Capitulo 26

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Cuando Santana le entregó los planos a Jake al día siguiente…después de haberlos ajustado una vez más…eran cerca de las dos de la tarde.

El almuerzo había sido verduras en una pita, apenas lo suficiente para hacer mella en su apetito. Se preguntaba si Brittany estaría interesada en una cena temprana.

Brittany se había ofrecido a recogerla, pero Santana realmente no creía que deberían buscar casas en un Mercedes. Estarían menos propensas a llamar la atención en su muy común camioneta blanca.

Tan pronto como se detuvo en la calzada de Brittany, Brittany salió por la puerta y se dirigió hacia ella.

Santana no pudo evitar la sonrisa en su rostro cuando sus ojos se encontraron. Esta vestimenta era la más informal que le había visto Brittany en quince años. Pantalones color caqui y mocasines y una blusa de seda azul que casi coincidía con el color de sus ojos…estaba tan hermosa como siempre.

—¿Estás segura que no quieres tomar mi coche?—preguntó Brittany antes de subirse.

—Temerosa de ser vista en mi camioneta ¿verdad?

—Por supuesto que no. De todos modos prefiero que tú conduzcas. De esa manera, podre mirar más—dijo con una sonrisa.

Santana arqueó una ceja y Brittany puso los ojos.

—Las casas—Brittany aclaró.

—Oh, ya veo—dijo con voz burlona—Hoy soy tu chofer.

—Sí. Entonces ¿dónde me llevas?

—Vamos a Lost Creek Lima. Hay un montón de casas bonitas. Algunas son...bueno, algo demasiado arrogantes para mí, pero puede que te gusten.

Brittany se echó a reír.

—¿Arrogantes?

—Lujosas.

La sonrisa de Brittany se desvaneció un poco.

—Quiero algo que se sienta como un hogar. El lugar de mis padres…la mansión…era más un museo que un hogar. Donde vivo ahora, la única vez que me sentí como en casa fue cuando Ashton estaba ahí—miró hacia otro lado—Incluso entonces, aún era tan estéril. Eso nunca ha cambiado.

—¿Qué estás buscando?

Brittany se volteó hacia ella.

—Algo normal. Sólo quiero...normal—dijo—No quiero ser atendida de pies a manos. No quiero comida caliente y en la mesa, esperando la hora apropiada de la cena—hizo una pausa—No sé cómo lavar la ropa—dijo—Y ya sabes que no puedo cocinar. Esas son dos cosas que quiero aprender a hacer.

—Sabes, le dije a mi mamá que habías nacido en la familia equivocada. Que todas las cosas que el nombre de tu familia y sus riquezas proporcionaban, eran todas las cosas que no querías.

—No conocía nada mejor, San. No hasta que llegaste a mi vida. Fue entonces cuando me enteré que no importaba lo que era mi nombre o cuánto dinero tenía, la felicidad no se puede comprar. Todas esas cosas dejaron de tener importancia cuando estaba contigo—Santana mantuvo sus ojos fijos en la carretera, temerosa de mirar a Brittany. Se sorprendió por su honestidad. Sólo deseaba que esas palabras hubieran sido dichas dieciséis años atrás. Ante su continuo silencio, Brittany aclaró la garganta—Lo siento, San.

Santana finalmente la miró.

—No hay nada que lamentar, Britt. Éramos unas niñas. Y no sabíamos qué demonios estábamos haciendo—miró nuevamente hacia la carretera—Entonces ¿tus padres no te han arrinconado todavía?

A los 17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora