Capítulo 13

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—¿Estás seguro?

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—¿Estás seguro?

—Por supuesto que estoy seguro. Te ves preciosa.

—Estoy feliz de conocer a tu familia.

—Mi cuñada hace mucho tiempo quería visitar París, y aprovechando la instancia en que estaba acá, decidieron programar una reunión —Camilla apretó mi mano con fuerza y un dejo de nervios—. No tienes que estar nerviosa, ma jollie fille, te aseguro que los dos son las mejores personas del mundo —le di un beso en el costado de la frente mientras entrábamos en el restaurante del hotel en el cual se hospedaron los Lexington—. Mira, ahí están.

Nos acercamos a la mesa y en cuanto nos vieron los dos se levantaron.

—¡Que guapo estás, querido! —Iris me miraba sonriendo mientras nos estrechábamos en un fuerte abrazo con mi hermano mayor.

—No más guapa que tú, cuñada —luego de soltar a Aiden, tomé la mano de Camilla y miré a mi familia sonriendo—. Camilla, ellos son Iris y Aiden, mi cuñada y hermano mayor. Iris, Aiden, ella es Camilla Dupont, mi novia.

—Bienvenidos a París —sonrió Camilla.

—¡Bienvenida a la familia, Camilla! —Iris en su entusiasmo habitual, abrazó a Camilla con cariño.

—Ahora entiendo la desconexión con la casa nodriza —ironizó Aiden al tiempo que yo esbozaba una sonrisa. La casa nodriza era el hogar de nuestros padres, allí siempre solíamos reunirnos todos y no pasaba un día que no llamara a mamá para hacerle saber que estaba bien. No obstante, el trabajo y Camilla estaban ocupando todo mi tiempo.

Con rapidez y un poco de preocupación me di cuenta que Camilla encajaba a la perfección con mi familia. Iris le habló de mis sobrinas, que eran por completo mi adoración, le enseñó fotografías como una verdadera madre gallina y Cami siempre le respondía con una sonrisa. Parecía tan feliz de pertenecer a algo.

Sin darme cuenta estuvimos toda la tarde hablando animadamente, Iris se llevó a las mil maravillas con Camilla y ella supo responder las ironías de mi hermano. Como si se conocieran de toda la vida.

—¿Qué es lo que tanto te preocupa? —Inquirió entonces Aiden cuando las dos fueron al servicio de señoritas. Esbocé una sonrisa y bebí un poco de espumante—. Hace mucho tiempo que no me presentabas una novia.

—En realidad, nos estamos conociendo. No me pareció cortés presentarla como mi amiga cuando... —me encogí de hombros.

—Cuando te estás acostando con ella —asentí—. ¿Camilla también tiene la situación clara?

—Sabe que en un par de días vuelvo a Londres.

—No respondes mi pregunta.

—Ella está sola en el mundo. Quise terminar esto antes de dañarla, pero no pude. La esperé afuera del restaurante en el cual trabaja con un ramo gigante de sus flores favoritas.

—¿Estás con ella por lástima, Cian?

—Por supuesto que no.

—¿Entonces?

—No me parece justo estar con una mujer sin entregarme por completo, con Camilla no se siente correcto.

—¿Qué es lo que te detiene? —Aiden apoyó los codos sobre la mesa y me miró directamente a los ojos—. ¿Hay otra mujer?

—Sí —confesé. Aiden lejos de juzgarme, asintió.

—Y esa mujer es Brianne Quinn —lo miré sorprendido y él negó, restándole importancia—. Un día fui a tu departamento y los vi saliendo juntos. No lo he comentado con nadie, ni siquiera contigo porque estaba esperando que tú quisieras hablarlo conmigo primero.

—Fui un imbécil —solté después de un rato—. Sabía que ella estaba enamorada de Cunnington, pero no me importó.

—No seas tan duro contigo —me palmeó el brazo—. Confiaste en ella, y a veces las personas que más amamos son quienes más nos destrozan. Eres un tipo inteligente, Cian, olvida a esa mujer y sigue caminando en la dirección correcta.

—Eso intento, pero apareció esta mujer en mi vida que me está ayudando a reencontrarme con el viejo Cian que Brianne destruyó. No quiero que esta relación sea unidireccional. Quiero que ella también obtenga algo a cambio. Lo que menos quiero es lastimarla.

—Si no sientes nada por ella deberías dejarla porque, aunque no quieras, Camilla sufrirá.

—Sé que debería dejarla, pero me gusta estar con ella.

—Entonces, deberías arriesgarte.

—¿Arriesgarme? —Inquirí confundido.

—Camilla saca algo de ti que muy pocas veces he visto, y es bonito de admirar.

—¿Qué es?

—Camilla te mira como si nada ni nadie fuera más importante que tú, y eso te hace relucir. Es como si alguien la pusiera en tu camino para que comprendas que vales la pena para alguien, para una mujer.

Bebí de mi espumante al tiempo que veía como las dos se acercaban a nuestra mesa sonriendo. Cuando Camilla se sentó a mi lado, venía con un postre.

—No me pude resistir en traer uno de tus postres favoritos, ma vie —me dio un beso en la mejilla. La miré a los ojos y nunca los vi brillar tanto como esta noche. Acuné su rostro y le di un beso suave, sin importarme que estuviera mi familia analizando cada uno de mis movimientos.

Camilla me hacía bien.

Camilla estaba resucitando al viejo Cian. 

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