𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟖

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La figura de Dumbledore en el espejo observaba a Harry con una mirada apacible, pero también cargada de una sabiduría que parecía pesar sobre él. El corazón de Harry se aceleraba mientras trataba de procesar lo que estaba viendo. Esto no podía ser real. No era el verdadero Dumbledore… ¿o sí?

—Harry, es hora de que tomes una decisión —dijo la figura en el espejo, con una voz que resonaba suavemente en la sala vacía—. El destino de Hogwarts y de aquellos que amas está en tus manos.

Ron y Hermione, parados a unos pasos detrás de Harry, intercambiaron miradas de confusión y desconcierto.

—¿Es... es Dumbledore? —susurró Ron, tratando de comprender lo que estaba pasando.

—Parece Dumbledore —murmuró Hermione—, pero no estoy segura de que lo sea. Esto es magia avanzada. Puede ser una ilusión, un truco... o algo más.

Harry sentía cómo su cuerpo se tensaba con cada palabra de la figura reflejada en el espejo. Pero había algo en la forma en que lo miraba, algo que le decía que, aunque no fuera el verdadero Dumbledore, sus palabras tenían un propósito.

—Tienes que enfrentarte a la verdad, Harry —continuó la figura—. Hay fuerzas más allá de las que comprendes, pero ya no puedes escapar de ellas. El poder de Voldemort crece cada día, y Draco está jugando un papel crucial en su plan. Lo que decidas hoy podría cambiar el curso de la guerra.

—¿Por qué debería confiar en ti? —preguntó Harry, su voz firme pero temblorosa—. No eres el verdadero Dumbledore. ¿Qué eres? ¿Qué es este espejo?

La figura de Dumbledore no se inmutó ante la pregunta de Harry.

—Soy una proyección, un reflejo de lo que llevas dentro —respondió calmadamente—. Este espejo no te muestra tus deseos más profundos ni tus miedos más oscuros. Te muestra la verdad, aunque sea difícil de aceptar. Y la verdad, Harry, es que tienes un gran papel que jugar en esta batalla.

Harry frunció el ceño, todavía tratando de entender lo que eso significaba. Había enfrentado a Voldemort antes, sabía que la lucha era inevitable, pero esta vez, la responsabilidad parecía abrumadora. Ahora, no solo dependía de él enfrentarse a su enemigo mortal, sino que también debía lidiar con Draco, alguien que, aunque le disgustara, no podía evitar sentir algo de compasión.

—Harry —dijo Hermione en voz baja—, lo que sea que este espejo te esté diciendo, no tienes que cargar con todo el peso tú solo. Estamos contigo. Podemos enfrentarnos a Draco juntos, y si descubrimos más, lo llevaremos a Dumbledore.

Harry asintió lentamente, sabiendo que sus amigos siempre habían estado a su lado, incluso en los momentos más oscuros. Pero algo dentro de él le decía que esta vez sería diferente. Sabía que el tiempo se estaba agotando, y que esperar a que Dumbledore volviera podía ser un error fatal.

—La decisión es tuya, Harry —dijo el Dumbledore del espejo, como si hubiera leído sus pensamientos—. No puedo decirte qué hacer, pero debes actuar pronto. Draco no es el verdadero enemigo aquí, pero su plan podría desatar el caos en Hogwarts.

Harry sintió una sensación de urgencia apoderarse de él. Ya no podía permitirse el lujo de la duda. Miró a sus amigos, sus rostros llenos de preocupación pero también de determinación, y supo que debía tomar una decisión.

—Vamos a detener a Draco —dijo finalmente, con una resolución clara en su voz—. No sé exactamente cómo, pero no podemos dejar que traiga a los mortífagos aquí. Si eso sucede, Hogwarts estará acabado.

Hermione asintió, aunque su rostro reflejaba la cautela que siempre la caracterizaba.

—De acuerdo —dijo—, pero tenemos que ser inteligentes. No podemos enfrentarnos a Draco directamente, al menos no todavía. Primero debemos reunir más información, saber con exactitud qué está planeando y cuándo piensa actuar.

Ron se cruzó de brazos, aparentemente más preocupado que antes.

—¿Y si ya es demasiado tarde? —preguntó—. Si Draco ya tiene todo listo, podríamos estar caminando hacia una trampa.

Harry miró de nuevo al espejo, pero la figura de Dumbledore ya había comenzado a desvanecerse, dejando solo su propio reflejo frente a él. Sabía que Ron tenía razón, pero también sabía que no podían quedarse de brazos cruzados.

—No tenemos opción —respondió Harry—. Draco no espera que lo descubramos. Eso nos da una ventaja, aunque sea pequeña. Tenemos que aprovecharla.

Hermione guardó su libreta y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Entonces, lo primero es seguir investigando el armario evanescente. Puede que haya algo más en la Sala de los Menesteres que no vimos antes. Quizás algún tipo de pista o mecanismo que nos ayude a entender cómo funciona y cuándo lo va a usar.

Ron asintió, aunque todavía parecía nervioso.

—De acuerdo, pero tengamos mucho cuidado. Si nos descubre...

Harry apretó la mandíbula. Sabía que si Draco los descubría, todo podría complicarse aún más. Pero no había vuelta atrás. Habían llegado demasiado lejos como para detenerse ahora.

—No nos descubrirá —dijo Harry con confianza—. Vamos a hacer esto bien.

Los tres amigos salieron de la Sala de los Menesteres, el eco de sus pasos resonando en los corredores vacíos. Hogwarts estaba más silencioso de lo normal, como si el mismo castillo estuviera conteniendo la respiración ante lo que estaba por suceder.

Mientras se dirigían hacia la Torre de Gryffindor, Harry no pudo evitar sentir una creciente sensación de responsabilidad. Todo dependía de lo que hicieran a continuación. No solo estaban protegiendo a sus compañeros de Hogwarts, sino también el futuro del mundo mágico. Si fallaban, Voldemort tendría una ventaja que no podrían revertir.

Pero había algo más que lo inquietaba. La imagen de Dumbledore en el espejo seguía grabada en su mente. Sabía que no era real, pero las palabras que había pronunciado resonaban con fuerza en su interior. La verdad. Eso era lo que tenía que buscar, aunque fuera dolorosa o aterradora.

Harry no podía evitar preguntarse si alguna vez estaría realmente listo para lo que venía. Pero una cosa era segura: no se daría por vencido, no mientras tuviera a sus amigos a su lado y el deseo de proteger aquello que amaba.

Lo que sucediera después dependería de ellos.

𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora