Capítulo 12 - La fiesta

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Me senté frente a las cámaras, ajustando la almohada detrás de mi espalda mientras esperábamos que todo estuviera listo para la grabación. 

Hoy me tocaba grabar con Pedro y Fermín, y aunque me gustaba trabajar con ellos, había una tensión en el aire que me incomodaba. No podía evitarlo. Desde la última vez que tuvimos aquella discusión, no habíamos vuelto a dirigirnos la palabra.

Fermín, que como siempre estaba de buen humor, parecía notar que el ambiente estaba un poco tenso y con su habitual sonrisa, intentó romper el hielo.

—Oye, Ari, espero que estés lista bombardearnos con preguntas —dijo, levantando una ceja y dándole un codazo a Pedri—. Sabes que a Pedri le encanta hablar de su vida personal.

Pedri se cruzó de brazos y puso los ojos en blanco, aunque había una leve sonrisa en sus labios.

—Muy gracioso, hermano. Pero no creo que mi vida personal sea tan interesantes como para grabar un video sobre ella —respondió Pedri, tratando de sonar despreocupado, pero su mirada se desvió hacia mí, y eso hizo que el nudo en mi estómago se apretara aún más.

—No creo que la chica que estaba en casa el otro día opine lo miso — dije yo

La sala se quedó en silencio y Pedro me miró directamente a los ojos como si quisiera decir algo pero no le salieran las palabras. Aparté la mirada de el en cuanto pude, odiando el efecto que tenía en mi.

—Vamos, va, no hagamos esto más complicado de lo que ya es. — dijo Fermín — Lo que importa es que estamos aquí, listos para grabar. ¿Qué preguntas tienes, Ari?

Agradecí su intento de desviar la conversación, pero sentí que el ambiente seguía cargado. Me concentré en mi libreta de preguntas, intentando que las palabras se formaran en mi cabeza mientras luchaba contra el deseo de mirar a Pedri. Pero la curiosidad me ganó. 

Su expresión era difícil de leer, como si estuviera atrapado en un tira y afloja entre lo que quería decir y lo que se había callado.

—Eh, claro, preguntas —dije, tratando de mantener mi voz firme y neutral—. Primero, ¿Cómo os sentisteis el primer día que llegasteis al estadio? 

Ambos comenzaron a hablar, y aunque escuchaba atentamente, parte de mi mente seguía en la conversación que no habíamos tenido. La forma en que Pedri respondía a Fermín, la forma en que su risa resonaba en la habitación, me hacía sentir que había algo más bajo la superficie. 

La tensión que había sentido al principio no era solo por la discusión anterior; había algo más, algo que era incapaz de descifrar.

A medida que la grabación avanzaba, me percaté de que, a pesar de todo, había una química palpable en la sala. No solo entre Pedri y yo, sino también entre los tres. Las bromas de Fermín eran un alivio, un respiro en medio de la incomodidad. Sin embargo, cada vez que miraba a Pedri, sentía que el aire se espesaba.

Al llegar a la parte de las preguntas sobre la vida personal, mi corazón dio un vuelco. No quería preguntar nada que pudiera incomodar a Pedri, pero sabía que era inevitable. La tensión estaba ahí, en el aire, y no podía seguir ignorándola.

—Bien, pasemos a algo más personal —dije, intentando hacerlo con un tono ligero, aunque mi voz traicionaba mis nervios—. ¿Cuál ha sido el mayor reto en vuestra carrera hasta ahora?

Fermín empezó a responder con entusiasmo, pero no podía dejar de notar cómo Pedri me observaba de reojo. Había algo en su mirada, una mezcla de nerviosismo y preocupación, como si no estuviera seguro de cómo iba a reaccionar.

—Bueno, para mí fue la vez que... —comenzó a contar Fermín, y por un momento me dejé llevar por su historia. Pero, inevitablemente, volví a mirarlo, y allí estaba, Pedri, con su mirada fija en mí, su expresión aún confusa.

Siempre fuiste tú - Pedri GonzálezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora