16 - Ojos rojos y pieles pálidas

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Apenas pesaba debido a su extrema delgadez, pero Adam luchaba por no dejarla escapar mientras corría, con el aliento de sus enemigos de ojos rojos pisándole los talones

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Apenas pesaba debido a su extrema delgadez, pero Adam luchaba por no dejarla escapar mientras corría, con el aliento de sus enemigos de ojos rojos pisándole los talones. No se atrevía a mirar atrás; eso podría costarle la vida. Los gruñidos que resonaban en el aire sonaban más animales que humanos.

Estaban muy cerca.

Siguió a Jon y Álex, que encabezaban la marcha por el oscuro sendero del parque de Plaza de España. La escasa luz hacía que temiese un tropiezo.

De repente, un golpe seco le impactó en la espalda. Sintió que su columna se partía y cayó de bruces al suelo. En el proceso, la chica se le escapó. Adam extendió los brazos como un reflejo instintivo, y ella flotó en el aire, esquivando la caída.

Adam tardó unos segundos en recuperarse. Al girarse, sus ojos se encontraron con los del chico de piel blanquecina, que lo miraba con un aire casi animal. Adam intentó levantarse y recuperar a la chica, pero se dio cuenta, horrorizado, de que sus piernas estaban ancladas al suelo.

El chico pasó junto a él y, con rapidez, cogió a la chica entre sus brazos. Adam distinguió a sus amigos y se dio cuenta de que estaban en la misma situación, haciendo gestos desesperados para mover las piernas.

La razón de su inmovilidad pronto se hizo evidente. A unos metros detrás de él, la otra chica tenía una mano levantada hacia el cielo, como si agarrara algo invisible. Murmuraba palabras en un idioma desconocido que, sin embargo, le resultaban familiares. Adam sintió un escalofrío recorrer su espalda al comprender que ella los estaba inmovilizando.

—¡Adam! ¿Estás bien? —gritó Esmeralda.

—¡No puedo moverme! —respondió, luchando contra la impotencia.

—Nosotros tampoco —añadió Álex.

—¡Mirad! —dijo Jon, señalando al monumento de Cervantes que se erguía en el parque.

Siguiendo su mirada, Adam vio que el chico de piel blanca había sacado un cuchillo, que reflejaba los destellos de la Luna. Lo acariciaba suavemente sobre la piel de la joven inconsciente, deteniéndose en su muñeca. Adam recordaba el tatuaje que tenía allí.

El chico levantó el cuchillo, manteniéndolo en alto. Adam percibió un atisbo de duda en su rostro, una expresión más animal que humana que parecía vacilar en la decisión de seguir adelante.

 Adam percibió un atisbo de duda en su rostro, una expresión más animal que humana que parecía vacilar en la decisión de seguir adelante

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Signos - Saga del Zodiaco IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora