22: Regreso a casa.

191 31 19
                                    

[Michelle]

Arrastré mi maleta después de salir del taxi que estacionó frente a mi casa.

Saqué las llaves de mi bolso para abrir la puerta, pero ésta fue abierta antes por tía Yolanda.

Al verme sonrió enormemente y me dió un abrazo de oso, de esos que curan el alma.

——¡Mijita!

——Hola, tía.

——¿Cómo estás? ¿Qué tal fue todo? ¿Qué pasó con el muchacho? ¿Lo resolviste?

Me quedé en silencio sin parar de abrazarla.

——Perdón mijita, el poder del chisme. Pero ven, pasa y haré café, así me cuentas todito todo.

Agarró mi maleta y me soltó, entró a la casa a toda prisa.

Suspiré cansada y entré cerrando la puerta detrás de mí. Dejé mi bolso sobre la mesa y me senté en una silla del comedor.

Mi hermana salió de nuestra habitación y al verme arrugó la cara de manera nada disimulada.

——¿Qué haces aquí? ¿No que venías mañana?

——También me alegra verte, Arantxa. Yo igual te extrañé.

——Dramática, solo fue una semana.

Sacó una silla que estaba frente a mí y se sentó, me miró con impaciencia.

——¿Qué tal salió todo?

——Quiero descansar, fue un viaje largo.

Y destructor de estabilidad emocional.

——Ah no, no me vengas con esas ahora. No sé cómo puedes estar tan tranquila con diez mil dólares en el bolsillo ——ansiosa se frotó las manos.

Bajé la mirada hasta mis manos y me puse a juguetear con ellas sin saber cómo decirle.

Solo quería descansar, pero sabía que la casa no tardaría en arder en llamas en cuanto mi hermana se enterará de que tenía polillas en mis bolsillos en vez de billetes.

O tal vez tan solo 100$

Al final sí terminé aceptando dinero de ese anciano infeliz, no porque quisiera sino por necesidad.

——¿Michelle? Holaaa.

Froté mis ojos y solté un fuerte suspiro.

——No me digas que te dieron menos de lo acordado.

——¿Podemos hablar de esto luego, Arantxa? Por favor.

——No, hablaremos de esto ya.

Me señaló amenazante y con sus ojos empezando a encenderse de rabia.

——¿Qué pasó con el dinero? ¿Te estafaron?

Tía Yolanda entró a la sala con dos tazas de café humeante y las dejó sobre la mesa mientras nos miraba confundida.

——¿Pos qué te picó, niña? ¿Por qué le estás hablando así a tu hermana si acaba de llegar?

——No te metas tía Yolanda, mi hermana no deja de ser una ingenua por lo que veo.

Arrugué las cejas confundida de su actitud, el cansancio ya me estaba pasando factura y me estaba haciendo apretar los puños.

——¡Óyeme! No le digas así a tu hermana —le pegó un zape por la nuca.

——Pero sí es la verdad, le estoy preguntando que pasó con el dinero y no quiere responderme, solo pone cara de que pasó la peor tragedia de su vida y ya.

Finge ser mi novia - Five Hargreeves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora