Ari
Me revolví chocando contra algo duro y la sorpresa me hizo abrir los ojos de golpe ¿Qué cojones? ¿Por qué estoy durmiendo abrazada a Pedro en el sofá?
Entonces todos los recuerdos de la noche anterior cayeron sobre mi como si de una avalancha se tratara. El masaje, el beso, y como me quede acostada sobre el.
No podía evitar sonreír. No había tensión en el ambiente, solo una extraña calma que me hacía sentir como si lo que había pasado la noche anterior hubiera sido lo más natural del mundo
Agarré mi móvil para mirar la hora, suerte que era sábado y no trabajaba porque el reloj marcaba las diez de la mañana.
Me moví un poco, y Pedro resopló levemente antes de abrir los ojos. Se quedó mirándome, todavía medio dormido, con una sonrisa perezosa en los labios.
—Buenos días, rubia —murmuró con esa voz ronca de recién levantado que siempre me había gustado más de lo que estaba dispuesta a admitir.
—Buenos días, imbécil —le respondí, mi sonrisa creciendo sin quererlo.
Nos quedamos un par de segundos más en la misma posición, ninguno queriendo romper la tranquilidad del momento. El acarició mi mejilla con cuidado y yo me dejé hacer cerrando los ojos y disfrutando del contacto.
—Así que... —comenzó, y ya sabía que iba a decir alguna tontería—. ¿Cómo se siente despertar abrazada a mí?
Abrí los ojos encontrándome con los suyos mirándome divertidos
—Como dormir abrazada a un tronco—me burlé
Era mentira, dormir con el era probablemente de las mejores sensaciones del mundo.
—Pues sigues abrazada a este tronco
Era verdad, mis piernas seguían enroscadas con las suyas, mi cabeza apoyada en su pecho, y mis brazos alrededor de su cintura. Pero no me aparté, simplemente metí mi cabeza en el hueco de su cuello dejando ir un quejido.
Pedro se rio pero no me apartó sino que me abrazó más cerca de el dejándome un beso en el pelo. Había algo tan natural en esto, que casi sentía que lo hacíamos todos los días, pero es que quería disfrutarlo al máximo, porque una vez despertáramos de este sueño se venía una completa pesadilla
—¿Desayunamos? —preguntó, pasando una mano por su pelo despeinado, lo que lo hacía parecer aún más adorable.
Asentí, y el se levantó del sofá. Fue entonces que me di cuenta de que el había dormido sin camiseta, y mi mirada no pudo evitar recorrer todo su cuerpo de arriba a bajo prestando mucha atención a sus abdominales y brazo. Joder ¿Por qué tenía que estar tan bueno?
Se ve que no fui tan discreta como pensaba con mi análisis, porque escuché la risita de Pedro que implicaba que acababa de subirle el ego a otro nivel, si es era posible
—Si quieres te saco una foto y te la firmo—me chinchó
—Nah, prefiero verlo en vivo—respondí
¿Ari qué cojones? ¿En qué momento me había vuelto yo tan atrevida como para soltarle eso y quedarme tan ancha? Creo que Pedro también se quedó sorprendido pero una sonrisa traviesa se dibujo en su rostro mientras se acercaba a mi
—Eso no será un problema—y me besó
Mierda, otro beso, joder, esto se esta volviendo demasiado complicado. Aunque mi parte racional me decía que le apartara y no la liáramos más, mi parte rebelde me hizo enredar las manos en su pelo y acercarlo más a mi.
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Siempre fuiste tú - Pedri González
Romans-Ahora lo tengo claro - ¿El qué? - Siempre fuiste tu Ariadna Castillo siempre ha sentido que su vida está marcada por la sombra de Pedri González, el joven prodigio del fútbol del FC Barcelona. Criados en Tenerife, donde sus padres son los mejores a...