CAPITULO 19

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El sol se estaba poniendo cuando Harry, Hermione y Ron llegaron de nuevo a la Torre de Gryffindor. Los tonos naranjas y rojizos que se colaban por las ventanas parecían reflejar la tensión que se sentía en el aire. Nadie hablaba mientras subían las escaleras en silencio, pero los pensamientos de Harry iban a mil por hora. Draco estaba tramando algo, y el tiempo corría en su contra.

Una vez en la sala común, los tres se sentaron en su rincón habitual cerca del fuego. Hermione fue la primera en romper el silencio.

—Necesitamos un plan sólido —dijo ella, sacando su libreta de notas—. Sabemos que Draco está usando el armario evanescente para traer a los mortífagos a Hogwarts. Lo que no sabemos es cuándo ni cómo pretende hacerlo sin ser descubierto.

Ron se frotó la cara, cansado.

—Es un maldito genio del mal, eso está claro —dijo, con tono frustrado—. Pero si está tan involucrado con los mortífagos, ¿por qué nadie más se ha dado cuenta? Quiero decir, McGonagall, Snape... ellos están por todas partes.

Hermione lo miró con gravedad.

—Esa es la cuestión, Ron. Snape está involucrado. Tiene que estarlo. Lo vimos hacer un Juramento Inquebrantable con la madre de Draco. Eso significa que está comprometido a protegerlo y a cumplir la misión que le han dado, lo que sea que eso signifique.

Harry se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en las rodillas. Sentía la presión de todo lo que estaba pasando aplastando su pecho. Draco estaba a punto de traer el caos a Hogwarts, y Snape, su profesor de pociones y alguien en quien había tenido que depositar su confianza a regañadientes, era parte de ello.

—Snape tiene que saber más de lo que nos deja ver —murmuró Harry, recordando las miradas que el profesor le lanzaba en clase—. Él siempre está cerca, siempre observando, pero no podemos depender de él para que lo detenga.

Hermione asintió.

—Lo que significa que somos nosotros quienes debemos actuar. Y debemos hacerlo rápido. El armario evanescente podría activarse en cualquier momento, y una vez que eso suceda, Hogwarts será vulnerable.

Ron se enderezó en su asiento, su expresión seria.

—¿Y cómo lo detenemos? ¿Hay alguna forma de desactivar el armario? O, ¿podemos intentar moverlo? Tal vez si lo escondemos en algún lugar donde Draco no lo encuentre...

Hermione negó con la cabeza, pensando rápidamente.

—No podemos mover el armario. Es un objeto mágico muy avanzado, y podría estar vinculado a la magia oscura. Si tratamos de destruirlo sin el conocimiento adecuado, podríamos activar algún tipo de mecanismo de defensa.

—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Harry, frustrado—. No podemos quedarnos esperando.

—Podemos intentar sabotearlo —sugirió Hermione—. Sabemos dónde está en la Sala de los Menesteres, y si descubrimos cómo funciona exactamente, tal vez podamos hacer algo para retrasar su activación o incluso inutilizarlo sin que Draco lo note.

Harry se sintió ligeramente aliviado al escuchar la idea. Era arriesgado, pero era mejor que quedarse de brazos cruzados.

—De acuerdo —dijo—. Entonces mañana por la mañana volvemos a la Sala de los Menesteres. Revisamos el armario y encontramos una forma de sabotearlo.

Ron asintió.

—Solo espero que no sea demasiado tarde.

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La mañana siguiente llegó rápidamente. El trío apenas había dormido, y las ojeras debajo de sus ojos eran un claro indicio de la tensión acumulada. Después de un desayuno rápido en el Gran Comedor, donde notaron que Draco no aparecía, decidieron no perder más tiempo y se dirigieron a la Sala de los Menesteres.

El pasillo donde se encontraba la sala estaba, como siempre, desierto. La puerta se materializó ante ellos cuando Harry pasó frente al muro tres veces, concentrando su mente en lo que necesitaban: una manera de sabotear el armario evanescente.

Entraron en la sala, que era tan vasta y caótica como la última vez que la habían visitado. Estanterías rotas, muebles antiguos, y montones de objetos perdidos llenaban el lugar, pero el armario evanescente estaba allí, imponente, en el centro.

—Ahí está —dijo Ron, señalándolo.

Hermione caminó hacia el armario con cautela, examinando cada detalle. Se inclinó hacia adelante y pasó la mano por la superficie, murmurando algunos hechizos de diagnóstico.

—Parece que hay múltiples capas de magia aquí —dijo en voz baja—. No solo es un portal. Tiene encantamientos protectores y algunos otros hechizos que no puedo identificar del todo.

Harry se acercó, frunciendo el ceño.

—¿Podemos hacer algo para sabotarlo?

Hermione asintió lentamente, pensativa.

—Podríamos intentar desactivar algunos de los encantamientos. Pero tendríamos que ser muy cuidadosos. Si tocamos la magia equivocada, podríamos activar una alarma o, peor aún, dañarnos a nosotros mismos.

Harry no dudó.

—Hagámoslo. Tenemos que intentarlo.

Ron sacó su varita y se paró a la izquierda del armario, mientras Harry y Hermione se posicionaban alrededor del objeto, listos para trabajar en equipo. Hermione comenzó a murmurar un hechizo complicado, su varita apuntando hacia una de las bisagras del armario. Harry la siguió, imitando el movimiento de su varita.

El aire a su alrededor se volvió denso con la magia. Podían sentir los antiguos hechizos luchando contra los nuevos, resistiéndose al cambio. La tensión en la sala era palpable.

De repente, un crujido resonó por todo el espacio. El armario tembló levemente, como si hubiera cobrado vida por un breve momento. Hermione se detuvo en seco.

—¿Qué fue eso? —preguntó Ron, con los ojos muy abiertos.

Hermione frunció el ceño, mirando el armario.

—Algo cambió. Uno de los encantamientos protectores se desactivó, pero... hay más. Esto es mucho más complicado de lo que esperaba.

Antes de que pudiera continuar, la puerta de la Sala de los Menesteres se abrió de golpe. Los tres amigos se giraron rápidamente, sus corazones latiendo con fuerza.

Draco Malfoy estaba parado en la entrada, con una mirada helada en su rostro.

—¿Qué demonios están haciendo aquí? —espetó, su varita ya en su mano.

Harry sintió que su cuerpo se tensaba. No habían planeado ser descubiertos tan pronto, y menos por Draco. Pero allí estaba, con una expresión mezcla de furia y sorpresa.

—Sabemos lo que estás haciendo, Draco —dijo Harry, dando un paso hacia adelante—. Sabemos lo del armario y los mortífagos. No vamos a dejar que traigas a Voldemort aquí.

La cara de Draco palideció, pero no bajó su varita. Al contrario, la levantó más, con los nudillos blancos de la tensión.

—No entiendes nada, Potter —escupió, su voz llena de odio y miedo al mismo tiempo—. No tienes idea de lo que está en juego aquí. No puedes detener esto.

Harry sintió que el aire en la sala se volvía más frío. No había marcha atrás ahora. Estaba en una encrucijada, y de alguna manera, sabía que lo que sucediera en los próximos minutos cambiaría todo.

El enfrentamiento con Draco había comenzado, y la guerra en Hogwarts estaba más cerca de lo que jamás hubiera imaginado.

𝐄𝐋 𝐀𝐑𝐎𝐌𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐀𝐌𝐎𝐑𝐓𝐄𝐍𝐓𝐈𝐀 →ᴅʀᴀʀʀʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora