El ambiente dentro del castillo era denso y opresivo. El invierno en Hogwarts parecía haberse vuelto más frío, reflejando el temor y la tensión que envolvía al colegio. Harry, Ron y Hermione sabían que estaban caminando sobre terreno inestable. Estaban a punto de desenterrar un secreto que podía cambiar el destino de todos en Hogwarts, pero también sabían que un solo paso en falso podría costarles caro.
Después de seguir a Draco hasta la Sala de los Menesteres, Harry y Hermione se quedaron ocultos detrás de la estatua, observando cómo desaparecía en el interior de la habitación. La puerta se cerró con un leve clic. El corazón de Harry latía con fuerza mientras contemplaba la entrada. No tenían idea de lo que Draco estaba tramando, pero fuera lo que fuera, no podía ser nada bueno.
—Harry, ¿qué hacemos? —susurró Hermione, con los ojos entrecerrados mientras miraba la puerta—. No sabemos lo que hay dentro.
Harry frunció el ceño, su mente girando en busca de una solución. Habían esperado días para este momento, y no podían permitir que Draco continuara con su plan sin hacer nada.
—No podemos entrar aún —dijo Harry finalmente—. No sabemos cómo está configurada la sala ahora mismo, y si nos apresuramos podríamos activar alguna trampa o advertirle que lo estamos siguiendo.
Hermione asintió, aunque claramente frustrada. Siempre prefería tener más información antes de actuar, pero esta vez tenían que ser cuidadosos.
—Necesitamos encontrar una manera de entrar sin que Draco lo sepa —continuó Harry—. Si la sala está configurada para él, podríamos intentar hacernos pasar por alguien más o esperar a que salga. Aunque eso puede llevar horas.
Ron apareció de repente por el pasillo, con el rostro nervioso.
—¿Lo han visto entrar? —preguntó agitado—. ¿Qué hacemos ahora?
—Entró hace un momento —respondió Hermione—. Pero no podemos seguirlo de inmediato.
Ron asintió, y juntos comenzaron a pensar en diferentes maneras de acercarse a Draco sin alertarlo. Sabían que la Sala de los Menesteres respondía a las necesidades de quien la usara, pero también sabían que no era invulnerable. Podía ser penetrada si encontraban la manera correcta.
Finalmente, Hermione propuso una idea.
—¿Recuerdan cómo usé el encantamiento Alohomora para abrir la puerta en segundo año? Tal vez pueda funcionar aquí —dijo con una chispa de esperanza en sus ojos.
Harry dudó por un momento.
—No estoy seguro de que funcione —dijo con cautela—. Esta no es una puerta común, Hermione. La Sala de los Menesteres podría estar protegiéndose de intrusos con magia mucho más poderosa. Pero no perdemos nada con intentarlo.
Hermione levantó su varita y, con una mirada decidida, pronunció el hechizo.
—Alohomora.
Nada sucedió. La puerta permaneció cerrada y sin cambios. Hermione bajó la varita, claramente frustrada.
—Sabía que sería más complicado —murmuró para sí misma.
—Tal vez deberíamos esperar —dijo Ron—. No podemos arriesgarnos a entrar sin estar seguros de lo que hay dentro.
Harry frunció el ceño, pero sabía que Ron tenía razón. La Sala de los Menesteres era impredecible. No sabían qué trampas o defensas podía haber activado Draco en su interior. Después de todo, estaba trabajando en un plan que Voldemort le había encargado, y eso significaba que debía estar a la defensiva en todo momento.
—De acuerdo —dijo Harry finalmente—. Esperemos. Pero tenemos que estar listos para actuar tan pronto como Draco salga.
Decidieron turnarse para vigilar la puerta de la Sala de los Menesteres, asegurándose de que Draco no los descubriera. Sabían que podrían estar allí por horas, pero estaban dispuestos a esperar el tiempo que fuera necesario. No podían permitirse perder su oportunidad.
