La luz de la mañana atraviesa las cortinas y despierta a María súbitamente, como si alguien la hubiera removido en la cama con fuerza y determinación. Abre los ojos y lo primero que ve es esa línea de sol acechándola, encandilándola. Se da media vuelta y ve el rostro de Sandra que le sonríe con coquetería.
-¿Qué tal dormiste?
-Quedé como una piedra -contesta María pasándose la mano por el cabello.
-Roncaste y todo.
-Qué pena.
-Yo también ronco pero no te diste cuenta. Estabas profunda.
-Es raro dormir así en una cama ajena.
-Ésta es de ahora en adelante tu casa.
-Gracias. ¿Qué hora es?
-Como las nueve.
-Tardísimo.
-¿A qué hora trasteas?
-Estoy a tiempo.
-¿Quieres que te ayude?
-Son dos bobadas, nada más. Los muebles, las ollas, la vajilla y la decoración no son míos.
-¿Seguro?
-Tú tienes cosas que hacer. Yo trasteo rápido en un taxi. Son dos maletas y una mochila.
-Como quieras -dice Sandra mientras estira el brazo y le acaricia el cabello con los dedos en forma de peine.
-Me siento rara.
-Por qué.
-Nunca he estado en esta situación.
-Sólo con hombres.
-Ni siquiera. Ya te dije que mis relaciones han sido un desastre.
-¿Es la primera vez que estás con una amiga?
-Sí.
-¿Te sientes mal?
-Me siento extraña, no sé qué pensar.
-No pienses nada. Yo soy tu amiga y te quiero. No hay nada de malo en eso.
-No es fácil. Supongo que a ti te pasó lo mismo la primera vez.
-Lo importante es que no te sientas culpable.
-No creo. Fuiste muy linda conmigo ayer.
-Yo quiero ser clara contigo, María. Ayer sentí una ternura y una atracción por ti muy fuertes. No quiero dejar de verte. No te vayas a desaparecer. Estoy pasando por un período de soledad que ya no aguanto y tú llegaste como si hubieras caído del cielo. No quiero que lo que pasó entre nosotras sea una aventura de una noche.
-Yo también estoy muy sola.
-Quiero seguir viéndome contigo. Ir al cine juntas, cocinar, dormir... Si salimos con hombres nos contamos todo, como dos buenas amigas, como cómplices.
-Eres una persona muy dulce.
Sandra se sienta en la cama y pregunta:
-¿Tienes hambre? ¿Hacemos desayuno?
-Me comería un caballo. Además tengo una sed...
-Listo, ven y nos preparamos algo bien rico.
-¿Tienes mercado?
-Hay pan, huevos, y podemos hacer jugo de naranja y café con leche.
-Para qué más.
Durante el desayuno, María se da cuenta de que le gusta la compañía de Sandra, su informalidad, su desparpajo, que tanto le recuerda ese comportamiento sincero e inocente de los niños. Y nota también, sin proponérselo, la dimensión de su soledad, el aislamiento cruel y despiadado al que se ha visto sometida como consecuencia del peligroso trabajo que desempeñaba al lado de sus compañeros. Sandra conduce la conversación otra vez hacia el plano de la intimidad:
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Satanás - Mario Mendoza
Ficção GeralSinopsis Una mujer hermosa e ingenua que roba con destreza a altos ejecutivos, un pintor habitado por fuerzas misteriosas, y un sacerdote que se enfrenta a un caso de posesión demoníaca en La Candelaria, el barrio colonial de Bogotá... historias qu...