Hinata Shoyo

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Era una tarde soleada y tranquila, el tipo de día que a Hinata le encantaba. Había terminado un día de entrenamientos intensos y, como siempre, no podía esperar para llegar a casa y verte. Su vida estaba llena de emociones constantes: partidos, prácticas, viajes, pero lo que más le emocionaba era poder pasar tiempo contigo. Al llegar a casa, te encontró en la cocina, tarareando suavemente mientras preparabas algo de comer.

"¡Estoy en casa!" gritó Hinata alegremente mientras se quitaba los zapatos en la entrada. El brillo en sus ojos era el mismo de siempre, ese entusiasmo inagotable que parecía nunca apagarse, sin importar cuán cansado estuviera.

Entró a la cocina y te abrazó por la espalda, apoyando su cabeza en tu hombro con una sonrisa radiante. "¡Huele delicioso! ¡Me moría de hambre!" exclamó.

Sabías que Hinata siempre estaba lleno de energía y que cualquier momento con él era un torbellino de emociones, pero esta vez, tenías una noticia que seguramente lo dejaría aún más emocionado. Sin embargo, querías encontrar el momento perfecto para decírselo, aunque te morías de ganas por ver su reacción.

"Shoyo," comenzaste mientras servías los platos. "Hoy fue un día especial. Tengo algo importante que decirte."

Hinata te miró con curiosidad mientras se sentaba en la mesa. "¿Algo importante? ¿Qué pasó? ¡Cuéntamelo todo!" preguntó con sus ojos brillando de expectativa, completamente centrado en lo que ibas a decir.

Te reíste un poco al ver su entusiasmo, pero sentiste que las palabras se atascaban en tu garganta. ¿Cómo le dirías que estaban a punto de comenzar la aventura más grande de sus vidas? Respiraste hondo y decidiste que no había mejor manera que ser directa.

"Shoyo, vamos a tener un bebé."

Hubo un breve momento de silencio. Hinata te miró, parpadeando rápidamente mientras procesaba lo que acababas de decir. Luego, como si un interruptor se encendiera en su mente, sus ojos se abrieron de par en par y una sonrisa gigantesca apareció en su rostro.

"¿¡QUÉ!? ¡¿DE VERDAD?!" gritó, saltando de su silla con una energía que solo él podía tener, corriendo hacia ti y abrazándote tan fuerte que casi te levanta del suelo. "¡VAMOS A SER PAPÁS! ¡VOY A SER PAPÁ!"

El puro entusiasmo en su voz era contagioso, y antes de que pudieras decir nada más, Hinata ya estaba saltando de un lado a otro por la cocina, gritando de felicidad. "¡VOY A SER PAPÁ, VOY A SER PAPÁ!" repetía mientras daba vueltas, casi como si estuviera en una cancha de voleibol celebrando un punto decisivo.

Finalmente, cuando se calmó un poco, volvió a ti con una mirada más tierna y suave, sus ojos llenos de una mezcla de alegría y asombro. Colocó sus manos en tu rostro y te miró fijamente, como si no pudiera creer lo que acababas de decir. "_... esto es increíble. No sé cómo agradecerte. ¡Voy a ser el mejor papá, te lo prometo!" dijo con una sonrisa llena de determinación, como si estuviera listo para enfrentar cualquier desafío que se le presentara.

Te acarició el vientre con suavidad, sus ojos brillando con una emoción indescriptible. "Hola, pequeñito," susurró con una risa suave, su cara completamente iluminada. "Todavía no te conozco, pero ya sé que vamos a pasarla increíble juntos. Te enseñaré a saltar alto, a jugar voleibol, y seremos el equipo perfecto."

Extras:

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Extras:

-Cuando Hinata le contó la noticia a Kageyama, su reacción fue de total incredulidad. "¿Hinata... papá? Eso suena tan raro." Aun así, aunque Kageyama intentó mantener su expresión fría, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. "Bueno, supongo que tu hijo tendrá mucha energía. Igual que tú."

-Hinata, siendo el apasionado y entusiasta que es, empezó a planear todo desde el primer día. No dejaba de hablar sobre cómo decoraría el cuarto del bebé, y ya estaba pensando en enseñarle a jugar voleibol. "¡Tendrá que aprender desde pequeño! ¡Vamos a saltar juntos!" decía con su típica energía incansable.

-Aunque a veces podía ser un poco distraído, Hinata se volvió increíblemente protector contigo. Siempre estaba pendiente de que comieras bien, de que descansaras lo suficiente, y te ofrecía masajes en los pies después de un día largo. Era tan dulce y atento que a veces lo encontrabas investigando sobre el embarazo en su teléfono, con el ceño fruncido mientras leía cosas como "¿Qué debe comer una embarazada?" o "Cómo cuidar de un recién nacido".

-El día del nacimiento fue uno de los más emocionantes para Hinata. Mientras tú estabas en la sala de parto, él no podía dejar de moverse, nervioso pero emocionado al mismo tiempo. Cuando finalmente escuchó el llanto del bebé, las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro sin que pudiera contenerlas. "¡Es nuestro bebé!" exclamó, tomando a la criatura en sus brazos con la mayor delicadeza que jamás había mostrado.


-Hinata se convirtió en un padre muy presente. A pesar de su ocupada carrera como jugador de voleibol profesional, siempre encontraba tiempo para jugar con su hijo, cargarlo y hacerlo reír. A menudo lo encontrabas entrenando con el bebé en brazos, saltando con él y diciéndole: "¡Vamos a volar juntos!"

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