—Fue muy bueno verlas a Britt y a ti juntas nuevamente—dijo su mamá mientras limpiaban la cocina.
—¿Sí?
—Solían ser tan cercanas.
—Mamá, por favor—dijo Santana—Te lo dije, es complicado.
Su mamá asintió con la cabeza.
—Sí. Debido a que ella está casada. Lo sé.
Santana se detuvo.
—¿Qué quieres decir?
—Oh, Tana, no soy estúpida y soy tu mamá y te conozco.
Santana fingió ignorancia.
—No sé de qué estás hablando.
—Has estado enamorada de ella desde que eran unas niñas—declaró su mamá sin rodeos.
Santana tuvo un momento de pánico.
Después de todos estos años.
¿Estarían a punto de tener la conversación?
Jesús, tenía treinta y ocho años
¿Era realmente necesario?
Bueno, no quería ser parte de eso. Se volteó para salir de la cocina, pero su mamá la llamó.
—¿Tana?
Se detuvo dándole la espalda a su mamá.
—¿Qué?
—¿No crees que es hora de que me lo digas?
Santana tragó nerviosamente.
—¿Decirte que?
—Que eres gay.
Santana dejó caer la barbilla hacia su pecho con un gemido silencioso.
Oh, Dios mío. Negó lentamente con la cabeza.
—Hemos pasado mucho tiempo sin hablar de esto—dijo—No sé por qué quieres sacar el tema ahora.
—¿Por qué no has hablado conmigo al respecto, Tana?
Santana se dio la vuelta.
—¿Cuánto tiempo hace que lo sabes?
Su mamá sonrió.
—Siempre, Tana. El hecho de que nunca hayas tenido citas, nunca hablabas de chicos, eso era una pista. Siempre fuiste una persona muy privada. Pero tú y Britt…
—Britt no es gay—dijo rápidamente.
Su mamá inclinó la cabeza y sonrió.
—Las he visto a las dos desde que tenían diez años, Tana.
—Mira, no quiero hablar de ello.
—Cariño ¿no crees que una mamá sabe cuándo sus hijos se están enamorando?
—Oh, Dios mío—murmuró sintiendo que su rostro se ponía rojo—Realmente no quiero hablar de esto—dijo nuevamente.
—Esta parte de tu vida... ¿por qué no quieres compartirla conmigo?
Santana se encogió de hombros.
—¿Por qué nunca me lo preguntaste?
—Pensé que me dirías cuando estuvieses lista. Por supuesto, seguí haciéndome mayor, tú te hacías cada vez mayor. Estuvimos evitando el tema de tu vida personal. Eso fue lo que hicimos, supongo.
—Entonces tal vez deberíamos atenernos a eso—sugirió.
—No voy a estar aquí para siempre—dijo su mamá—Quiero saber que eres feliz.