Alfredo Guzman.

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Culiacán, Sin 📍Julio, 2024 2:56 pm💥🎭🚔Traición en la Sangre

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Culiacán, Sin 📍
Julio, 2024
2:56 pm
💥🎭🚔
Traición en la Sangre

La brisa cálida de Culiacán soplaba suavemente, haciendo que las cortinas blancas de la habitación se balancearan lentamente. Ismary Zambada estaba sentada en el borde de su cama, con el teléfono en la mano, mirando la pantalla con una mezcla de incredulidad y dolor. Lo que acababa de leer no podía ser cierto. La noticia que circulaba por los canales internos de su familia, las palabras que había escuchado susurrar a sus hermanos y a los hombres de confianza de su padre, Ismael Zambada, eran como un golpe directo al pecho.

Alfredo Guzmán, el hombre con quien había compartido los últimos meses, el hombre que había comenzado a significar más para ella de lo que se atrevía a admitir, estaba involucrado en la traición más grande que su familia jamás había sufrido.

Los rumores decían que Alfredo y sus hermanos habían entregado a su padre, el legendario Ismael "El Mayo" Zambada, a las autoridades. No podía entenderlo. ¿Cómo podía ser cierto?. La cabeza le daba vueltas, intentando procesar la información, pero el nudo en su garganta no la dejaba respirar.

El teléfono vibró en su mano, un mensaje de Alfredo. Su nombre apareció en la pantalla como un recordatorio cruel de todo lo que había sucedido entre ellos. Las noches compartidas, las conversaciones profundas, los momentos en los que él parecía ser el único que la entendía, ahora estaban manchados por la sombra de la traición.

"Tenemos que hablar. Ahora. Estoy afuera."

Ismary cerró los ojos con fuerza. Hablar. ¿Qué iba a decirle? ¿Que todo era una mentira? ¿Que él no había tenido nada que ver con lo que había sucedido? Pero en el fondo, algo en ella sabía que no podía ser tan simple. Las lealtades en el mundo en el que ambos vivían eran frágiles, siempre al borde de romperse. Y ahora todo estaba roto.

Se levantó lentamente, sintiendo cómo el peso de la situación la aplastaba. Se miró al espejo por un momento, viendo la expresión dura que había aprendido a poner desde niña. Pero esta vez, no era solo la hija del legendario Ismael Zambada quien se veía en el reflejo. Era una mujer traicionada.

Bajó las escaleras de su casa, su corazón latiendo con fuerza, sus pasos resonando en el suelo de mármol. Cuando abrió la puerta, allí estaba Alfredo, de pie frente a su camioneta, con la misma calma que siempre lo había caracterizado. Pero algo en sus ojos había cambiado. Ismary lo vio diferente, como si ahora fuera un extraño. Un traidor.

—Ismary —dijo él suavemente, dando un paso hacia ella.

—No te acerques —respondió ella, su voz firme, aunque el dolor le atravesaba el pecho—. Dime que lo que dicen no es cierto, Alfredo. Dime que tú no tienes nada que ver con esto.

Alfredo suspiró, sabiendo que no había una manera fácil de salir de aquello. La tensión entre ellos era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso. Sabía que no podía mentirle, pero tampoco podía decirle toda la verdad. No ahora.

—No es tan sencillo, Ismary. —Su voz era baja, casi un susurro—. Las cosas no son lo que parecen.

—¿No es tan sencillo? —repitió ella, su tono lleno de incredulidad y rabia—. ¡Entregaron a mi padre! ¡A mi padre, Alfredo! Tú y tus hermanos lo traicionaron. ¡Lo entregaron a la policía!

Las palabras salieron de su boca cargadas de odio, y la verdad en ellas le hizo un nudo en la garganta a Alfredo. Él no había tomado esa decisión, pero sabía más de lo que quería admitir. Y ahora, el precio de esa decisión lo estaba alcanzando, no solo a él, sino también a lo que sentía por Ismary.

—Ismary, por favor, escúchame... —intentó decir, pero ella lo interrumpió.

—¿Escucharte? ¿Para qué? ¿Para que me cuentes otra mentira? —Su voz estaba al borde de quebrarse—. Todo este tiempo... ¿qué significó para ti? ¿Era solo un juego? ¿Usarme para acercarte a mi familia?

Alfredo la miró, sus ojos oscuros llenos de emociones que no podía expresar. La realidad de su vida y de sus lealtades era complicada, más de lo que Ismary podría imaginar. Pero ahora, cualquier explicación parecía vacía frente a la verdad que ella había descubierto.

—Nunca fue un juego, Ismary —dijo, dando un paso más cerca de ella, aunque ella retrocedió—. Lo que siento por ti es real. Siempre lo fue.

—¿Y qué se supone que haga con eso, Alfredo? —preguntó ella, su voz temblando—. ¿Se supone que te crea después de lo que pasó? Después de que entregaste a mi padre, a mi familia... ¿Y ahora vienes aquí y me dices que lo que sientes es real?

Los ojos de Alfredo se endurecieron, su mandíbula apretada. Sabía que no había excusa para lo que había sucedido, pero también sabía que si no hacía algo, la perdería para siempre.

—Tu padre... sabía lo que estaba en juego. Esto no fue solo una traición. Hay cosas que no entiendes, Ismary.

Ismary lo miró fijamente, sintiendo que todo en lo que había creído se desmoronaba frente a ella. El hombre que había amado, el hombre con quien había compartido tanto, ahora era el mismo hombre que había destruido todo lo que ella consideraba sagrado.

—No me importa lo que justifiques, Alfredo —dijo finalmente, sus ojos llenos de lágrimas que se negaba a dejar caer—. Esto nunca te lo voy a perdonar.

Alfredo sintió como si el suelo se deslizara bajo sus pies. Había perdido algo más que la confianza de Ismary, había perdido la única cosa que realmente importaba más allá del poder, más allá del control. La había perdido a ella.

—Ismary, por favor... —comenzó a decir, pero las palabras murieron en sus labios cuando vio cómo ella cerraba la puerta frente a él.

El golpe seco resonó en la noche, dejándolo solo frente a la mansión de los Zambada, con la certeza de que lo que había hecho jamás podría ser reparado.

En ese instante, Alfredo Guzmán supo que, aunque había nacido en un mundo donde la lealtad era flexible y el poder lo era todo, había cosas que ni siquiera el poder podía comprar: el perdón y el amor de la mujer que ahora había perdido para siempre.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ━ CT, CH, TOYS Y MZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora