𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟏𝟐

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Mientras Harry, Hermione y Ron regresaban sigilosamente por los oscuros pasillos de Hogwarts, la tensión entre ellos era palpable. Sabían que estaban más cerca de descubrir algo grande, pero la presencia intimidante de Snape y la implicación de Draco los había dejado con más preguntas que respuestas.

—¿Qué crees que estaba haciendo Snape realmente ahí? —preguntó Ron, su rostro reflejando confusión y preocupación.

—No lo sé —respondió Harry, ajustando su capa de invisibilidad sobre los hombros—. Pero está claro que esto va más allá de Draco. Snape está ocultando algo, como siempre.

—Es posible que esté actuando bajo órdenes de Voldemort —dijo Hermione en voz baja, mirando nerviosa hacia los retratos en las paredes, temerosa de que alguien pudiera escucharlos—. Si el Resquicio de la Sombra realmente puede abrir portales a dimensiones oscuras, Voldemort podría estar planeando usarlo para obtener más poder.

—Y Snape está ayudándolo —murmuró Ron, apretando los puños—. Sabía que no podíamos confiar en él.

—No tan rápido —replicó Harry, deteniéndose frente a una ventana que daba al patio. La luna llena iluminaba el castillo con una luz fantasmal—. Siempre hemos dudado de Snape, pero hasta ahora no hemos tenido pruebas reales de que esté trabajando activamente para Voldemort. Si estuviera ayudándolo directamente, ¿por qué habría detenido a Draco?

Hermione suspiró y se sentó en un banco cercano, frotándose las sienes en un intento por organizar sus pensamientos.

—Es cierto que no podemos sacar conclusiones apresuradas —admitió—, pero lo que sí sabemos es que Snape tiene una conexión directa con el Resquicio y que ese artefacto es peligrosísimo. Si de alguna manera podemos obtener más información sobre lo que hace realmente, tal vez podamos adelantarnos a los planes de Voldemort.

Harry asintió lentamente, pensando en lo que había presenciado. La barrera que Snape había lanzado alrededor del Resquicio no parecía ser parte de un plan para ayudar a Draco. Parecía más bien un intento de contener el artefacto. Pero, ¿por qué?

—Tenemos que vigilarlo —dijo finalmente Harry, con determinación en su voz—. Snape está involucrado en esto de alguna manera, y la única forma de averiguar la verdad es observando cada uno de sus movimientos.

—¿Y cómo vamos a hacer eso sin que nos atrapen? —preguntó Ron—. Snape no es estúpido, y si sospecha algo, lo primero que hará será lanzarnos algún tipo de maldición o llevarnos directamente a McGonagall.

—Nos turnaremos —sugirió Hermione—. No podemos estar los tres en todas partes, pero podemos dividirnos y seguirlo durante el día. También podríamos usar la capa de invisibilidad de Harry para espiarlo durante sus clases o cuando esté solo.

Harry asintió. Sabía que era un plan arriesgado, pero no podían quedarse de brazos cruzados. Mientras los tres discutían los detalles, el reloj del castillo sonó, marcando la medianoche.

—Es mejor que volvamos a la sala común antes de que alguien nos vea —dijo Hermione, poniéndose de pie de nuevo—. Mañana será un día largo.

Regresaron silenciosamente a la sala común de Gryffindor, el ambiente tranquilo contrastaba con la tormenta de pensamientos que agitaba sus mentes. Habían dado un paso peligroso al involucrarse en algo mucho más grande de lo que podían imaginar.

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A la mañana siguiente, Harry y sus amigos se reunieron en la Gran Sala para el desayuno, intentando aparentar normalidad mientras sus ojos vigilaban cuidadosamente cada movimiento de Snape en la mesa de los profesores. Snape, como de costumbre, estaba imperturbable, conversando en voz baja con McGonagall y lanzando miradas furtivas hacia los estudiantes de Slytherin, entre los que Draco estaba notablemente ausente.

—¿Dónde está Malfoy? —preguntó Ron, mordisqueando distraídamente una tostada.

