Capítulo 15

487 69 30
                                    

—¡Suéltame! —La carcajada de Camilla resonó con fuerza en la habitación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Suéltame! —La carcajada de Camilla resonó con fuerza en la habitación. Rodeó mi cuello con sus brazos y la besé.

—La fresa dejó un sabor exquisito en tu boca —sonrió al tiempo que enrollaba las piernas en mi cintura. Los dos estábamos desnudos en la cama.

—¿Vas a volver?

—Iré a Londres por tres días y luego volveré. ¿No te gustaría ir conmigo?

—Me encantaría, pero sabes que no puedo.

—¿Tanto miedo te da perder ese empleo?

—Aprendo demasiado de los chefs. Además, me gustaría obtener la beca que otorgan para estudiar gastronomía.

—Me llamarás si necesitas algo —ella frunció la boca y negó—. ¿No?

—Lo único que necesitaré es que vuelvas pronto —deslizó la punta del dedo por mi nariz—. ¿Puedo decir algo sin que te asustes? —Sonreí.

—Nada de ti puede asustarme, Camilla.

—Estoy enamorada de ti Cian.

Esbocé una sonrisa tímida, era la primera vez que una mujer decía que estaba enamorada de mí con tanta seguridad.

Las veces que Brianne dijo aquella frase sonaba impersonal, y parecía que solo lo decía para hacerme feliz. Fui tan idiota.

Deslicé mi pulgar por el contorno de sus labios, sonriendo.

—Te amo, Cian.

Esta vez mi sonrisa fue más ancha y luego la besé.

Los tres días pasaron en una lenta agonía, y si bien hablamos por teléfono cada día, extrañaba la locura de Camilla

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Los tres días pasaron en una lenta agonía, y si bien hablamos por teléfono cada día, extrañaba la locura de Camilla. Llegué al hotel con más entusiasmo porque sabía que ella me estaba esperando en la habitación. Estaba demasiado ansioso para esperar el elevador y subí corriendo los tres pisos.

Cuando inserté la tarjeta, sonreí.

Camilla estaba en el centro de la sala, sonriendo, tan bonita como siempre.

—¡Mon amour! —Se lanzó a mis brazos y yo la recibí con cariño.

—Rubia —respiré con fuerza el aroma del champú y suspiré. Ella se apartó para besarme y yo la devoré de las ansias que tenía. Deslicé mis manos por su culo y ella se apartó de un salto.

—¿Por qué no damos un paseo? —Sugirió nerviosa y recién caí en la cuenta que estaba usando gafas de sol.

—Después de tener mi cuota de Camilla Dupont.

—Anda, vamos. Hace mucho que no damos un paseo.

—Sexo primero, Cami —imploré como un niño. Ella sonrió, me acerqué para quitarle las gafas, pero ella se apartó con terror.

Inmediatamente mis alarmas se prendieron.

Pude notar en sus mejillas que las lágrimas se deslizaban.

El momento tan bonito, comenzaba a estropearse lleno de preocupación.

Dejé escapar un hondo suspiro y le di tiempo para que ella misma se quitara las gafas.

Cuando lo hizo sentí una llama crecer con fuerza en mi vientre. Tenía un moratón en el contorno del ojo.

—Me golpeé en la cocina del restaurante.

Los dos sabíamos que ella estaba mintiendo.

Asentí.

La tomé de la mano y le di un suave beso en la mejilla.

—Vamos a dar un paseo —ella asintió agradecida. Acuné su rostro con cariño—. Quiero que confíes en mí y me permitas ayudarte el tiempo que estemos juntos —volvió a asentir sin apartar sus ojos de los míos—. Si fue Lucien el que se atrevió a colocarte un maldito dedo encima, lo voy a matar con mis propias manos.

—Fue un accidente —respondió asustada.

Solo necesitaba una reacción.

El hijo de puta de Lucien estaba muerto, tenía los días contados. 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todos nuestros momentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora