María se mira en el espejo de cuerpo entero y la imagen que está allá, reflejada en el azogue detrás del vidrio, la deja satisfecha, orgullosa de sí. Los zapatos informales de cuero, los jeans bien ajustados que le marcan los muslos y las curvas de las caderas, la pequeña camiseta que deja al descubierto el ombligo y la piel del abdomen -y que ayuda a resaltar la redondez de los senos-, y la chaqueta delgada de gamuza bien recortada a la altura de la cintura, la hacen ver como una muchacha universitaria adinerada, de buena familia, distinguida. Abre la puerta de la habitación y camina hasta la sala, donde la están esperando ansiosos Pablo y Alberto. El efecto visual los deja perplejos, sin palabras. La muchacha da una vuelta completa, como si estuviera al final de una pasarela de moda.
-¿Qué tal? -pregunta con una sonrisa.
-Estás muy linda -afirma Pablo.
-Increíble -dice Alberto poniéndose de pie.
-¿Sí les gusta?
-Estás rubia -comenta Alberto.
-Me dijeron que me lo tiñera -advierte ella.
-Quedó perfecto -continúa Alberto-, parece tu color natural.
-Los tipos ahora se sienten más atraídos por las mujeres blancas y rubias -explica Pablo-. Es la influencia de la publicidad, de las revistas, de las propagandas de televisión.
-Nadie quiere ser negro, mestizo o indio -dice Alberto.
-¿Les gusta lo que compré? -vuelve a preguntar ella haciendo alusión no sólo a lo que lleva puesto, sino a los muebles y al decorado del nuevo apartamento.
Ambos mueven la cabeza afirmativamente y Pablo se levanta del asiento donde ha permanecido sentado, observa los cuadros, las mesas, los ceniceros, las materas en la terraza, los floreros y los muebles, y asegura frotándose las manos:
-Hiciste todo muy bien, María.
-Las facturas están sobre la mesa del comedor -dice ella.
-Guárdalas tú -ordena Alberto-. Ahora siéntate, por favor, queremos darte las últimas indicaciones.
Ella obedece y se sienta en un costado del sofá principal de la sala. Pablo y Alberto toman asiento del otro lado de la mesita central, en dos sillones de color verde oscuro que contrastan con la mesa de madera del teléfono y con las cortinas de bambú que cubren las ventanas. Alberto saca dos fotografías de la chaqueta y se las entrega a María.
-Éste es el tipo. Lo hemos seguido durante varias semanas. Es un ejecutivo joven, millonario, muy vanidoso. Le encanta alardear de su dinero y de su posición social. Los viernes va a este bar en la Zona Rosa -saca un papel con un nombre y una dirección escritos en tinta oscura y lo deja sobre la mesita-, se toma unos tragos y se dedica a coquetear con las mujeres que no están acompañadas.
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Satanás - Mario Mendoza
सामान्य साहित्यSinopsis Una mujer hermosa e ingenua que roba con destreza a altos ejecutivos, un pintor habitado por fuerzas misteriosas, y un sacerdote que se enfrenta a un caso de posesión demoníaca en La Candelaria, el barrio colonial de Bogotá... historias qu...