10 - Investigaciones

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Jon aparcó la moto y se quitó el casco

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Jon aparcó la moto y se quitó el casco. Sus nerviosas manos buscaron inquietas el bulto del paquete de tabaco y del mechero en el bolsillo trasero de sus pitillos negros. Con ansias, encendió el cigarrillo y un suspiro de placer le recorrió el cuerpo entero.

A los pocos minutos, vio la cabeza rubia de Álex saliendo por las puertas de su trabajo. El arco que formaron las cejas de su amigo delató lo sorprendido que estaba de verlo allí.

—¿Qué bicho te ha picado? —fue todo su saludo.

—¿Es que no puedo darte una sorpresa viniendo a buscarte al trabajo?

—Muy romántico, pero no —respondió Álex, mirándolo muy extrañado.

—Acabáramos. Qué poca fe tienes en mí.

Jon expiró la última calada y tiró el cigarro al suelo. Mientras lo pisoteaba, entornó sus ojos verdes y dijo:

—Tengo que hablar contigo de algo.

—¿No podías esperar a que llegase a casa? —Álex tenía cara de desconcierto.

—Sabes que no tengo paciencia. Además, no respondes al puto móvil. Vamos —le dio el otro casco—. Sube a la moto. Vamos a casa de Esme, que también tengo que hablar con Adam y ella.

Antes de resignarse a obedecer, Álex añadió:

—Que sepas que este rollo misterioso te funcionará con las chicas, pero a mí me pareces espeluznante.

Recorrieron las calles de Madrid, sorteando el tráfico hasta llegar al piso de Esmeralda, cerca de Plaza de Castilla. Esmeralda trabajaba en la Paz; estaba haciendo las prácticas de medicina. Jon no paraba de pensar que los poderes de sus amigos parecían idóneos para sus profesiones: Álex era periodista y convencía a la gente de hacer lo que él quisiese; Esmeralda era médico y sanaba heridas; y Adam era bombero e inmune al fuego.

Se apearon de la moto y vieron que Esmeralda y Adam estaban llegando al portal. Les llamaron y ellos les sonrieron mientras se acercaban.

—¿Por qué nunca te despeinas a pesar de llevar ese casco, corazón? —le preguntó Esmeralda a Jon, quien la ignoró.

Cuando Álex pasó por el lado de Esmeralda, Jon escuchó que fingió una tos para aprovechar y decir:

—Es laca... —Esmeralda se echó a reír y Jon bufó.

Subieron en el ascensor y llegaron al pequeño piso de la chica. Jon podía ver la incertidumbre en las caras de sus amigos.

—A ver, cuéntanos de una vez —dijo Adam, expectante, sentándose grande y fuerte, como era, en el sofá más pequeño del salón. Era el más incómodo, y Jon lo sabía. Adam siempre se sacrificaba por los demás.

Jon había estado pensando, y mucho. Su poder era la inteligencia y era capaz de ver cosas que iban más allá de lo que los demás veían.

—Hay algo a lo que he llevado mucho tiempo dándole vueltas. —Sus manos se movieron de nuevo hacia el mechero y el paquete, pero la mirada amenazante de Esmeralda le hizo soltarlos. A ella no le gustaba el tabaco y jamás le dejaba fumar en su casa—. Y, a raíz del comentario que hizo Álex el otro día, he empezado a tomar iniciativas.

—¿Mi comentario? ¿De qué estás hablando?

—La Reina de los Renegados.

—Ya estamos otra vez con eso... —murmuró Adam, reclinándose en el sofá.

Sin embargo, Álex pareció muy interesado, y Jon continuó.

—Yo también llevo mucho tiempo pensando que esto, nuestros poderes, no puede ser solo cosa de nosotros cuatro. Sería absurdo que fuese así. No hay probabilidad de que, si solo hay cuatro personas con poderes en el mundo, sean amigos como nosotros. Estoy completamente seguro de que hay más gente así.

—Pero no tenemos manera de encontrar al resto —intervino Adam.

—¿Y por qué nos hemos encontrado nosotros cuatro?

—Si no fuese porque te conozco, diría que crees que es por el destino —dijo Álex—. Pero que yo sepa, tú no crees en esas cosas.

—Creo que nos hemos encontrado por una razón; que así tiene que ser —continuó Jon—. Pienso que tenemos estos poderes para hacer algo, no sé el qué. Y también creo que no nos va a costar encontrar a los demás, haya cuantos haya, porque estamos... sí, destinados a ello. Igual que nosotros cuatro estamos juntos.

Sus amigos se quedaron pensativos unos segundos. Jon sabía que tenía razón y que ellos se la iban a dar. Les conocía demasiado bien.

—Tiene sentido, cariño —dijo Esmeralda, mirando a Adam, quien asintió.

—¿Y también piensas que la Reina de los Renegados es una de nosotros? —preguntó el bombero.

—Exacto. He estado reuniendo algunas pistas; espero haber encontrado algo distinto a lo que tú hayas investigado. —le dijo a Álex.

—Con tu cabeza, no podría ser de otra manera —dijo, no sin cierta ironía, Álex.

Jon introdujo las manos por debajo de su cazadora y sacó una carpeta de papel marrón, como las que solían usarse en las películas para los casos policiales. La abrió y desplegó una serie de artículos de periódico impresos en papel blanco.

—Todas las veces que la Reina ha salido en la prensa —explicó Jon, señalando los papeles cuidadosamente desdoblados—. Los he leído en detalle y he visto que suele actuar con más frecuencia por determinadas zonas —extendió entonces un callejero de Madrid que tenía un círculo rojo trazado—. Suele moverse por el centro: Sol y alrededores —dijo Jon, señalando el espacio contenido dentro de la línea.

—No estamos seguros de que tenga poderes —dijo Adam—. ¿Qué pasa si la descubrimos y es una chica normal?

—Estoy seguro de que no —contestó Jon—. Como dijo Álex el otro día, no puede salir victoriosa de todo sin algo especial. Además, algunas de las personas a las que ha salvado han contado relatos un tanto increíbles. Los periódicos más importantes omitieron esas partes, pero algunos de los testigos aseguraron haber visto cosas moviéndose solas cuando la Reina estaba cerca. Creo que su poder puede ser la capacidad de mover objetos con la mente.

Jon estuvo toda la tarde contándoles a sus amigos cuáles habían sido los principales casos de la Reina de los Renegados y trazando planes de acción. Desde el día siguiente, cuando tuviesen tiempo libre, peinarían cada uno una zona del centro, atentos a cualquier cosa fuera de lo normal que pudiesen ver. Y acordaron que, llegado el caso, simularían una situación de peligro para atraerla.

 Y acordaron que, llegado el caso, simularían una situación de peligro para atraerla

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Nota de la autora:

¡Hola!

Este es el segundo capítulo en el que conocemos a estos cuatro personajes. ¿Qué sensaciones os transmiten?

Con lo que sabemos de ellos... ¿tenéis alguna apuesta sobre sus signos del zodiaco?

Por último, y aunque no esté relacionado con Signos, hoy traigo la buena noticia de que Hielo violeta ha quedado finalista en los Wattys!!! Estoy que no me lo creo!!!

Muchas gracias a todos los que estáis leyendo cualquiera de mis libros :)

Crispy World

Signos - Saga del Zodiaco IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora