Capitulo 6

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BENEATH THE TREES

En lo más profundo de la espesura -donde los descendientes del río Bogachiel borboteaban en tímidos riachuelos- dormitaba una niña.

Los rayos del sol le proporcionaban una manta contra los vientos de finales de invierno. El musgo protegía su piel desnuda del suelo del bosque. Y el parloteo de las ardillas rojas tejía una tranquila canción de cuna mientras ella babeaba sobre los detritus.

Un pequeño estallido del chapoteo de una cabeza de acero de criadero invernal la hizo despertarse refunfuñando.

Bella Swan estiró la cabeza y miró a su alrededor con la blancura de un recién nacido.

Una ráfaga de viento despertó sus sentidos y le hizo darse cuenta de que no estaba cerca de su cama.

¿Pero qué...? Bella se incorporó. Medio segura de estar en un sueño vívido, bostezó y se rascó el pecho.

Los dedos de Bella se detuvieron al sentir la piel suave y pegajosa.

Miró hacia abajo y gritó. La sangre cubría su cuerpo a grandes rasgos.

Frenéticamente, buscó en su cuerpo heridas abiertas y horribles. No había nada.

Bella frunció el ceño y se dio cuenta de que la coloración era demasiado oscura para ser fresca. Y aparte de la sensación de embarazo de una buena cena y el dolor en todo el cuerpo que palpitaba de cutícula en cutícula, Bella no se sentía como si la hubieran apuñalado con la venganza de mil cuchillos.

Buscó en su mente alguna pista de cómo había llegado hasta allí. De nuevo, nada.

Sólo la sonrisa protectora de Jacob despidiéndola de su propiedad y...

Su corazón se aceleró. Laurent.

Era imposible que Bella hubiera escapado. No con su hambre, ni su promesa a Victoria.

Así que debía de haberla puesto aquí como una elaborada y macabra cacería; la había untado de condimentos antes de la matanza.

El susurro de la maleza la hizo darse la vuelta. Buscó una rama, espinas, algo que la protegiera de su entrada.

Mierda. No hay nada.

Bella moriría tan desnuda como el día en que nació. Qué tragedia tan terrible e irónica.

Unos pies pesados se acercaron, lentos pero seguros. Parecía que a Laurent le gustaba jugar con su comida.

Rápido y sin dolor, una mierda. Ella apretó los dientes.

La hierba se separó. Bella se sobresaltó al ver un lobo enorme.

Detuvo sus pasos. Observaron a otro en silencio. La luz del sol transformó el pelaje cobrizo de la criatura en una henna resplandeciente. El lobo se encorvó sobre sus patas delanteras como si quisiera intimidar menos.

Debería haber sido su momento para huir. Bella debería haber retrocedido o suplicado por su vida.

Sin embargo, incluso en su más profunda vulnerabilidad, sintió una conciencia en los ojos oscuros del lobo.

Una que la reconfortaba; que la recordaba.

Respiró hondo y luchó contra el sentido común. "...¿Jacob?"

El lobo aulló y se abalanzó sobre ella. Enjabonó a Bella con besos húmedos que empaparon su pelo. Ella soltó una risita en contra de la razón y enhebró los dedos en los mechones vaporosos detrás de sus orejas para hacerle cosquillas.

Moonchild | RosellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora