Piyi.

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 Culiacán  📍Septiembre, 202411:36 pm💘🚫🔐Entre el Deber y el Corazón

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Culiacán  📍
Septiembre, 2024
11:36 pm
💘🚫🔐
Entre el Deber y el Corazón

Las luces de la mansión Guzmán brillaban intensamente en la noche de Culiacán, proyectando sombras en los jardines impecablemente cuidados. Piyi, el guardaespaldas de confianza de Iván Archivaldo Guzmán, recorría su ronda habitual, asegurándose de que todo estuviera en orden. El deber era su vida, y nunca había tenido problemas para cumplirlo. Pero desde que Cammy, la hermana de Iván, había regresado a la casa familiar, todo había cambiado.

Cammy era diferente. No solo porque era la hermana de Iván, sino porque ella despertaba algo en Piyi que lo confundía y lo emocionaba al mismo tiempo. A lo largo de los años, había sido testigo de todo tipo de situaciones peligrosas y tensas, pero ninguna lo ponía tan nervioso como estar cerca de ella.

Esa noche, mientras recorría el patio trasero, Piyi escuchó una risa suave, casi imperceptible, que provenía del jardín. Era Cammy. Su risa era ligera, como una melodía que lo atraía sin que él pudiera evitarlo. Ella estaba sentada en el columpio del árbol grande, una figura delicada entre la oscuridad, con su cabello oscuro cayendo en cascada sobre sus hombros.

—Piyi, siempre tan serio —dijo ella al notar su presencia, con una sonrisa juguetona en los labios—. ¿No te cansas de estar tan... rígido?

Su voz lo desarmaba cada vez. No había manera de mantenerse completamente enfocado en su trabajo cuando ella estaba cerca.

—Solo estoy haciendo mi trabajo, Cammy —respondió él, aunque sus palabras sonaban más rígidas de lo que quería.

Cammy lo miró fijamente por un momento, con esos ojos oscuros que siempre parecían verlo más allá de su apariencia dura de guardaespaldas.

—¿Solo tu trabajo? —repitió ella, como si no creyera en absoluto sus palabras—. Porque parece que cada vez que estás cerca de mí, te olvidas un poco de eso.

El corazón de Piyi dio un vuelco. Sabía que tenía que ser cauteloso. Cammy no era una mujer cualquiera, era la hermana de Iván. Una línea que no debía cruzar, pero que cada día se volvía más borrosa.

—Cammy, yo... —empezó a decir, pero ella lo interrumpió con una sonrisa tranquila.

—No tienes que explicarte, Piyi. Sé lo que significa para ti el deber, pero a veces, creo que olvidamos lo que realmente importa. —Se levantó del columpio y se acercó a él, cada paso que daba aumentaba la tensión en el aire.

Piyi no podía moverse. No porque no pudiera, sino porque no quería. Sabía que el espacio entre ellos se estaba reduciendo, pero el peso de lo que sentía lo tenía atrapado en ese lugar. Cada paso que ella daba lo hacía temblar por dentro, y eso era algo que ningún enemigo había logrado nunca.

—Cammy, sabes que no puedo... —comenzó a decir de nuevo, pero su voz se apagó cuando ella lo miró a los ojos, más cerca de lo que jamás habían estado.

—¿Por qué no, Piyi? —susurró ella, sus ojos brillando bajo la luz de la luna—. ¿Por qué sigues pretendiendo que no sientes nada?

Esa pregunta lo desarmó por completo. ¿Por qué había estado luchando contra lo que sentía? Sabía la respuesta. El deber, la lealtad a Iván, todo eso estaba por encima de cualquier emoción. Pero, al mismo tiempo, ¿qué pasaba con lo que él quería? Lo que él sentía. Durante demasiado tiempo, había ignorado ese aspecto de su vida. Y ahora, Cammy estaba ahí, en frente de él, pidiéndole que dejara de luchar.

—Porque no es lo correcto, Cammy —dijo finalmente, aunque incluso él podía escuchar la duda en su voz.

Cammy se acercó más, hasta que pudo sentir el suave aroma de su perfume envolviéndolo.

—A veces, lo correcto es lo que te hace feliz, Piyi —murmuró ella, con una suavidad que lo conmovió—. No lo que los demás esperan de ti.

Esas palabras lo atravesaron. Piyi siempre había vivido para los demás, para proteger a Iván, para cumplir con su deber. Pero, ¿cuándo había hecho algo por sí mismo? Cammy, con su dulzura y su fuerza, lo hacía replantearse todo.

—No quiero que esto termine mal, Cammy —dijo en voz baja, casi temiendo la respuesta.

Ella sonrió, una sonrisa cálida y serena que lo tranquilizó más de lo que había estado en mucho tiempo.

—No tiene por qué terminar mal, Piyi. Si hay algo entre nosotros, es porque ambos lo sentimos. Y lo que pase después... bueno, lo descubriremos juntos.

Las palabras de Cammy lo reconfortaron. Por primera vez en años, Piyi dejó de lado su papel de protector y permitió que sus propios sentimientos salieran a la superficie. Era un riesgo, sí, pero también lo era no hacer nada y vivir con el "qué hubiera pasado" siempre en la mente.

Sin pensarlo más, Piyi se acercó, envolviendo a Cammy en sus brazos, sintiendo cómo su mundo dejaba de girar por un momento. El deber y el amor podían coexistir, y en ese instante, supo que protegería no solo a Iván, sino también a Cammy, la mujer que le había robado el corazón.

Y mientras la noche avanzaba, en medio de las sombras del jardín, Piyi comprendió que algunos riesgos valen la pena.

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