Las horas pasaron lentamente, y la tensión aumentaba con cada minuto. Harry, Hermione y Ron se sentían cada vez más inquietos, sabiendo que el tiempo estaba en su contra. Voldemort no esperaría para siempre, y si Draco lograba llevar a cabo su plan, Dumbledore estaría en un grave peligro.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la puerta de la Sala de los Menesteres se abrió silenciosamente. Draco salió, su rostro pálido y tensado por la preocupación. Estaba solo, lo que le dio a Harry una pequeña sensación de alivio, pero también lo llenó de preguntas. ¿Qué había estado haciendo allí dentro? ¿Qué estaba preparando?
Draco no pareció notar la presencia de Harry, Ron y Hermione mientras se alejaba rápidamente por el pasillo. Los tres amigos esperaron hasta que estuvo fuera de vista antes de acercarse a la puerta.
—Ahora es nuestra oportunidad —dijo Harry, con determinación—. Vamos.
Los tres se acercaron a la puerta y, para su sorpresa, la entrada seguía abierta. La Sala de los Menesteres parecía haber sido configurada para cumplir los deseos de Draco, pero ahora que él se había marchado, la habitación estaba vacía y accesible.
Al entrar, Harry sintió una extraña opresión en el aire. La sala era inmensa, llena de objetos antiguos, baúles cerrados y misteriosos artefactos mágicos. Parecía más un almacén olvidado que una sala de estudios o una oficina. Las paredes estaban cubiertas de polvo, y había una luz tenue que apenas iluminaba el lugar.
—¿Qué es este lugar? —preguntó Ron, mirando alrededor con cautela.
Hermione frunció el ceño.
—Creo que esta es la versión de la Sala de los Menesteres que aparece cuando alguien necesita ocultar algo. Draco debe haber estado escondiendo o preparando algo aquí, pero no estoy segura de qué.
Harry caminó lentamente por la sala, sus ojos recorriendo cada rincón en busca de pistas. Algo estaba mal. Podía sentirlo. No era solo una sensación de peligro inminente, sino algo más oscuro, algo más profundo.
Finalmente, sus ojos se posaron en un extraño armario, grande y pesado, ubicado en un rincón apartado. Parecía fuera de lugar, diferente al resto de los objetos. Harry se acercó cautelosamente, y cuando tocó la madera del armario, una vibración recorrió su brazo.
—Hermione, Ron, miren esto —dijo, señalando el armario.
Ambos se acercaron y observaron el objeto con detenimiento.
—¿Es un armario evanescente? —preguntó Hermione, reconociendo la estructura—. Si lo es, esto podría ser muy, muy malo.
—¿Qué hace un armario evanescente aquí? —preguntó Ron, visiblemente confundido.
—Si es lo que creo, Draco podría estar usándolo para traer a alguien o algo a Hogwarts —dijo Hermione, su voz temblando ligeramente—. Esto es mucho más peligroso de lo que pensamos.
Harry sintió un nudo en el estómago. Sabía que habían descubierto algo crucial, pero también sabía que esto era solo el comienzo. Si Draco estaba usando el armario para algo, significaba que el verdadero peligro aún estaba por llegar.
—Tenemos que avisarle a Dumbledore —dijo Harry, con la voz cargada de urgencia—. No podemos manejar esto solos.
Los tres amigos salieron de la Sala de los Menesteres rápidamente, conscientes de que cada minuto que pasaba los acercaba más al peligro. El futuro de Hogwarts, y quizás el del mundo mágico, dependía de lo que hicieran a continuación.
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𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏ
Фанфик𝐄𝐍 𝐒𝐔 𝐒𝐄𝐗𝐓𝐎 𝐀𝐍̃𝐎 en Hogwarts, Harry Potter se enfrenta a un nuevo tipo de confusión: en una clase de pociones, se le asigna preparar la famosa poción de Amortentia, que revela el aroma de aquello que más desea. Para su sorpresa, lo único...