible que Lucían logró atravesar nuestras fronteras sin obstáculo alguno?, es un hecho que tenemos un espía dentro de nuestras líneas y tiene el poder suficiente para atravesar nuestras defensas, debemos encontrarlo.

—Arreglaré eso— Alexander comenzó a caminar con Gabriel a su lado, se dirigió hacia la habitación donde Alexander había llevado a Emily. Mientras caminaban, la curiosidad de Gabriel se fue incrementando.

—Alexander, sé que no sueles traer a extraños al castillo sin razón. ¿Quién es realmente esa chica? —preguntó Gabriel con un tono de sospecha.

Alexander, manteniendo la mirada fija en el frente, respondió con calma.

—No lo sé con certeza, Gabriel. Solo sé que Lucían quería algo de ella, y algo en ella me resulta familiar, aunque no puedo explicarlo.

Al llegar a la habitación, Gabriel observó a esa chica, quien yacía en la cama, pálida y quieta.

—¿Qué planeas hacer con ella? No podemos confiar en desconocidos, especialmente en este momento crítico, con Lucían al acecho.

Alexander suspiró, mostrando una mezcla de firmeza y confusión.

—Mantenerla segura. No quiero que Lucían vuelva a encontrarse con ella de nuevo. Algo en ella despierta en mí una conexión que no entiendo. Será mejor que te la lleves de aquí. ¡Llévatela!

Gabriel asintió, consciente de la seriedad de la situación, cuidadosamente recogió a Emily en sus brazos, notando la herida en el brazo de Alexander.

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