—Entrada 6—
1
Hola, amiga. Soy yo otra vez.
Espero que estés bien. Aunque, si las cosas se están desarrollando como pienso, el mundo debe estar un poco complicado. Pero si ya pasó mucho tiempo desde que escribí esto, y desde que lo encontraste para leerlo, es probable que todo esté en paz.
El Golem sigue sin aparecer. No sé si es porque encontrar este lugar es más difícil de lo que pensaba, o porque desistió de la idea de matarme.
Sería contradictorio, ya que lo último que supe de ella, por medio de otras personas, es que estaba completamente decidida a asesinarme. Por eso, sería raro que haya cambiado de opinión, sobre todo cuando alguien tiene una voluntad tan firme de terminar con algo... o con alguien.
Te voy a contar sobre ella cuando llegue el momento: cómo fue que la conocí, cómo la convencí de seguirme, las palabras absurdas que usé para confundirla. Y vas a entender cómo fue que convertí a una nena sumisa y triste en una mujer desalmada.
Yo pensaba que sabía todo sobre ella, que la tenía completamente bajo control, que estaba en la palma de mi mano, creyéndose todas mis mentiras. Pero había algo que no sabía, algo que ella valoraba y que escapaba de mis conocimientos. Un secreto que guardaba celosamente, seguro lo más importante en su vida. Y cuando sintió que se lo iba a arrebatar, me convirtió en el blanco de su odio.
Así que decidió ponerse en guerra conmigo, y también puso en mi contra a una persona que amo. No pude perdonarle eso. Yo también tenía un secreto especial, y mi secreto quedó expuesto por ella una tarde, frente a la única persona que no debía saberlo. Y cuando me dejó al descubierto, tomé la peor decisión de todas: herí a mi amiga, a quien consideraba una hermana... y fui contra el cuerpo de una nena, creando, sin saberlo, al Golem que ahora espero.
Si al menos supiera qué fue lo que ella tanto valoraba, qué era eso que tanto temía que yo le arrebatara, podría intentar remediarlo, al menos. Aunque sea tarde, aunque igual me mate después, aunque mi vida se vaya en ello.
2
Pero al final, si el Golem decidió no venir por mí, la muerte me va a llegar de todas formas. Si no es por sus manos, va a ser por el frío o el hambre. Hace días que los paneles solares están fallando; son tan viejos que cada vez me cuesta más repararlos. Antes podía mantenerlos en funcionamiento sin problemas, pero ahora... ahora cada vez es más difícil. Y sin electricidad no hay calefacción, y el frío acá abajo es atroz.
La despensa está llena, es cierto, pero hasta eso se acaba tarde o temprano. Tengo de todo guardado ahí abajo: tiras de carne seca, comida enlatada, pan congelado listo para hornear, y latas de conserva. Incluso hay cajas golosinas, muchas por suerte. Son pequeñas como una mano, pero siempre rebosan de dulzura.
Hasta hay raciones de alimento balanceado, que a veces mejoro con un designador sápido, y que me parecen una bendición. Pero sobre todo, hay sopa. Mucha sopa instantánea. Las probé todas, y bien calientes son como una caricia al alma en las noches de lluvia. Aunque, en el fondo, siempre me recuerdan a Matilde. Me imagino la cara que pondría si me viera tomando estas sopas con tantas ganas. Pero esas sopas también me hacen pensar en Maddre. ¿Cómo no pensar en ella cuando cada sobre lleva el eco de su régimen violento? Un régimen que todos aceptan, bajando la cabeza, como si fuera lo único que merecen.
A veces me dejo llevar por los antojos, y me doy atracones con las golosinas, pero siempre acabo igual: vomitando.
Hace un mes que empecé asentirme así, y es cada vez peor. Náuseas constantes, dolores de cabeza, cansancio... hay algo más en juego acá. Lo siento. Y me da miedo no estar realmente sola en este búnker, aunque no tenga cómo confirmarlo.
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Las Ruinas Invisibles
Science FictionLos que leen esta historia son mejores que los que no