Peso Pluma.

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Guadalajara 📍Octubre, 2024 2:45 am🙄💄👀Sombras y Secretos

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Guadalajara 📍
Octubre, 2024
2:45 am
🙄💄👀
Sombras y Secretos

La noche en la ciudad de Guadalajara tenía un aire diferente. Las calles vibraban con la energía de una fiesta que parecía no tener fin, pero para Hassan, mejor conocido como Peso Pluma, el ambiente se sentía cargado de tensión. Algo andaba mal y lo sentía en cada fibra de su cuerpo. Las luces de neón del club reflejaban en sus lentes oscuros mientras miraba desde su mesa VIP, observando todo a su alrededor, pero con la mente fija en una sola persona: Isabella.

Desde que comenzaron a salir, Hassan había sentido una conexión especial con ella, algo diferente a lo que había experimentado antes. Isabella no era como las demás mujeres que lo rodeaban. Era directa, misteriosa, y lo desafiaba de maneras que otros no se atrevían. Y eso, por supuesto, lo volvía loco. Loco por ella, pero también loco de celos. No era alguien que lidiara bien con la idea de que otros hombres se acercaran a lo que consideraba suyo.

Esa noche, Isabella estaba en el club, pero no estaba con él. Había llegado antes, con un grupo de amigos, algo que a Hassan le había molestado desde el principio. Aunque sabía que debía confiar en ella, algo en su interior se retorcía cuando la veía hablar y reír con otros. ¿Quién era ese tipo que no dejaba de sonreírle? Esa pregunta le daba vueltas en la cabeza, y con cada minuto que pasaba, el enojo y los celos comenzaban a crecer.

Desde su mesa, observó cómo Isabella y su grupo se movían por la pista de baile. La música retumbaba, pero todo lo que Hassan podía escuchar era el eco de sus propios pensamientos: ¿Por qué se veía tan cómoda con él? ¿Por qué no había venido a saludarlo?.

—¿Todo bien, compa? —preguntó uno de sus amigos, notando la tensión en el rostro de Hassan.

—No —respondió él, sin apartar la vista de Isabella—. No todo está bien.

El amigo siguió su mirada y asintió con comprensión. Todos sabían cómo era Hassan cuando se trataba de Isabella. No toleraba competencia, y mucho menos la indiferencia.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, decidió que ya era suficiente. Se levantó de su asiento y caminó con paso firme hacia la pista de baile, ignorando los saludos de quienes lo reconocían. Tenía un solo objetivo en mente.

Cuando llegó hasta donde estaba Isabella, ella lo vio y sonrió, pero no fue la sonrisa que él esperaba. Había algo en su mirada que lo desconcertaba, una especie de desafío, como si ella supiera exactamente lo que estaba haciendo.

—¿Qué pasa, Hassan? —preguntó ella, con un tono juguetón, como si no notara la tensión en su rostro.

—¿Quién es ese? —preguntó él, señalando al hombre con quien había estado hablando toda la noche, ignorando su intento de desviar la conversación.

Isabella lo miró por un segundo, como si estuviera decidiendo cómo responder.

—Es solo un amigo —respondió finalmente, encogiéndose de hombros—. No tienes por qué ponerte así.

Solo un amigo. Esas palabras encendieron algo en Hassan. No era un hombre inseguro, pero cuando se trataba de Isabella, todo su control parecía desvanecerse. No le gustaba la manera en que ese tipo la miraba, no le gustaba que ella lo dejara acercarse tanto.

—No me gusta cómo te mira —dijo Hassan, su voz baja, pero cargada de enojo—. Y no me gusta que estés aquí, con él, como si yo no existiera.

Isabella lo miró fijamente, sus ojos brillando bajo las luces del club. En lugar de enojarse, sonrió, lo que solo aumentó la frustración de Hassan.

—¿De verdad, Hassan? —respondió ella, con una calma que lo desarmaba—. ¿Estás celoso? ¿Tú, el hombre que tiene a medio mundo siguiéndolo, estás molesto porque hablo con alguien?

Hassan apretó la mandíbula, tratando de mantener la compostura. No se trataba solo de celos. Era más profundo que eso. Era la sensación de que Isabella lo desafiaba constantemente, de que jugaba con sus emociones como si fueran un juego.

—No se trata de eso, Isabella —dijo él, tratando de explicarse, aunque sabía que sus palabras sonaban vacías—. Se trata de respeto. Se trata de saber que no quiero que estés con nadie más así.

Isabella dio un paso hacia él, acortando la distancia entre ambos. Su perfume lo envolvió, y por un momento, el ruido del club pareció desvanecerse.

—Hassan —dijo ella en un susurro—, ¿tú crees que todo gira alrededor de ti? ¿Que no puedo hablar con alguien sin que te pongas así? Tal vez deberías preguntarte por qué te afecta tanto.

Esas palabras lo golpearon fuerte. Ella siempre había tenido esa habilidad de ponerlo en jaque, de hacer que cuestionara cosas que nunca había considerado antes. Pero eso no calmaba la rabia que sentía en ese momento.

—Me afecta porque te quiero solo para mí —respondió él, sin rodeos.

El silencio entre ellos se volvió más pesado. Isabella lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y algo más, algo que Hassan no podía descifrar completamente.

—Y eso es justo lo que no puedes tener, Hassan —dijo finalmente ella, con una sonrisa enigmática—. No soy de nadie.

Esas palabras lo dejaron sin aliento. El fuego de los celos se mezclaba con el desconcierto. Isabella, siempre tan misteriosa, siempre tan difícil de leer. Ella no era como las demás, nunca lo había sido, y tal vez eso era lo que más lo atraía y lo enfurecía al mismo tiempo.

Sin saber qué más decir, Hassan la tomó por la cintura, atrayéndola hacia él. La quería tan desesperadamente, pero al mismo tiempo, sabía que nunca podría controlarla. Ella era un misterio, uno que lo volvía loco de deseo, de celos, de frustración.

—No me importa lo que digas —susurró él, inclinándose hacia su oído—. Esta noche, eres mía.

Isabella lo miró de nuevo, y aunque su sonrisa no desapareció del todo, en sus ojos había algo diferente. Una chispa que lo retaba, que lo desafiaba a seguir adelante.

—Si crees que puedes tenerme, Hassan —murmuró ella, con esa voz que lo desarmaba—, entonces demuéstralo.

El desafío estaba planteado, y aunque sabía que nunca podría poseerla por completo, Hassan estaba dispuesto a intentarlo. Porque, en el fondo, sabía que no importaba cuántos hombres la rodearan o cuánto lo desafiara, Isabella siempre sería su obsesión.

Y esa noche, bajo las luces brillantes del club, entre el deseo, los celos y el misterio, Hassan supo que su relación con Isabella nunca sería simple. Pero, en el fondo, no lo quería de otra manera. El caos que ella traía a su vida era justo lo que lo mantenía despierto, alerta, vivo.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ━ CT, CH, TOYS Y MZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora