Los años y los siglos avanzaron, las leyendas fueron modificándose a lo largo del tiempo hasta quedar enterradas en el olvido, aquel recuerdo del último lobo blanco pasó al olvido. Los humanos evolucionaron a tal punto de poco a poco perder sus facciones lobunas, de ellos solo quedaba la conciencia de que había alfas y omegas en el mundo, y solo era un mito que se pudieran transformar en grandes lobos.
En el gran castillo del reino del norte, se daban cita la nobleza y la realeza de diferentes reinos, el lugar estaba llenó de lujo, el sonido de la suave música resonaba en todo el salón, hoy se celebraba la coronación del nuevo rey de las tierras del norte, en medio de todo el bullicio dos almas que se habían encontrado en el pasado, estaban a punto de reunirse una vez más.
Izuku Midoriya el principe de las tierras del sur, era un principe de ocho años, que caminaba pegado al pie de su padre, sus ojos de un bello verde esmeralda veían todo con asombro, él jamás había salido del castillo donde había crecido, había demasiada gente que le daba miedo separarse de sus padres y perderse en medio de la multitud.
Katsuki Bakugo, principe de las llamadas tierras de fuego ubicadas más allá del reino del sur, bajaba con elegancia del carruaje, a pesar de su corta edad fue criado para liderar, para imponerse, y el hecho de estar presenciando la coronación de otro rey no era de su agrado.
Al cruzar las puertas del castillo, sintió un leve escalofrió recorrer su cuerpo, algo se removió dentro de él sin entender que pasaba, era como si algo quisiera despertar, su corazón latia con fuerza.
—¿Katsuki? — Llamó su padre
Pero, el joven principe lo ignoro, comenzó a buscar por todo el lugar, algo lo impulsaba a observar a su alrededor, hasta que sus ojos se clavaron en una figura que destacaba en medio de la multitud, era un niño pequeño, mas joven que él, con un hermoso cabello verde como el bosque y unos ojos verdes que brillaban de una manera cautivadora a los ojos del principe del reino de fuego, su corazón latió con fuerza, en un instante todo a su alrededor se volvió lejano, no sabia de donde ni por qué, pero su corazón le decía que ya lo había visto antes, tal vez en sus sueños o... en una vida pasada.
Izuku se perdió en esa mirada carmesí, y sintió como su pecho se apretaba, como un suave abrazo cálido y abrumador que recorrió cada parte de su cuerpo, en ese momento algo dentro de él despertó, un suave susurro del pasado. Era un niño, pero no entendía que pasaba.
Ambos quedaron estáticos, en silencio, no sabían cómo, pero sentían que ellos ya se conocían, que ya habían estado juntos.
En sus almas, resonaban los ecos de una vida pasada.
A la mente de Katsuki, llegó la imagen de un hibrido, un alga orgulloso, futuro líder de una poderosa manada de lobos, desde su infancia había soñado con un hermoso omega de ojos esmeraldas, tan brillante y delicado como la luna, ese omega, a pesar de su vida lleno de pesares, siempre fue suyo, su destinado.
Izuku, por su parte, también había soñado con un alfa fuerte y decidido, que lo protegería siempre, en su antigua vida, él pensaba que era el último lobo blanco, fue perseguido y maltratado, pero él llegó para salvarlo.
Los recuerdos difusos de su alma comenzaron a emerger en sus pequeños corazones, entonces Katsuki recordó el aroma a manzana y canela e Izuku sentía el aroma de la fogata en una noche cálida, las almas de ambos pequeños resonaron y poco a poco las promesas no dichas, los abrazos entregados, el amor profesado y lo entendieron, el destino los volvía a unir en esta vida, una vez más.
No supieron cuánto tiempo pasó, pero el alfa Katsuki fue quien dio el primer paso hacia su destino, su omega. Izuku seguía asustado por toda la gente a su alrededor, pero, ese niño, ese alfa, le trasmitía una sensación de seguridad que no podía explicar, su alma reconocía al niño que se acercaba.
Katsuki, se detuvo frente a Izuku, el niño frente a él no era un extraño, era su omega, su otra mitad, alguien a quien como Alfa debía proteger, Katsuki sin poder contenerse más, extendió su mano, jamás lo había hecho, pero con el omega frente a él todo era normal.
—Soy Katsuki Bakugo —hablo firmeza buscando que los nervios no lo traicionaran.
Izuku lo miró primero con sus enormes ojos verdes, lentamente extendió su mano, aunque temblaba se sintió seguro de tomar la mano del niño que ofrecía la propia.
—I-Izuku Midoriya —respondió con suavidad.
En el momento en que sus manos se tocaron, una nueva sensación se dejó sentir en ambos, era tan profundo como sus almas, el suave aroma a manzana y canela de Izuku salió rodeándolos a ambos mientras que el aroma a fuego y madera hacia lo mismo, se estaban marcando.
Los dos príncipes, apenas niños, sintieron cómo sus almas se reconocían, como si el tiempo no hubiera podido separar lo que estaba destinado a unirse. No comprendían del todo por qué, pero sabían que siempre habían estado destinados a encontrarse, sus vidas pasadas.
—Te encontré —murmuró Katsuki, casi sin darse cuenta de que lo había dicho. Sus palabras salieron con la fuerza de una promesa que había estado esperando ser cumplida durante siglos.
—Siempre te estuve esperando, Kacchan — susurro el pequeño Izuku sin querer soltar la mano del principe.
Estaban tan sumergidos en su pequeño mundo que no notaron que dos pares de adultos se acercaban a ellos.
—Tal parece que las tierras del sur y las tierras de fuego tendrán una unión —hablo el padre de Izuku Hisasshi Midoriya observando a Masaru Bakugo.
Ambos padres entendían perfectamente lo que sus pequeños hijos estaban experimentando
—Así es, Hisashi —respondió Masaru, inclinando levemente la cabeza a modo de saludo —La conexión entre nuestros hijos es innegable. El futuro de ambos reinos ya está marcado.
Katsuki, sin soltar la mano de Izuku, levantó la mirada hacia su padre. No era un niño que se intimidara con facilidad, pero sentía una mezcla de orgullo y responsabilidad creciendo dentro de él. Era su omega, lo supo en el momento en que lo vio, y nadie le quitaría ese lugar.
—Padre —hablo con firmeza—él es mío
Masaru asintió con una sonrisa pequeña, conociendo el temperamento de su hijo, pero también la fuerza de la conexión que los unía. No había necesidad de discutirlo, porque era un hecho: Katsuki e Izuku eran destinados.
Hisashi, observando la escena, puso una mano en el hombro de su pequeño hijo. Izuku lo miró brevemente, pero sus ojos siempre regresaban a los de Katsuki. A pesar de su corta edad, algo profundo en él le decía que había estado esperando este momento, a este alfa. Y aunque todavía era pequeño y tímido, se sentía seguro por primera vez fuera de los brazos de sus padres.
—Es algo que no podemos cambiar —susurró Hisashi a Masaru.
La coronación del nuevo rey parecía un evento insignificante en comparación con lo que estaba ocurriendo entre sus hijos. Los ecos de una antigua profecía resonaban en sus corazones: "El alfa del fuego y el último lobo blanco volverán a unirse cuando las estrellas sean testigos de su reencuentro."
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¡El ultimo lobo blanco regreso!, bueno no realmente, me habían pedido el reencuentro luego de siglos así que aquí esta, ¿saben? esto parece el inicio de un nuevo fic, pero no... mi cabecita ya va a estallar con tantos pendientes, Dios en que momento me paso esto.
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El ultimo lobo blanco (Bakudeku)
NouvellesKatsuki es un hibrido de lobo que por azares del destino siempre tenia un sueño, su omega aunque no lo conocia aun, solo soñaba con un par de esmeraldas como si de un bosque profundo se tratase, en su cumpleaños su omega aparece no de la mejor forma...