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—¿Otro evento, Nico? ¿Me estás jodiendo? —dije, con un tono de cansancio mezclado con enojo.

—No es cualquier evento, Iván. Es importante —respondió, su tono firme pero tranquilo—. La editorial quiere aprovechar el impulso que tenés ahora. El rumor con Rodrigo causó un montón de revuelo y este evento es una oportunidad para aprovecharlo. Vas a estar frente a un montón de cámaras y podes hacer una aparición junto a Rodrigo.

Me pasé una mano por el rostro, sintiendo la fatiga y estrés acumulados de los últimos días.

—¿Cuál es el plan ahora? —pregunté con sarcasmo—. ¿Una escena romántica en público? ¿Un beso para las cámaras?

Nico sonrió de lado, una sonrisa que no alcanzó sus ojos. Sabía que estaba cruzando una línea delicada que no debería, pero también sabía que, en el fondo, había una parte de mí que entendía la necesidad de jugar este juego.

—No tenemos porque exagerar, Iván. Solo necesitamos que te mostrés relajado, cómodo, como si todo este revuelo no te afectara. La idea es mantener a la gente hablando, pero de manera controlada. Una aparición casual con Rodrigo y listo. No tiene que ser nada forzado.

Me quedé en silencio, mirando a Nico, no me gustaba la idea de seguir alimentando ese rumor, pero la realidad era que mi carrera, mi éxito, parecían depender de estos pequeños trucos.

—Está bien —respondí finalmente, sintiéndome obligado —. Pero no voy a hacer de esto algo más grande de lo que ya es. En algún momento tiene que tener un límite.

Nico asintió, su expresión se suavizó, mostrando algo de empatía.

—Tranqui Iván. Solo un poco más de espectáculo y después podemos enfocar toda esa atención en tu trabajo, en lo que posta importa.

Me levanté, caminando hacia el ventanal de mi habitación y mirando hacia la ciudad.

—Espero que tengas razón, Nico —dije en voz baja, sin girarme hacia él—. Porque esto está empezando a desgastarme.

Aunque no lo estaba viendo, casi pude imaginarme a Nico soltar una pequeña sonrisa.

—¿Pudiste hablar con el manager de Rodrigo?— le pregunté, manteniendo mi mirada fija en el paisaje hacia la capital.

—Sí, hablé con él de mañana —respondió Nico—. Está de acuerdo. Hasta me dijo que a Rodrigo le divierte la idea. No tiene problema en hacerlo, lo ve como una oportunidad para los dos.

No me sorprendía. Rodrigo siempre había sido el tipo de persona que manejaba cualquier situación con facilidad, siempre sociable y cómodo bajo el público. Lo opuesto a mí en muchos aspectos. Esa seguridad, esa sonrisa fácil que nunca parecía desvanecerse, era algo que envidiaba a veces.

—Claro que sí... —murmuré, con una mezcla de sarcasmo y resignación.

—Va a ser fácil, Iván —insistió Nico—. Rodrigo no es de los que complican las cosas. Con él de tu lado, esto va a ser más fácil de lo que pensás.

—Eso espero. Porque ya sabes lo mucho que odio toda esta farsa.

Nico soltó un suspiro, quizás notando mi fatiga, pero mantuvo su tono profesional.

—Ya sé. Pero acordate que es temporal. Solo un par de eventos, un par de fotos, y después podemos soltarlo cuando quieras.

La idea seguía revolviéndose incómoda dentro de mí. Pero Rodrigo...por lo que conocía de él, me imaginaba que fuera capaz de hacer que todo esto pareciera más leve. Si alguien podía hacer que toda esta situación sea menos insoportable, era él.

—¿Puedo tener el número de Carrera?— le pregunté, al fin quitando mi mirada del ventanal y fijándola en Nicolás nuevamente.

Nico levantó una ceja, sorprendido de que finalmente diera ese paso.

—Obvio, te lo paso ahora mismo —dijo, sacando su teléfono rápidamente para buscar el contacto. Mientras lo hacía, me miró de reojo—. Sabía que terminarías viéndole el lado positivo.

No respondí. Aún no estaba seguro de si realmente había algo positivo en todo esto. Sentí el teléfono vibrar en mi bolsillo cuando el mensaje con el número de Rodrigo llegó. Lo miré por un segundo antes de volver a guardarlo.

—No es que le vea lo positivo —dije finalmente—. Solo quiero tener el control de cómo se desenvuelve todo esto.

Nico asintió, comprendiendo, pero no insistió más. En su cabeza, seguramente todo iba según lo planeado. Para mí, era un mal necesario.

—Rodrigo es fácil de llevar, Iván. Te vas a dar cuenta. Quizás hasta lo disfrutes más de lo que crees —comentó, con un tono tranquilizador.

Me limité a asentir, aunque seguía sin estar convencido. Rodrigo podía ser todo lo opuesto a mí, y tal vez eso era lo que hacía que este plan funcionara, pero aun así... la incomodidad seguía presente.

—Lo llamaré luego —murmuré—. Supongo que necesitamos coordinar lo que sigue.

Nico sonrió, satisfecho.

Entre escenas y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora