―¿Tú también eres pobre como yo? ―interrogó frunciendo su ceño. Aguanté la risa y asentí confirmándolo.
―Solo tengo billetes de 50... ¿te sirve uno, pequeño?
―¿Es más que 20? Supongo que sí, Lizzie―contesta despreocupado. Le di un billete y sonrió contento mirándolo. ―¡Gracias! En serio, eres la tercera persona que me da dinero...―. Me interesa bastante quienes son las anteriores, lo miro con duda. ―La abuela siempre me regala dinero y Rose también si yo ordeno su cuarto―. Carcajeo apenas al escucharlo hablar, esto es la razón por la que amo a los niños, ellos lo cuentan todo. Son tan inocentes, me roba el corazon.
―No es nada, pequeño, guárdalo porque tu madre puede volver en cualquier momento...
―¿Y tú cómo la conoces? ―cuestiona.
―Antes trabajábamos juntas, y éramos amigas... ¿Por qué lo preguntas, pequeño?
―Es que nunca antes te había visto― confiesa. ―¿Estuviste cuando yo nací?
―Oh, no, pequeño, no lo hice, pero... es que yo no vivo en New York― respondo para que no se sintiera mal.
―¿Y qué haces aquí?
―Vine por trabajo y ahora...
―¿Dónde trabajas? ―me interrumpió curioso.
Sonreí antes de decirle a que me dedicaba.
―Grabo películas, soy actriz.
―¡¿De verdad?! ¡Mi mamá también! ―grita realmente emocionado. Pude ver sus ojos celestes llenos de brillo. Me conmovió. ―Ella es actriz, hace mucho que lo es, ¿sabías? Y algún día yo también grabaré películas como ella.
―¿Quieres ser actor cuando seas grande? ―indago y él me dice que sí. No pienso decir nada que pueda romper su ilusión, claramente. ―Es genial, pequeño.
―Si, y mi hermana será futbolista de verdad, ¿sabías? ―. Lo que sí sé es que definitivamente es hijo de mi amiga por la cantidad de veces que dice "sabias". Idéntico a ella. ―Practica toda la semana, y hace muchos goles con sus amigas, ¿conoces a mi hermana, cierto? Ella es más grande que yo, se llama Rose― continuó hablando y el partido pasó a un segundo plano.
Solo me importaba prestarle atención al pequeño mientras me hablaba sobre su hermana y lo mucho que la quería. Habla demasiado para ser un niño chiquito, pero me gusta, es agradable oírlo. Cuando Scarlett regresó, Cosmo se subió a mis piernas para seguir hablándome y que yo lo escuchara mejor, la cara de sorpresa la tenía su madre cuando nos vio juntos.
Finalmente se sentía en confianza conmigo.
Mi supuesta "amiga" presumió la victoria de los Yankees lo más que pudo en mi cara, y lo acepto, todos jugaron muy bien. Están empezando la nueva temporada bastante bien. Me alegra porque Scar se ve feliz, y ahora yo tengo que llevarla a ver a los Dodgers como mínimo.
―Mamá tengo hambre― expresó Cosmo moviendo el brazo de su madre. Ella asiente, ya lo sabe, al parecer. Observo la hora en mi teléfono, es bastante tarde, y supongo que estamos camino a casa.
―Lo sé, cariño, llegamos a casa y te cocino lo que quieras, ¿bueno? ―le responde acariciando su cabello. Yo lo miro y se me ocurre una idea. Mágicamente yo también tengo hambre.
―¿Saben? Yo también tengo mucha hambre― les digo. ―¿Lo dejas comer burritos o tiene alguna dieta de la que yo no sepa? ―consulto mirando a Scar. Ella sonríe.
―¿Tú quieres burritos? ―replica ella.
―Si, iba a pedir burritos, pero supongo que podemos parar a comprar― luego de darle mi respuesta, le indicó a su chofer detenerse en un lugar donde vendan eso. ―¿Quieres un burrito, Cosmo?
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No Body, No Crime
FanfictionDetrás de las luces de Hollywood, dos estrellas de cine encuentran un amor prohibido. En un mundo donde la fama y la privacidad son un equilibrio delicado, Elizabeth y Scarlett, se ven reunidas por el destino. A medida que su amistad se profundiza...