Harry, Ron y Hermione salieron rápidamente de la Sala de los Menesteres, sus corazones latiendo con fuerza tras lo que acababan de descubrir. La conversación se mantuvo en silencio mientras bajaban por los corredores oscuros del castillo, sabiendo que lo que acababan de ver cambiaría el rumbo de su misión.
—¿De verdad crees que Draco está trayendo a los mortífagos a Hogwarts? —preguntó Ron, rompiendo el silencio con una voz tensa—. No puede ser tan loco para hacer eso, ¿verdad?
Harry apretó los labios. Sabía que la idea parecía descabellada, pero todo encajaba: el comportamiento extraño de Draco, su obsesión con algo que había estado trabajando en secreto durante meses, y ahora el armario evanescente. No había duda de que estaba involucrado en algo mucho más peligroso de lo que ellos habían imaginado.
—No estoy seguro de que Draco sea el que decida, Ron —dijo Harry—. Voldemort probablemente le ha dado órdenes. Y si tiene éxito, puede ser el fin de todo.
Hermione caminaba a su lado, pensativa.
—Si realmente está usando el armario para traer a alguien a Hogwarts, debemos actuar rápido —dijo en voz baja—. Lo primero que deberíamos hacer es informarle a Dumbledore. Él sabrá cómo manejar esto.
—Pero no sabemos dónde está Dumbledore —interrumpió Ron—. Lleva semanas desapareciendo sin decirnos nada. Y con los mortífagos esperando su oportunidad, no podemos quedarnos de brazos cruzados.
Harry asintió, consciente de que el tiempo no estaba de su lado. Aunque confiar en Dumbledore era lo más lógico, también sabían que encontrarlo no era tarea fácil. El director llevaba tiempo trabajando en algo relacionado con los Horrocruxes, y sus ausencias cada vez eran más largas y frecuentes. El castillo ya no se sentía tan seguro como antes.
—¿Qué sugieres entonces? —preguntó Hermione con una mezcla de preocupación y expectación—. No podemos enfrentarnos a Draco solos, y mucho menos si está en contacto con los mortífagos.
Harry respiró hondo, su mente revolviendo todas las posibilidades. Sabía que estaba entre la espada y la pared. Podía esperar a que Dumbledore regresara y arriesgarse a que Draco finalizara su plan, o podía tomar una decisión drástica por su cuenta. Ninguna de las dos opciones parecía perfecta, pero algo dentro de él lo empujaba a actuar cuanto antes.
—Tenemos que descubrir qué más planea Draco —dijo finalmente—. No podemos esperar a que Dumbledore vuelva. Si podemos frustrar sus planes, al menos retrasaremos lo suficiente para obtener ayuda.
Ron y Hermione intercambiaron una mirada nerviosa. Sabían que Harry tenía razón, pero eso no hacía que la idea fuera menos aterradora. No obstante, ya habían estado en situaciones peligrosas antes, y siempre habían salido adelante juntos.
—De acuerdo —dijo Hermione—. Pero debemos ser cuidadosos. No podemos permitir que Draco se dé cuenta de que lo estamos siguiendo.
Ron asintió con la cabeza, aunque aún parecía inquieto.
—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó, mirando a Harry con expectativa.
—Primero, tenemos que averiguar cuándo planea usar el armario y a quién va a traer —respondió Harry—. Después de eso, podremos decidir cómo actuar.
El grupo continuó su camino hacia la Torre de Gryffindor, donde sabían que estarían a salvo por el momento. Mientras caminaban por los pasillos oscuros, las sombras parecían alargarse a su alrededor, como si el castillo mismo estuviera al tanto del peligro inminente.
Una vez dentro de la sala común, se sentaron junto al fuego, tratando de reunir todas las piezas del rompecabezas. Hermione sacó su libreta y comenzó a escribir frenéticamente mientras analizaba todo lo que sabían hasta ahora.
—Sabemos que el armario evanescente está conectado con Borgin & Burkes —comenzó a decir—. Eso significa que Draco podría estar usando la tienda como un punto de acceso para traer a los mortífagos directamente a Hogwarts.
—Pero, ¿cómo sabremos cuándo lo va a hacer? —preguntó Ron—. No podemos seguirlo cada minuto del día.
Harry frunció el ceño, recordando todos los encuentros recientes con Draco. Había algo que seguía molestándolo, algo que no lograba identificar del todo.
—Creo que la clave está en cuándo Draco se siente más seguro —dijo Harry, pensativo—. Las veces que lo hemos visto más relajado han sido después de las clases de pociones. Snape le está dando algún tipo de apoyo, estoy seguro. Tal vez si lo seguimos después de esas clases, podríamos descubrir más.
Hermione asintió lentamente.
—Eso tiene sentido. Snape y Draco han estado actuando de manera extraña durante toda esta semana. Tal vez podamos aprovechar ese vínculo para espiar lo que están planeando.
Ron parecía menos convencido, pero no tenía una mejor idea.
—Espero que estemos haciendo lo correcto —dijo con un suspiro—. No me gusta nada esto, pero supongo que es mejor que quedarnos aquí esperando.
El grupo decidió que a la mañana siguiente seguirían a Draco después de su clase de pociones, con la esperanza de descubrir cuándo planeaba hacer su próximo movimiento.
---
A la mañana siguiente, Harry, Ron y Hermione se levantaron temprano. El frío del invierno hacía que los pasillos de Hogwarts parecieran aún más desolados. Mientras caminaban hacia la clase de pociones, se aseguraron de mantenerse en silencio, observando cuidadosamente cada uno de los movimientos de Draco.
Durante la clase, Harry trató de concentrarse en su poción, pero sus ojos seguían desviándose hacia Draco. Lo observaba de reojo, viendo cómo el joven Slytherin trabajaba en silencio. Había algo diferente en él, una tensión constante en sus movimientos, como si estuviera nervioso.
Cuando la clase terminó, Draco salió rápidamente del aula, y Harry, Ron y Hermione lo siguieron a una distancia prudente. Draco se dirigía hacia el ala oeste del castillo, donde se encontraba la Sala de los Menesteres. Lo vieron entrar nuevamente en la sala, tal como lo había hecho el día anterior.
—¿Y ahora qué? —preguntó Ron en voz baja—. ¿Esperamos de nuevo?
Harry negó con la cabeza.
—Esta vez, no. Vamos a entrar.
Hermione parecía sorprendida, pero antes de que pudiera protestar, Harry ya estaba avanzando hacia la puerta de la Sala de los Menesteres. Con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, Harry puso su mano en la puerta y esta, para su sorpresa, se abrió fácilmente.
—Vamos —dijo, haciendo señas a Ron y Hermione.
Los tres entraron rápidamente en la sala y, para su sorpresa, no había rastro de Draco. La habitación estaba vacía, pero había algo diferente esta vez. En el centro de la sala, donde antes no había nada, ahora se encontraba un gran espejo.
—¿Qué es esto? —preguntó Ron, acercándose al espejo con curiosidad.
Hermione lo observó con atención.
—No estoy segura —dijo—, pero parece un espejo mágico. Tal vez sea una trampa.
Harry se acercó al espejo lentamente, su varita lista por si algo sucedía. Cuando estuvo a solo unos centímetros del cristal, algo en su interior comenzó a moverse.
El reflejo de Harry comenzó a distorsionarse, y una figura apareció detrás de él. Al principio, no pudo distinguir quién era, pero a medida que la imagen se hacía más clara, su corazón se detuvo por un segundo.
Era Dumbledore.
—¿Qué está pasando? —preguntó Harry, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda.
Hermione y Ron lo observaron con desconcierto. Estaba claro que habían descubierto algo importante, pero no tenían idea de lo que significaba.
De repente, una voz suave y familiar llenó la sala.
—Harry, te he estado esperando.

ESTÁS LEYENDO
𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏ
Fanfiction𝐄𝐍 𝐒𝐔 𝐒𝐄𝐗𝐓𝐎 𝐀𝐍̃𝐎 en Hogwarts, Harry Potter se enfrenta a un nuevo tipo de confusión: en una clase de pociones, se le asigna preparar la famosa poción de Amortentia, que revela el aroma de aquello que más desea. Para su sorpresa, lo único...