Serafin Zambada.

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Culiacán, Sinaloa 📍Enero, 20237:45 pm 🧩🫶🏻🤕Entre Sombras y Sentimientos

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Culiacán, Sinaloa 📍
Enero, 2023
7:45 pm
🧩🫶🏻🤕
Entre Sombras y Sentimientos

La brisa fresca de la noche soplaba suavemente sobre las colinas de Sinaloa, donde Serafín Zambada, el hijo menor de Ismael "El Mayo" Zambada, estaba sentado solo en la terraza de una de las propiedades de la familia. Había algo diferente en el aire esa noche, algo que lo tenía intranquilo. Miraba las luces de la ciudad a lo lejos, pero su mente estaba en otro lugar, un lugar donde las dudas y los sentimientos que nunca había expresado lo mantenían en un estado de confusión.

Serafín siempre había sido el hijo más discreto, el que prefería mantenerse fuera del foco. Su vida, aunque siempre rodeada de lujos y poder, había estado marcada por la sombra de su padre y sus hermanos mayores. Pero no era solo la presión de llevar el apellido Zambada lo que lo tenía así; había algo más, algo que no podía explicar fácilmente.

Mariana, la mujer con quien había compartido los últimos años de su vida, se había convertido en su refugio. Era lo único en su mundo que lo hacía sentir algo más que la frialdad de los negocios y las tensiones familiares. Con ella, Serafín había descubierto un lado más suave de sí mismo, uno que no mostraba a los demás. Pero últimamente, las cosas entre ellos habían cambiado, y esa noche, mientras se sentaba bajo el cielo estrellado, no podía dejar de pensar en la conversación que habían tenido esa misma mañana.

—Serafín, siento que te estás alejando de mí —había dicho Mariana, con esa voz suave pero firme que lo desarmaba cada vez.

—No me estoy alejando, solo... hay muchas cosas en mi cabeza, muchas cosas que no puedo contarte —había respondido él, tratando de ocultar la confusión que sentía por dentro.

Pero sabía que no era solo eso. La distancia que estaba poniendo entre ellos no tenía que ver con los negocios de su familia ni con la vida peligrosa que llevaba. Era algo más profundo, algo que no había querido admitir ni siquiera para sí mismo. Estaba asustado. Asustado de lo que Mariana representaba para él, asustado de lo que significaba sentir algo tan fuerte por alguien en un mundo donde los sentimientos eran vistos como una debilidad.

Mientras pensaba en todo eso, su teléfono vibró en su bolsillo. Lo sacó, viendo el nombre de Mariana en la pantalla. Por un segundo, dudó en contestar. No quería volver a tener esa conversación, no quería enfrentarse a sus propias emociones, pero algo en su pecho le dijo que debía hacerlo.

—¿Sí? —respondió con una voz más suave de lo que esperaba.

—Necesitamos hablar —dijo ella al otro lado de la línea, sin preámbulos.

Serafín se quedó en silencio por un momento. Había esperado esa llamada, pero ahora que estaba sucediendo, no sabía qué decir.

—Está bien. Ven a la casa —dijo finalmente, sabiendo que no podía seguir evitando lo inevitable.

Media hora después, Mariana llegó. Su mirada lo decía todo: estaba cansada de las excusas, de la falta de respuestas, pero también estaba llena de algo que Serafín no quería perder. Amor. A pesar de todo, ella seguía allí, dispuesta a luchar por él, incluso cuando él mismo no sabía si podía ofrecerle lo que merecía.

Mariana se acercó a la terraza, donde él seguía sentado, y se quedó de pie frente a él. El silencio entre ellos era denso, cargado de cosas no dichas.

—Serafín —comenzó ella, rompiendo el silencio—, ya no puedo más con esto. Necesito saber si estás conmigo o si estás perdiéndote en ese mundo que tanto te consume.

Él la miró, con el ceño ligeramente fruncido, sintiendo cómo su corazón comenzaba a latir más rápido. No quería perderla, pero también sabía que no podía ofrecerle una vida tranquila, una vida normal. ¿Qué futuro podrían tener juntos, cuando él estaba destinado a vivir siempre en las sombras del poder y la violencia?

—No sé si puedo ser el hombre que necesitas —confesó finalmente, sus palabras saliendo con dificultad—. No sé si soy capaz de darte lo que mereces.

Mariana lo miró con tristeza, pero no con sorpresa. Sabía que él luchaba con esas dudas desde hace tiempo.

—No estoy pidiendo que seas perfecto, Serafín. Solo quiero que seas honesto conmigo —dijo ella, arrodillándose frente a él y tomando sus manos—. Sé que tu vida es complicada, pero yo no te pido que cambies eso. Solo quiero que seas sincero conmigo, que me dejes estar a tu lado, en los buenos y en los malos momentos.

Serafín sintió cómo la presión en su pecho se intensificaba. La quería, más de lo que nunca había querido a nadie, pero su vida estaba marcada por incertidumbres y peligros que no podía controlar. ¿Era justo para ella seguir en ese camino?

—No quiero hacerte daño, Mariana —dijo, su voz llena de sinceridad—. Te amo, pero tengo miedo de que este mundo termine destruyendo lo que tenemos.

Mariana lo miró a los ojos, y por un momento, el silencio fue todo lo que necesitaban.

—No me importa lo que venga, Serafín. Te amo por quien eres, no por lo que haces o el mundo en el que vives. Si estás dispuesto a luchar por esto, yo también lo estoy.

Esas palabras lo atravesaron. Nunca nadie había estado tan dispuesto a aceptarlo completamente, con sus sombras y sus secretos. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez no todo estaba perdido, que tal vez había algo más allá de las paredes que había construido a su alrededor.

—No sé cómo ser ese hombre, Mariana —confesó, su voz quebrándose ligeramente—. No sé cómo dejar que alguien entre en mi vida de esa manera.

Mariana sonrió, con una calidez que lo desarmó.

—No tienes que saberlo ahora. Lo único que importa es que lo intentemos juntos.

Serafín la miró, sintiendo por primera vez en mucho tiempo una mezcla de alivio y miedo. Alivio porque, tal vez, había encontrado a alguien que lo entendía en todos los niveles, y miedo porque sabía que estar con ella significaba abrirse completamente, algo que jamás había hecho con nadie.

—Te amo, Mariana —dijo finalmente, las palabras saliendo con más seguridad esta vez—. No sé qué va a pasar, pero quiero que estés a mi lado, incluso si el camino es complicado.

Mariana se inclinó y lo besó suavemente en los labios, como si ese gesto sellara una promesa entre ambos. Una promesa de amor, de lucha, de enfrentar lo que viniera, siempre juntos.

Y aunque el futuro seguía siendo incierto, esa noche, bajo el cielo estrellado, Serafín supo que había encontrado algo que valía la pena. Mariana era su ancla, su luz en medio de las sombras que siempre lo rodeaban. Y con ella, tal vez, solo tal vez, podría aprender a vivir una vida donde el amor no fuera una debilidad, sino una fuerza inquebrantable.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ━ CT, CH, TOYS Y MZ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora