Capitulo 13

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BEWARE OF DOG

En el interior de una estrecha cueva dormitaba un Hijo.

El agua de lluvia sobrante, que se deslizaba por el borde de una estalactita irregular, salpicaba el hocico de la mujer lobo con gotas suaves e incesantes. Las criaturas cercanas se movían en silencio para no perturbar el sueño de la bestia. Sin embargo, tras unas cuantas gotas más, Bella apretó la nariz y abrió los ojos plateados, aturdida y confusa por los tenues rayos de sol que se colaban en la cueva y calentaban su pelaje castaño.

Entonces, aquella voz apareció de nuevo, rozando el dorso de los rayos de sol para flotar hasta sus oídos con un vibrato cálido y arrullador. Las palabras de la mujer, aunque en un idioma desconocido, parecían rítmicas y vívidas. Un mensaje envuelto en un himnario. Bella estuvo a punto de dormirse cuando el ardor seco en la garganta y el dolor profundo en el estómago la espolearon a la vida.

Hambre.

Y, para Bella, la respuesta era instintiva. Se estiró, se sacudió el pelaje y salió corriendo de la cueva. Saltando por las rocas y los peñascos, agudizó el oído en busca de sonidos de la vida salvaje, pero fue en vano. Aparte de la voz de la mujer oculta, todas las criaturas parecían haber desaparecido.

El viento empezó a soplar a su alrededor, haciendo que las hojas de los árboles crujieran y se flexionaran al presentir la tormenta que se avecinaba. Bella levantó la vista hacia las nubes preñadas que rodaban sobre las cimas de las montañas, a muchos kilómetros de distancia, y se dirigían a toda velocidad hacia donde ella se encontraba. Bella se adentró en el frondoso bosque mientras las sombras de carbón de las nubes le hacían sonar un cronómetro en la nuca.

Finalmente, sus orejas se agitaron al oír el crujido de sus pezuñas sobre las hojas caídas. El olor a orina seca, glándulas almizcladas y el sonido de un pulso cálido y agitado captaron su atención.

Se tragó el creciente ardor en la garganta con un rugido irritable. Bella apretó el cuerpo contra el suelo, deslizándose lentamente entre arbustos y árboles hasta encontrarlo.

Allí, a varios metros de distancia, había un gran gamo buscando refugio contra la tormenta.

Con más de un metro de altura, su pelaje marrón oscuro destacaba entre el verdor y sus afilados cuernos en espiral ungían su cabeza mientras sus ojos de ónice rebotaban. Rayas blancas aleatorias le recorrían el vientre, las patas traseras y la cara, como si un pintor divino se hubiera tomado su tiempo para resaltar los hermosos rasgos del bushbuck de Menelik.

En silencio, Bella escaló el árbol más cercano y descendió por una gran rama hasta situarse justo encima de él, en una posición perfecta.

Se tensó y se preparó para saltar cuando ocurrieron dos cosas:

Un relámpago siguió al potente estruendo del trueno.

Y, un pequeño movimiento de las orejas del ciervo mientras olfateaba el aire.

Bella saltó de la rama, con las garras extendidas y la visión en túnel. Se aferró a la nuca del macho, su pesado cuerpo pesaba sobre el ciervo como un ancla carnívora.

El macho intentó empujarla.

Bella se limitó a hundir sus incisivos en su delgada garganta y tragar su sangre.

La muerte del ciervo se convirtió en un juego de espera, y bajo el feroz rugido de los truenos había un pulso debilitado que se ralentizaba a cada segundo.

La lluvia caía tan fuerte como el telón de un escenario.

Para saciar su ardiente garganta antes de desgarrar la carne del ciervo, Bella engulló su esencia con un fervor sin sentido. El cuerpo de la sangre era rico y pesado, inundado de toques cítricos, tubérculos y flores.

Moonchild | RosellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora