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Al llegar a mi departamento, sentí el peso de la tensión aún en mi cuerpo, como si las paredes mismas estuvieran absorbiendo mi frustración. Me sentía mejor, si, pero sabía que debía hablar con Nico. Sabía que no podía dejar las cosas así, como si todo hubiera quedado en el aire. Me tiré en el sofá, sacudí la cabeza y, con el teléfono en la mano, me preparé para hacer la llamada.

Sabía lo que me esperaba, aunque no estaba seguro de qué esperar de él. Marqué su número y esperé unos segundos, sintiendo cómo mi estómago se retorcía un poco. La llamada fue contestada rápidamente.

—Iván... —dijo Nico con tono calmado, como si no hubiera pasado nada—. ¿Todo bien?

—¿Qué si todo bien?. —Solté una risa seca, más por la ironía que por otra cosa—. Yo.. si, ya sabes, todo genial...

Nico se quedó en silencio por un momento, seguramente esperando que le dijera algo más. No me gustaba la sensación de estar estancado, de no saber por dónde empezar.

—Escucha, Nico... —dije finalmente—. Quiero pedirte disculpas. En la mañana... te grité, me descontrolé. No debí haberlo hecho, y mucho menos irme sin más. La verdad es que... no sé, me sobrepasaron las cosas. Estaba cansado y solo necesitada desquitarme con alguien.

Hubo una pausa al otro lado de la línea. Nico suspiró, y aunque no lo vi, me imaginé que estaba pensativo, tal vez incluso preocupado.

—No te preocupes, Iván. Entiendo que estés agobiado —dijo en un tono suave, como si de repente se hubiera puesto en mi lugar—. Lo que pasa es que esto es más grande de lo que ambos esperábamos. Pero, mira, también me doy cuenta de que estuve presionándote mucho. Me equivoqué al no darme cuenta de lo difícil que debía ser para vos todo esto.

Me sorprendió un poco, honestamente. No era como si Nico estuviera acostumbrado a admitir sus errores. Siempre había sido de los que se mantenían firmes, casi como si su única preocupación fuera el "negocio". Así que escuchar una disculpa, aunque no la esperara, de alguna manera me alivió.

—Es difícil, Nico. No es lo que me imaginaba. No estoy acostumbrado a tener que hacer esto todo el tiempo, y mucho menos con alguien que... bueno, que apenas conozco —le dije, tratando de expresar la incomodidad que sentía con la situación, aunque no era fácil.

—Te entiendo —respondió él, con un tono más serio—. Si en algún momento te sientes tan mal que no lo quieres seguir, estás en todo tu derecho, Iván. No quiero que esto te afecte de manera tan negativa. Si prefieres dar un paso atrás y poner un freno, lo respetaré. Entiendo que no es fácil, y si eso es lo mejor para vos, estoy acá para apoyarte.

Eso me dejó sin palabras por un segundo. Nico, en lugar de seguir presionándome, ahora me estaba dando una salida, una opción para salir de la farsa si así lo deseaba.

—Lo aprecio... —respondí, bajando un poco la guardia—. Lo pensaré, pero necesito un poco de tiempo. La verdad es que esto me está afectando más de lo que pensaba.

Hubo otro silencio en el aire, pero esta vez no fue incómodo. Fue un espacio para que ambos pudiéramos procesar lo que acabábamos de decir.

—Está bien. —La voz de Nico sonaba más relajada, como si lo que acababa de decir también lo hubiera aliviado de alguna manera—. Si decides seguir adelante con todo esto, sabes que voy a estar aquí para que lo hagas lo mejor posible. Pero si te decides a ponerle fin, también lo voy a entender. No quiero que estés solo en esto, Iván.

La conversación me dejó con la cabeza más clara, y aunque no tenía la solución, sentía que al menos estaba escuchado. Era como si, al tener esta charla, de alguna manera me estaba permitiendo tomar el control, incluso si la decisión no era la que Nico quería.

Entre escenas y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora