—Por Dios, San—dijo Rachel con una sonrisa—¿En un coche estacionado en la calle?
—Momentos robados, donde pudiéramos encontrarlos, Rach.
—¿Y Sam no era el más sabio?—preguntó Quinn.
—Sam estaba jodidamente enojado—dijo con una sonrisa.
Colocó la taza de café vacía en la mesa auxiliar, preguntándose por qué viajaba al pasado esta tarde, compartiendo detalles íntimos de su vida, detalles que no había contado a otra alma viviente.
—¿Realmente crees que te encontrarás con ella si vuelves a Lima, Ohio?—preguntó Rachel
Santana se encogió de hombros.
—No se trata tanto de que pudiera encontrarme con ella, es el hecho de que ella está ahí. Cada vez que voy, me prometo que no voy a verla. Y cada vez, lo hago. Después de la última vez, le dije que ya no podía hacerlo más.
Cada vez que la dejaba, yo era un desastre emocional.—¿Así que tu solución es mantenerte alejada?—preguntó Quinn.
—Ese parece ser mi único medio de resistirme a ella.
—El hecho de que estaba contigo mientras supuestamente estaba comprometida con Sam me molesta—dijo Quinn—Es evidente que estaba enamorada de ti, sin embargo, su compromiso era con él, no contigo.
—Dra. Fabray, el compromiso que ella hizo fue casarse con él, no amarlo.
—¿Y tú estabas demasiado comprometida como para ponerle fin al romance?
—Lo intenté. El verano antes de la universidad fue un torbellino y rara vez nos veíamos. Momentos robados aquí y allá, pero nunca tuvimos suficiente tiempo a solas para realmente estar juntas. Ella había viajado mucho ese verano y cuando finalmente se mudó, apenas logré despedirme de ella. No estábamos solas y fue incómodo para nosotras. Lloré esa noche cuando se fue…—admitió—…fue entonces cuando decidí que necesitaba un cambio. Me alojé en el dormitorio ese primer año. Hice amigos. Incluso tuve una novia—dijo con una sonrisa—Y me alejé. Cuando Brittany estaba en casa, por cualquier razón, inventaba una excusa por la que no podía ir a casa. Acción de Gracias, Navidad, cualquier fiesta. Permanecía alejada cuando Brittany estaba en casa.
—Eras tan joven. Eso debió haber sido difícil—dijo Rachel.
—Oh, sí. Fue difícil. Y me sentía sola, pero sabía que si alguna vez iba a seguir adelante con mi vida, tenía que hacerlo. Brittany había, obviamente, seguido adelante con la suya.
—¿Así que no la llamaste o le escribiste? ¿Nada?
Santana negó con la cabeza.
—No. Nuestro romance, como lo llamaste Quinn, fue simplemente eso. Un romance secreto.
—Entonces ¿cuándo la viste de nuevo?
—Fue en las festividades. Le había preguntado a mi mamá si sabía cuándo Brittany estaría ahí. Estaba completamente preparada para pasar tercera Navidad a solas. Tenía un trabajo en Whole Foods que era flexible, pero siempre podía usarlo como excusa—miró a Quinn—Mi mamá era más inteligente de lo que pensaba y al parecer descubrió que estaba evitando a
Brittany.—¿Así que ella te mintió?
—Sí. Fui a casa un par de días antes de Navidad, pensando que podría pasar tiempo con ella. Incluso tenía la intención de quedarme un poco más porque Jake estaba de licencia. Sólo lo veíamos una vez al año más o menos. Así que lo tenía todo planeado—sonrió recordando cuando vio a Brittany de pie en la parte superior de las escaleras—Tenía veinte años.