Peso Pluma.

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CDMX 📍Octubre, 20245:34 pm❤️‍🔥💄💋Al filo del Deseo

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CDMX 📍
Octubre, 2024
5:34 pm
❤️‍🔥💄💋
Al filo del Deseo

La noche caía lentamente sobre la ciudad de México, las luces de los rascacielos brillaban como estrellas sobre el asfalto. Peso Pluma, o Hassan como lo llamaban sus amigos, estaba en el penthouse de uno de los edificios más exclusivos de la ciudad, preparándose para lo que debía ser una noche más de celebración después de un concierto exitoso. Pero esta noche no era como las demás. Algo más fuerte estaba en juego. Algo más que solo la euforia del público o el rugido de las guitarras.

Camila estaba en camino. Camila, la mujer que había transformado su vida de maneras que él jamás había anticipado. Ella no era como las demás, no era solo una cara bonita o una fan más. Camila había entrado en su vida como un torbellino, desafiando cada una de sus decisiones, haciéndolo cuestionarse si todo lo que había construido realmente valía la pena si no podía tenerla completamente. Su relación era intensa, pasional, y al borde del caos. Cuando estaban juntos, todo lo demás desaparecía; pero cuando estaban separados, las dudas, los celos y el fuego los consumían.

Esta noche era diferente. Habían discutido ferozmente antes del concierto, sus palabras se habían convertido en cuchillos lanzados en cada dirección. Las cosas habían quedado tensas, pero a pesar de todo, Hassan la necesitaba. Había algo en la forma en que Camila lo miraba, como si viera a través de la fachada de Peso Pluma y llegara directamente a Hassan, el hombre real. La pasión entre ellos era innegable, y aunque sus palabras los separaban, el deseo los arrastraba de vuelta, siempre.

El sonido del elevador interrumpió sus pensamientos. Ella había llegado.

Hassan sintió un nudo en el estómago, esa mezcla de excitación y tensión que siempre aparecía cuando estaba cerca de ella. Se miró una última vez en el espejo, ajustó su chaqueta de cuero y salió a recibirla.

Cuando la puerta del elevador se abrió, Camila estaba ahí, tan imponente como siempre. Sus ojos lo buscaron de inmediato, llenos de una mezcla de desafío y deseo. Llevaba un vestido negro que abrazaba su figura, destacando cada curva, cada parte de ella que Hassan había aprendido a desear con un hambre casi incontrolable. El aire en la habitación pareció volverse más denso, cargado de algo que ambos sabían que estaba a punto de explotar.

—Viniste —dijo él, con un tono más bajo de lo que pretendía. Su voz traicionaba la calma que intentaba mantener.

—Claro que vine —respondió Camila, con esa voz suya que siempre lo desarmaba—. Pero no para quedarme callada.

Había fuego en sus ojos, una furia que solo hacía que Hassan la deseara más. Camila no era de las que se dejaban dominar, y eso lo volvía loco. Cada palabra que decía, cada mirada que le lanzaba, lo empujaba al límite. Habían discutido antes, pero ahora, en este momento, el deseo superaba cualquier resentimiento.

—Camila... —empezó a decir, dando un paso hacia ella, pero antes de que pudiera continuar, ella lo interrumpió.

—No, Hassan. No pienses que todo se arregla solo porque soy yo la que viene aquí. No después de lo que dijiste.

Se acercó a él con pasos decididos, hasta que quedaron a solo unos centímetros de distancia. Podía sentir su respiración, y el calor entre ellos era palpable. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, y el mundo a su alrededor pareció desaparecer.

—¿De verdad crees que puedes jugar conmigo así? -susurró Camila, con una mezcla de rabia y deseo en su voz—. ¿Crees que puedes decir lo que quieras y que yo voy a seguir aquí, como si nada?

Hassan no pudo responder. Sus palabras lo atravesaban como dagas, pero también había algo en ellas que encendía un fuego dentro de él. Sabía que estaban en una delgada línea entre el odio y el deseo, y en ese momento, decidió cruzarla.

Sin decir nada más, la tomó por la cintura con firmeza, tirando de ella hacia él. El contacto fue eléctrico. Los labios de Camila se separaron por la sorpresa, pero antes de que pudiera resistirse, Hassan la besó con una intensidad que lo dejó sin aliento. Fue un beso furioso, cargado de todo lo que habían acumulado esa noche: la rabia, la frustración, el deseo reprimido.

Camila respondió con la misma fuerza, sus manos agarraron la chaqueta de Hassan y lo acercaron más. El fuego entre ellos ardía con más intensidad que nunca. Los besos eran profundos, desesperados, como si intentaran resolver todo lo que no podían decir con palabras. Las manos de Hassan recorrieron la espalda de Camila, sintiendo cada curva, cada parte de su piel que había aprendido a adorar.

Se movieron juntos por la habitación, tropezando con muebles, sin dejar de besarse, sin soltar el control que parecía desvanecerse con cada segundo. Camila lo empujó contra una pared, su respiración agitada y sus ojos fijos en los de él.

—No creas que esto cambia lo que pasó —murmuró ella, aunque sus manos ya estaban acariciando su cuello, sus labios rozando los de él otra vez.

Hassan la miró a los ojos, jadeando ligeramente, sintiendo el calor que los envolvía.

—No cambia nada, pero tampoco puedo dejar de desearte —dijo él con sinceridad, sabiendo que en ese momento, no había vuelta atrás.

La respuesta de Camila fue inmediata.
Sus cuerpos se unieron en un choque de emociones, entrelazando el deseo con la furia. Lo que había comenzado como una discusión, como un campo de batalla, se transformó en un encuentro pasional que quemaba más que cualquier palabra que hubieran intercambiado. Era puro fuego, incontrolable y salvaje.

Cuando finalmente el silencio llenó la habitación, y sus cuerpos quedaron exhaustos, Hassan la sostuvo contra su pecho, aún sintiendo el calor que compartían. Sabía que todo seguía siendo complicado, que la intensidad de su relación no iba a desaparecer de la noche a la mañana. Pero en ese momento, mientras Camila descansaba a sulado, supo que, a pesar de todo, no podía dejarla ir.

—Esto no termina aquí —susurró Camila, con los ojos cerrados, aún entrelazada con él.

Hassan sonrió ligeramente, acariciando su cabello con suavidad.

—No, no termina aquí —murmuró, sabiendo que, por más difícil que fuera, siempre volverían a encontrarse en esa tormenta de deseo y pasión.













—No, no termina aquí —murmuró, sabiendo que, por más difícil que fuera, siempre volverían a encontrarse en esa tormenta de deseo y pasión

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