El pasillo del castillo estaba en completo silencio cuando Harry salió de la habitación. Su mente era un torbellino de pensamientos contradictorios. Las revelaciones de Snape lo habían dejado atónito, pero también con una sensación de urgencia que no podía ignorar. Cada paso resonaba en los muros de piedra como un recordatorio de que el tiempo estaba corriendo. No podía permitirse errores.
Harry, aún bajo la capa de invisibilidad, se dirigió de inmediato hacia la torre de Gryffindor. Tenía que hablar con Hermione y Ron cuanto antes. Su mente no dejaba de repetirse una y otra vez lo que Snape le había dicho: "Voldemort le ha encargado a Draco matar a Dumbledore". La idea lo aterraba. Draco no era un asesino, lo sabía. Había visto su miedo, su desesperación. Pero también sabía que, bajo la presión de Voldemort, cualquier cosa era posible.
Cuando llegó a la sala común, la habitación estaba en su mayoría vacía, salvo por un par de estudiantes que leyeron tarde en el rincón. Harry se acercó rápidamente a las escaleras del dormitorio de los chicos, asegurándose de que nadie lo hubiera visto, y subió hasta el cuarto donde Ron ya dormía.
—¡Ron! —susurró Harry con urgencia, agitando su hombro.
Ron gimió, abriendo los ojos apenas.
—¿Qué? —gruñó adormilado—. ¿Qué pasa, Harry?
—¡Levántate, rápido! Tenemos que hablar. Es importante.
Ron, al escuchar el tono serio en la voz de su amigo, se incorporó con dificultad. Se frotó los ojos y miró a Harry con confusión.
—¿Qué demonios pasa? Son las... —miró su reloj— ¡Las tres de la madrugada!
—No puedo explicarlo todo aquí. Tenemos que hablar con Hermione. Ven rápido.
Ron no discutió más. Se puso unos pantalones apresuradamente, y ambos salieron en silencio hacia el dormitorio de las chicas, aunque sabían que no podían entrar. Harry lanzó una pequeña piedra hacia la ventana de Hermione.
Unos minutos después, Hermione apareció, con el cabello alborotado y claramente molesta por haber sido despertada.
—¿Qué ocurre? —preguntó en un susurro enfadado—. ¡Harry, Ron, esto mejor que sea importante!
—Lo es, Hermione —respondió Harry, arrastrándola hacia un rincón apartado—. He estado con Snape.
Los ojos de Hermione se abrieron con sorpresa.
—¿Qué? ¿Cuándo?
—Esta noche. Me dejó una nota, diciéndome que fuera solo. Tenía que averiguar qué estaba pasando con Draco, y lo que me dijo es peor de lo que esperábamos.
Ron y Hermione lo miraron expectantes.
—Voldemort le ha ordenado a Draco que mate a Dumbledore —dijo Harry, casi sin aire—. Y si no lo hace, Snape ha hecho un Juramento Inquebrantable de que lo hará por él.
Hermione se cubrió la boca con la mano, claramente horrorizada. Ron, por su parte, se quedó atónito, su rostro pálido por el impacto de la noticia.
—No... no puede ser —balbuceó Ron—. ¿Snape? ¿Matar a Dumbledore?
—Eso es lo que dijo —confirmó Harry, apretando los puños—. Y Snape no tendría más opción, Ron. Un Juramento Inquebrantable es ineludible. Si lo rompe, morirá.
Hermione comenzó a pasearse de un lado a otro, visiblemente agitada.
—Esto es terrible —dijo finalmente—. No solo porque Dumbledore está en peligro, sino porque todo esto está ocurriendo justo bajo nuestras narices. Voldemort ha logrado infiltrar sus planes en Hogwarts, y no tenemos manera de detenerlo.
—Tenemos que hacer algo —dijo Harry—. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Draco no puede llevar a cabo esa tarea, pero si Snape interviene...
—¿Dumbledore sabe algo de esto? —interrumpió Ron—. Porque si alguien puede evitar que Snape lo haga, es Dumbledore.
Harry negó con la cabeza.
—No lo sé. No sé cuánto sabe Dumbledore, pero Snape me dejó claro que esto es inevitable. Si Draco no lo hace, lo hará él.
Hermione se detuvo en seco.
—¿Y si hay otra manera? —preguntó, su mente claramente trabajando a toda velocidad—. Tal vez podamos averiguar qué está haciendo exactamente Draco. Si entendemos mejor su plan, podríamos intervenir antes de que llegue el momento de actuar. No podemos enfrentarnos directamente a Snape, pero quizá podríamos evitar que Draco tenga éxito.
Harry asintió, pensando en las veces que había visto a Draco actuar de manera extraña.
—Draco ha estado desapareciendo por largos periodos. Siempre parece estar tramando algo en los lugares menos frecuentados del castillo. Y creo que está usando la Sala de los Menesteres. Una vez lo vi entrar allí, pero no pude seguirlo.
—Eso tiene sentido —reflexionó Hermione—. La Sala de los Menesteres puede convertirse en cualquier cosa que una persona necesite. Draco podría estar usando esa sala para preparar su plan. Si lo encontramos allí, podríamos detenerlo.
—¿Y qué hacemos si lo encontramos? —preguntó Ron, aún escéptico—. No podemos simplemente enfrentarlo.
—No, pero podemos interrumpir lo que esté haciendo —dijo Harry—. Si encontramos pruebas de su plan, podremos detenerlo antes de que ocurra lo peor.
Hermione asintió, aunque había una sombra de preocupación en su rostro.
—Pero debemos tener cuidado, Harry. No sabemos cuán desesperado está Draco. Si lo confrontamos directamente, podría reaccionar de manera peligrosa.
—No hay otra opción —dijo Harry con firmeza—. No podemos esperar a que Dumbledore tome la iniciativa. Debemos actuar por nuestra cuenta. Sabemos dónde está la Sala de los Menesteres. Lo seguiremos y lo atraparemos en el acto.
Ron y Hermione se miraron entre sí, ambos nerviosos, pero sabían que Harry tenía razón. No podían quedarse de brazos cruzados. Draco estaba al borde de hacer algo terrible, y si fallaba, Snape tomaría su lugar.
—De acuerdo —dijo finalmente Ron, soltando un suspiro—. Vamos a encontrar a Draco.
Hermione, más seria que nunca, asintió también.
—Pero antes de hacer nada —dijo ella—, necesitamos más información. Debemos vigilarlo durante los próximos días. No podemos ir a ciegas. Si estamos en lo correcto y está usando la Sala de los Menesteres, necesitaremos un plan sólido.
Harry estuvo de acuerdo. Aunque estaba desesperado por actuar, sabía que necesitaban ser estratégicos. Un solo error podría significar la muerte de Dumbledore, o algo peor.
—Mañana comenzamos —dijo Harry, finalmente tomando aire—. Vigilamos a Draco y esperamos nuestra oportunidad.
Sabían que estaban entrando en un terreno peligroso. Voldemort había puesto sus garras en Hogwarts, y el tiempo para detenerlo se estaba acabando.
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Durante los días siguientes, Harry, Ron y Hermione comenzaron a vigilar a Draco de cerca. Lo siguieron en cada oportunidad que tuvieron, tratando de no levantar sospechas. Hermione incluso usó su ingenio para encontrar maneras de que los tres tuvieran turnos para seguir a Draco sin ser detectados.
Finalmente, llegó el momento que estaban esperando. Una tarde, vieron a Draco deslizarse hacia el pasillo del séptimo piso, donde la Sala de los Menesteres estaba oculta. Harry y Hermione lo siguieron con cautela, mientras Ron se quedaba atrás para vigilar cualquier posible interrupción.
Draco pasó frente al lugar donde la puerta de la Sala de los Menesteres debía aparecer, y murmuró algo para sí mismo. Luego, la puerta se materializó frente a él, y entró rápidamente.
Harry y Hermione se quedaron quietos, ocultos detrás de una estatua cercana.
—Es ahora o nunca —susurró Harry, sintiendo su corazón latir más rápido—. Vamos a descubrir qué está tramando.
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𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏ
Fanfiction𝐄𝐍 𝐒𝐔 𝐒𝐄𝐗𝐓𝐎 𝐀𝐍̃𝐎 en Hogwarts, Harry Potter se enfrenta a un nuevo tipo de confusión: en una clase de pociones, se le asigna preparar la famosa poción de Amortentia, que revela el aroma de aquello que más desea. Para su sorpresa, lo único...