Estaba esperando a Camilla afuera del restaurante. Miré mi teléfono mientras me llevaba un cigarro a la boca y comprobaba que no tenía un encendedor. No obstante, alguien tendió uno hacia mí. Vi la llama y luego miré a la persona que sostenía el mechero.
—¿Esperando a Camilla? —Inquirió Lucien en inglés. De una calada encendí mi cigarrillo al tiempo que el tipo guardaba el encendedor en el bolsillo del pantalón.
—Sí.
—Siempre le pide a sus ligues que la esperen acá.
—¿Estás celoso?
—Antes de que aparecieras en el mapa ella era mía —alcé una ceja mientras sonreía. Por primera vez estaba siendo directo.
—No vi tu nombre en su cuerpo.
—Hijo de puta... —lancé el cigarrillo lejos y lo miré. El tipo tenía los ojos vidriosos y parecía cabreado.
—Aléjate de ella.
—Camilla sabe que no tiene a nadie más en este mundo. Jamás se alejará de mí.
—Ella es una mujer que sabe lo que quiere, y por supuesto que tú no estás dentro de esos planes.
—No sabes lo que estás diciendo —replicó Lucien mirándome con rabia—. ¿No te ha dicho con quién vive? ¿No te ha dicho quién le ayudó a escapar de su padre? —el hijo de puta logró ver la incertidumbre que estaba sembrando en mí y tener aquella certeza le hizo sonreír—. Veo que está haciendo contigo lo mismo que hizo con el que estuvo antes de ti.
—Si piensas que creeré lo que estás diciendo, estás mal de la cabeza.
—Te contó la historia de la pobre niña indefensa que fue abusada por su padre y que la obligó a ver como asesinaba a su madre. ¿Fue así? —Inquirió sonriendo—. Te contó cada detalle de su difícil infancia mientras lloraba en tus brazos —borró la sonrisa y me miró—. Conmigo hizo lo mismo, y cuando ya no le sirvas, se deshará de ti.
—¿Eso hizo contigo?
—Sí, pero para su desgracia decidí hacerle las cosas más complicadas. No estoy dispuesto a dejarla ir tan fácil, ahora que dejó de ser virgen no será un problema obligarla a follar conmigo. Lo estoy deseando.
—Estás enfermo.
—Ella está contigo por interés, no porque realmente te quiera —lanzó la colilla del cigarrillo y volvió a sonreír—. Pregúntale que hizo conmigo los tres días que no estuviste —deslizó la lengua por sus labios en un gesto lascivo—. Le enseñaste a follar como los dioses, y ahora quién disfruta de los beneficios soy yo...
Lo agarré con fuerza del abrigo.
—La golpeaste —gruñí colérico.
—No me agradó que no quisiera chuparme la polla.
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Todos nuestros momentos
Chick-LitCamilla Dupont es una mujer que suele soñar con los pies en la tierra. Sueña con cocinar y con ser amada, anhela con el alma ser una persona feliz y por sobre todo escapar de un pasado que la asusta más que nada en el mundo. Cuando su camino se cru...