Camilla Dupont es una mujer que suele soñar con los pies en la tierra. Sueña con cocinar y con ser amada, anhela con el alma ser una persona feliz y por sobre todo escapar de un pasado que la asusta más que nada en el mundo.
Cuando su camino se cru...
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Estaba aterrado.
Y ese terror lo generaba una niña de cuatro años.
Cuando Camilla estiró el brazo para girar el pomo de la habitación entré en pánico.
—¡Espera! —exclamé. Ella me miró por encima del hombro y al ver mi expresión, se giró completamente.
—¿Qué ocurre? ¿Estás bien?
—Sí —carraspeé—. Es la primera vez que veré a mi hija y... —maldita sea, no se me ocurría nada creíble hasta que vi un cuadro de girasoles en la pared—. No tengo un regalo.
—¿Qué?
—Es la primera vez que Amandine y yo nos veremos y quiero que sea un recuerdo importante.
—Cian, eso no es importante ahora.
—Solo dame tres minutos —agarré su mano y volvimos a la sala donde estaba el resto.
—¿Tan rápido la cagaste, Lexington? —escupió Lewis al vernos regresar. Joanne y Alex también se levantaron de sus sillas.
—Necesito flores.
—¿Para qué? —Inquirió Jo confundida.
—Quiero que Amandine se lleve una buena impresión de mí, eso es todo.
Alex me dio una palmada en el hombro y asintió.
—El otro sector del piso es maternidad...
—Que conveniente —soltó Lewis.
—Hay un puesto de flores —continuó Alex obviando la intervención del chef.
—Y también osos de felpa —sonrió Aiden. Tragué en seco.
—Quédate aquí, iré yo por las flores —dijo Alex.
—Deben ser girasoles —insistí.
—¿Por qué? —preguntó Micah.
—Porque son las flores favoritas de Camilla y... —la miré en busca de ayuda.
—También son las favoritas de Dine —resolvió ella sonriendo emocionada.
