MOTOLOV
Bella estaba de pie junto a la ventana de la cocina, con el frío cristal presionándole las palmas de las manos mientras contemplaba el familiar cielo encapotado.
Forks nunca cambió.
Las nubes colgaban bajas, como una pesada cortina, y la pálida luz filtrada proyectaba un suave y apagado resplandor sobre el patio trasero. El aroma familiar de la tierra húmeda se mezclaba con el leve olor a pino, un recordatorio de lo profundamente arraigado que estaba este lugar en su mente.
Detrás de ella, Charlie estaba sentado a la mesa de la cocina, de espaldas a la ventana, y el tintineo del periódico del domingo rompía el silencio. El sonido era un ritmo constante que la había reconfortado a lo largo de los años desde que regresó a casa. Los momentos de tranquilidad que apreciaba con su padre, el vínculo tácito que no necesitaba palabras. Pero hoy, el aire se sentía más pesado, cargado de algo no dicho, algo que pesaba en cada respiración.
No tendría muchos más momentos así.
Bella se apartó de la ventana, se cruzó de brazos y se apoyó en el lavabo. El frío borde de porcelana se clavó en sus palmas, anclándola en la tierra, incluso cuando su mente se agitaba. Miró a su padre, con la mirada fija. Su rostro, tan familiar, tan constante. Llevaba días aplazando esta conversación, diciéndose a sí misma que ya habría tiempo. Pero en el fondo, sabía la verdad: no había más tiempo.
Respiró hondo. Era ahora o nunca.
"Papá", empezó, con voz suave, casi vacilante, como si estuviera tanteando el terreno. Se le hizo un nudo en la garganta, pero se lo tragó. Tenía que mantener la calma. "He estado pensando... quizá podrías tomarte unas pequeñas vacaciones. Sólo una semana o así".
La silla de Charlie crujió cuando levantó la vista del periódico, con las cejas fruncidas de esa forma que le decía que ya sentía curiosidad, que ya sospechaba. "Vacaciones, ¿eh?"
A Bella se le encogió el corazón. Va a decir que no. Ya podía verlo en sus ojos, la forma en que se reclinaba en su silla como si no se lo creyera. Pero ella siguió adelante, forzando una sonrisa. "Sí. Trabajas mucho. Estaría bien escaparse un tiempo, ¿verdad?".
"Ya me conoces, Bells", Charlie enarcó una ceja, dejando el periódico a un lado mientras se frotaba la nuca. "No necesito ir a ningún sitio elegante. Además, Forks es tranquilo. No hace falta irse". Se rió por lo bajo.
El corazón de Bella se apretó más fuerte, la ansiedad subiendo desde su estómago. No se va a ir. No lo entiende. No puede saberlo. Cambió de lugar, manteniendo la voz ligera a pesar de que sentía que el pecho se le iba a derrumbar. "Bueno... ya sabes, es sólo que... me preocupo por ti".
Sintió que las palabras salían demasiado rápido, demasiado crudas. Rápidamente añadió: "Tal vez podrías salir de la ciudad por un tiempo. No es para siempre, sólo una semana. ¿Quizá ver a Renee?".
Charlie se rió de nuevo, negando con la cabeza. "A Renee no le gusta mucho mi compañía estos días", dijo con una risa seca, su rostro se suavizó, pero su tono mantuvo la finalidad. "Además, estoy bien aquí".
El dolor sordo en el pecho de Bella se hizo más profundo. Se mordió el interior de la mejilla para mantener el rostro neutro y asintió como si estuviera de acuerdo. Claro que está bien. No sabe que vienen los Volturi. No sabe que quizá no vuelva a verlo. Ella parpadeó y contuvo el repentino escozor de sus ojos, manteniendo las manos apretadas alrededor del borde del fregadero.
Él debió de verlo: la pequeña grieta en su compostura. El ceño de Charlie se frunció, su instinto de sheriff se puso en marcha. Su mirada se suavizó, más escrutadora ahora, como si pudiera ver algo bajo la superficie. "¿Qué está pasando realmente, Bella?"
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Moonchild | Rosella
Fiksi PenggemarDespués de que los Cullen abandonen Forks, Bella cae en una profunda depresión y empieza a arriesgar su vida para crear alucinaciones de su ex novio. Una noche, durante otro intento de ver a Edward, se cruza con un hombre lobo fugitivo, desencadenan...