Capitulo 16

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HISTORY'S RETROGRADE

Para Rosalie, había cierta paz en romper las cosas.

El sólido peso de un motor arrancado del cráneo de un Cadillac antiguo. Manchas de aceite que pintaban su impecable piel de un macabro marrón resbaladizo. El crujido de un carburador averiado, que salpicaba su palma como arena plateada.

Encontraba consuelo en la repetitividad de la destrucción controlada.

La capacidad de acabar con algo para luego restaurarlo en un proceso casual, casi aburrido.

Observó la leve mancha en el faro de su descapotable antes de pulirlo hasta dejarlo inmaculado.

Para ella, había cierta envidia en la facilidad con la que los objetos rotos podían volver a recomponerse.

Rosalie hizo una pausa, antes de burlarse. Cálmate, Edward.

"He visto ese armario, Bella". El murmullo preocupado de Alice flotó a través de las paredes del garaje. "Con lo que has crecido, necesitas ropa nueva. Deja que te lleve al centro comercial. Yo invito".

Rosalie apretó la mandíbula, incapaz de bloquear el sonido de su hermana al teléfono. No pudo distinguir la respuesta metálica del otro lado, pero por el suspiro cansado de Alice, supuso que no era positiva. 

Claro que no lo sería, pensó Rosalie.

Si algo tenía Isabella Swan era terquedad.

Soltó palabras recubiertas de acero de Damasco, cortando el pecho de Rosalie.

Cree lo que quieras, pero te equivocas. 

Vio a Rosalie con ojos claros y fieros; tratándola, no como una fantasía absurda ni una competencia sobrenatural.

Sino... como a una mujer.

Y las emociones de la chica.

Las expresiones de Bella eran una miríada de misterio que rociaba a Rosalie con agua helada, despertándola de una ensoñación en la que no se había dado cuenta de que estaba atrapada.

Hizo que Rosalie se sintiera...

Real, susurró su mente traidora.

Rosalie la odiaba.

Quería volver. Eso era lo peor de todo, quería volver.

Rosalie respiró hondo y el recuerdo del aroma de Bella permaneció en su mente.

Claro que sí. De todas formas, el olor era más una sensación.

Todo eran almendras tostadas y arándanos agrios. Rosalie podía sentir el calor de la hoguera bajo los dulces frutos secos, podía sentir el agua helada del pantano rodeando la fruta madura. Podía sentir ese sol de finales de primavera, enfriado por el viento, sobre su piel.

Sin embargo, había algo más, algo menos definible, pero calmante en su familiaridad.

Podía sentirlo asentarse a su alrededor como humo, dándole la bienvenida.

Había sentido una atracción hacia la chica desde el regreso de su familia, pero lo había atribuido a la simpatía; un impulso psicológico de ayudar a un alma perdida que se encontraba en una situación trágica.

Nunca habría imaginado que aquel tirón era un espejo que mostraba dónde se enredaban los bordes dentados de su espíritu con-.

Rosalie hizo una mueca de desprecio y luego rebuscó en el interior de su carro de herramientas. Haciendo a un lado los pensamientos de la molestia que era la novia de su hermano.

Moonchild | RosellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora