Entre escenas y letras

6

Después de un considerable tiempo, aún mantenía mi mirada fija en el contacto que Nicolás me había pasado horas antes, dudando si llamarlo o no. El número de Rodrigo Carrera estaba ahí, esperándome. Sabía que con esa llamada no solo estaba dando el primer paso para iniciar esta farsa, sino también aceptando todo lo que vendría con ella: los rumores, los eventos, las miradas, y sobre todo, la exposición pública de algo que ni siquiera era real.

Suspiré, sintiendo cómo una presión sutil se instalaba en mi pecho. Rodrigo seguramente tomaría esto como un juego. Para mí, en cambio, no era más que otro peso que me obligaban a cargar. No es que fuera difícil, pero la idea de fingir ser alguien que no soy siempre había sido lo que más me incomodaba. Aun así, la lógica me decía que  me permitiría decidir cuándo y cómo terminar con todo esto.

Mi dedo rozó la pantalla del teléfono, titubeando sobre el botón de llamada.

—Es solo una llamada —me dije en voz baja, como si eso fuera a calmar mis nervios.

Finalmente mi dedo pulsó la pantalla, tres largos tonos se hicieron presentes antes de escuchar una voz masculina al otro lado de la línea.

—Buenas noches, ¿quién habla? —La voz de Rodrigo sonaba sorprendentemente relajada, incluso a través del teléfono, como si ya estuviera esperando esta llamada.

Tomé aire antes de responder.

—Buenas noches, soy Iván. Iván Buhajeruk.

Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, seguido de una pequeña risa que sonó despreocupada, como si lo que estábamos por discutir fuera solo una conversación común y corriente.

—¡Iván! Por fin me llamas, pensé que nunca lo harías —dijo, su tono amigable y cálido—. Estaba esperando esta llamada. Mi manager me contó sobre el plan. ¿Cómo lo llevas?

Me mordí el labio al escuchar cómo Rodrigo tomaba la situación tan tranquilo. Claro, para él era casi un juego. Para mí, era otra cosa completamente distinta.

—Lo llevo... ¿bien, creo? —respondí, intentando sonar neutral, aunque estaba claro que Rodrigo podía percibir la tensión en mi voz.

—Es normal —continuó él, sin perder su optimismo—. No te preocupes, vamos a hacer que esto funcione. Aparte, ¿qué puede salir mal? Solo tenemos que pasarla bien, darles lo que quieren ver, y listo. Después cada uno sigue con su vida.

Rodrigo lo hacía sonar tan simple, y quizás para él lo era. Pero para mí, cada paso en esta dirección me alejaba un poco más de lo que alguna vez pensé que sería mi carrera.

—Sí, bueno... fácil de decirlo —murmuré.

—Iván, sé que te incomoda todo este rollo mediático, pero miralo de este modo: nos vamos a divertir un poco, y si algo sale mal, siempre podemos reírnos de ello. Te prometo que no lo voy a complicar. Estoy aquí para hacer que esto sea lo más sencillo posible —dijo Rodrigo, con un tono que transmitía seguridad.

Cerré los ojos, dejando que su confianza se filtrara en mí, aunque fuera por un segundo. Quizás, solo quizás, no sería tan terrible como lo imaginaba.

—Está bien. ¿Cuándo empezamos? —pregunté finalmente, dejando de lado mis dudas por el momento.

—Perfecto, ¿qué te parece este fin de semana? Hay un evento benéfico. Podríamos hacer nuestra primera aparición juntos ahí. Nada formal, solo algunas fotos, unas cuantas sonrisas, ya sabes —respondió, sin perder el entusiasmo.

—Este fin de semana... —repetí, más para mí que para él. No había vuelta atrás. Estaba a punto de dar el primer paso en esta farsa.

—Te veo entonces, Iván —dijo Rodrigo, con esa seguridad que a veces desearía tener—. Va a ser divertido, ya verás.

Colgué la llamada y solté un largo suspiro, mirando el teléfono como si fuera una puerta que acababa de cerrar detrás de mí.

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