—Probablemente esté evitando que lo veamos después de anoche —dijo Harry, entrecerrando los ojos en dirección a la mesa de Slytherin.

—O tal vez está con Snape, terminando lo que empezó —sugirió Hermione en voz baja.

Harry apretó los dientes. Si Draco y Snape estaban planeando algo, no podían darse el lujo de esperar mucho tiempo.

Después del desayuno, los tres amigos se dirigieron hacia las mazmorras, donde tendrían la primera clase de pociones del día. A pesar de los nervios, sabían que esta era una oportunidad perfecta para vigilar a Snape sin levantar sospechas.

Al llegar a la mazmorra, Snape ya estaba allí, como siempre, con los brazos cruzados y su habitual expresión severa. El aire en la sala era frío y espeso, lo que hacía que el ambiente fuera aún más tenso.

—Hoy prepararán una poción de distorsión temporal —anunció Snape, mirando a los estudiantes con desdén—. No espero que la mayoría de ustedes la hagan correctamente, pero intentaré no sorprenderme cuando fracasen.

Harry intercambió una mirada rápida con Hermione y Ron. Sabían que esta clase sería su mejor oportunidad para observar a Snape de cerca. Mientras comenzaban a reunir los ingredientes, Harry no pudo evitar sentir que algo oscuro y peligroso se cernía sobre ellos.

A lo largo de la clase, intentaron mantener una fachada de normalidad, pero sus ojos estaban siempre atentos a cualquier señal de Snape. De vez en cuando, Hermione murmuraba algo sobre el estado de la poción, pero todos sabían que su mente estaba en otro lugar.

Finalmente, cuando la clase estaba a punto de terminar, sucedió algo inesperado.

Snape, que hasta ese momento había estado caminando entre las mesas, se detuvo abruptamente junto a Harry, sus ojos oscuros fijos en él.

—Potter —dijo con voz baja y peligrosa—. Quédate un momento después de la clase. Hay algo de lo que necesito hablar contigo.

Harry sintió que el estómago se le hundía. ¿Había descubierto algo? ¿Sabía que habían estado espiándolo la noche anterior? Trató de mantener la calma mientras el resto de los estudiantes comenzaba a recoger sus cosas y salir de la mazmorra.

Ron y Hermione lanzaron miradas preocupadas hacia Harry, pero él les hizo un gesto para que se fueran. Sabía que si insistían en quedarse, Snape solo se pondría más sospechoso.

Cuando la sala quedó vacía, Snape se giró hacia Harry, su rostro inexpresivo, pero sus ojos lo observaban con intensidad.

—Anoche —comenzó Snape, sin rodeos—. Sabes de lo que estoy hablando.

Harry tragó saliva, pero mantuvo su mirada fija en los ojos de Snape.

—Sí —respondió, con la voz firme.

Snape lo observó durante unos largos segundos antes de asentir ligeramente.

—Sabía que era cuestión de tiempo antes de que metieras la nariz donde no te llaman. Pero esto, Potter, está mucho más allá de lo que puedes manejar. Lo que viste anoche es solo una pequeña fracción de lo que está en juego.

Harry frunció el ceño, su mente acelerada. ¿Qué estaba sugiriendo Snape?

—¿Por qué no me dices qué está pasando realmente? —preguntó Harry—. No tiene sentido seguir ocultando cosas. Sabemos que Voldemort está detrás de esto. Sabemos que Draco está involucrado. Y también sabemos que tú estás metido hasta el cuello en esto.

Snape dejó escapar una risa seca y amarga.

—Tú no sabes nada, Potter. Ni siquiera te imaginas la magnitud del peligro en el que te estás metiendo.

Antes de que Harry pudiera responder, Snape dio un paso hacia él, acercándose tanto que Harry pudo sentir el frío de su aliento.

—Si realmente quieres ayudar a detener a Voldemort —susurró Snape, sus palabras apenas audibles—, tendrás que aprender a confiar en quienes menos esperas. Y eso, Potter, es algo que aún no has aprendido.

Con eso, Snape se giró y se alejó, dejándolo con más preguntas que respuestas.

𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora