Capítulo 11

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—J'aime la façon dont tu me touches, Cian

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J'aime la façon dont tu me touches, Cian. —Fruncí el ceño porque no logré comprender lo que me estaba diciendo. Ahora mismo mis cinco sentidos estaban concentrados en el placer de practicar sexo. Sin embargo, el tono y el acento de Camilla me hizo acelerar el movimiento de mi cintura.

—Dilo otra vez, rubia —gemí sobre su boca. Ella mordió mi labio al tiempo que una bonita sonrisa aparecía. Esta mujer era preciosa.

J'aime la façon dont tu me touches, Cian. —Sonreí.

—¿Te gusta cómo te toco, Camilla? —Cerró los ojos y abrió la boca para soltar un fuerte gemido.

J'aime tout chez toi —esbocé una sonrisa. Me encantaba como sonaba eso.

—Enséñame, Camilla. Enséñame a decirlo

Camilla enganchó las piernas en mi cintura permitiendo que mis embates fueran más profundos. Deslizó las manos por mi espalda y sus uñas se ciñeron con fuerza en mi piel.

J'aime —gimió mirando mi boca—. Dilo, Cian. J'aime...

—J'aime...

—J'aime tout.

—J'aime tout...

—Tout. Esa T es gutural, nace desde la garganta.

J'aime tout —sonrió y me premió con un beso.

J'aime tout chez.

—J'aime tout chez —me volvió a besar, lo que significaba que había dicho de manera correcta la palabra.

J'aime tout chez toi.

—J'aime tout chez toi, Camilla. —La sonrisa que dibujó en su rostro fue de antología.

—Amo todo de ti, Cian.

Esta vez quién besó al otro fui yo. Quería llegar al orgasmo con un beso de Camilla. Deslicé mi mano por su pierna y apreté con fuerza. El empuje de mi cintura se intensificó, y justo antes de conseguir mi propio orgasmo, lo hizo ella.

Conseguí el mío cinco segundos después, en el momento exacto en el que ella disfrutaba del suyo. Una locura exquisita. Me dejé caer sobre su cuerpo intentando recuperar la respiración, mientras sentía sus caricias.

Las caricias después del sexo era algo completamente nuevo para mí. Algo que nació con Camilla Dupont. Las muestras de afecto me parecían demasiado íntimas, Brianne las consideraba innecesarias e inmaduras. Y antes de mi esposa jamás pensé mucho en ellas.

Antes de Brianne el sexo era una necesidad biológica, algo que me ayudaba a aligerar el estrés, una función que distendía problemas, responsabilidades y aburrimiento.

Después de Brianne me replanteé la situación, con mi esposa me parecían necesarias y una muestra del amor que sentía por ella, todo lo contrario de lo que Brianne creía. Después del sexo, con Brianne, la vida seguía su curso, no parecía detenerse el mundo como ahora.

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