Mi madre me llevó al aeropuerto con las ventanillas del coche bajadas. En Los Ángeles, el clima era cálido y el cielo de un azul despejado. Llevaba puesta mi chaqueta favorita, una que solo usaba en días especiales. La despedida no fue fácil, aunque intentaba ocultarlo. Mi equipaje de mano incluía una sudadera, algo que iba a necesitar apenas pusiera un pie en Beacon Hills.
Beacon Hills no es el tipo de lugar que uno elige para vivir. Es pequeño, lluvioso y siempre envuelto en un aire melancólico. Mi madre huyó de allí hace años, buscando luz y libertad. Ahora yo regresaba para vivir con mi padre, el sheriff Stilinski. No es que lo quisiera, pero necesitaba un cambio.
—No tienes que hacer esto, Stiles —insistió mi madre, por enésima vez, mientras me ayudaba con las maletas.
—Sí, mamá, lo sé. Pero quiero hacerlo —mentí. Sabía que no era muy bueno para mentir, pero ella parecía querer creerlo.Cuando el avión aterrizó en Beacon Hills, la llovizna cubría cada superficie y el frío se sentía en los huesos. Mi padre me esperaba en su patrulla, sonriendo con esa expresión torpe y sincera. Nos abrazamos, y aunque fue incómodo, hubo algo reconfortante en ese momento.
—Me alegra verte, hijo. Apenas has cambiado.
—Yo también me alegro de verte, papá. —Me esforcé en sonar convincente, aunque sabía que él notaría lo incómodo que estaba.Subimos las maletas al coche y él se encargó de llevarme a casa. El trayecto fue mayormente en silencio. Mi papá nunca ha sido de hablar mucho, y yo no tenía nada interesante que contar. Ya había hecho todos los arreglos para mi llegada: me inscribió en la escuela y me consiguió un Jeep viejo.
—Te compré un coche —dijo con una sonrisa, como esperando mi aprobación.
—¿En serio? ¿Qué coche?
—Es un Jeep Wrangler, lo compré a Billy, un viejo amigo. No es nuevo, pero funciona bien.No podía creerlo. Tener un coche propio, aunque viejo, era un buen comienzo.
—¡Me encanta! Gracias, papá. —Por primera vez en mucho tiempo, mi sonrisa fue sincera.
Llegamos a la casa que recordaba tan bien de mis visitas de verano: pequeña, acogedora y sin cambios aparentes. Subí mis cosas a mi habitación y, aunque el ambiente me resultaba familiar, me sentía como un extraño. El cuarto tenía paredes azules, una mecedora en el rincón y un viejo escritorio con un computador de segunda mano, cortesía de mi madre.
El primer día de clases llegó con una niebla espesa que envolvía todo el pueblo. Me puse mi sudadera más gruesa y conduje mi Jeep hasta la escuela. Apenas crucé el estacionamiento, sentí todas las miradas sobre mí. Ser el chico nuevo en un lugar tan pequeño no es algo que pase desapercibido.
Entré a la oficina principal para recoger mi horario. La recepcionista me dio una sonrisa amable y me explicó cómo llegar a cada clase, señalando el camino en un mapa. Salí de la oficina con una mezcla de ansiedad y resignación, tratando de no pensar en lo que me esperaba.
La primera parte de la mañana fue tranquila, aunque incómoda. Los profesores me presentaron en cada clase, y aunque intenté ser amable, me costaba conectar con los demás. Durante el almuerzo, conocí a algunos compañeros, entre ellos Scott McCall, un chico amigable con una energía inusual. Me invitó a sentarme con él y su grupo en la cafetería.
Fue en ese momento cuando los vi por primera vez: los Hale. Se sentaban juntos en una mesa al fondo del comedor, alejados del resto de los estudiantes. Eran cinco, pero mi atención se centró en uno de ellos: Derek Hale. Su aspecto era intimidante, con una expresión fría y distante. No hablaba con nadie, y sus ojos verdes oscuros parecían atravesar todo a su alrededor.
—¿Quiénes son ellos? —pregunté a Scott, sin poder apartar la mirada de Derek.
—Son los Hale. Mejor mantente alejado de ellos, especialmente de Derek —me advirtió Scott.
—¿Por qué? —pregunté, sin entender la advertencia.
—Confía en mí, es complicado. Solo... no te acerques mucho.Sentí una extraña atracción hacia Derek, como si algo en él fuera diferente a todo lo que había visto antes. Sin embargo, también había algo peligroso en su forma de ser, como si ocultara un secreto oscuro.
La siguiente clase fue biología, y para mi sorpresa, el único asiento libre estaba junto a Derek. Me acerqué con cautela y tomé asiento. En cuanto me senté, Derek se tensó, como si mi presencia le resultara insoportable. Se inclinó hacia atrás, alejándose de mí lo más posible.
—No deberías estar aquí —murmuró en voz baja, sin mirarme directamente.
—No es como si tuviera otra opción —respondí, sintiendo una mezcla de frustración y curiosidad.Durante toda la clase, Derek mantuvo su cuerpo rígido, como si estuviera conteniendo algo. No pude evitar mirarlo de reojo varias veces, intrigado por su comportamiento. Era evidente que algo en mí lo afectaba, pero no sabía qué.
Cuando la clase terminó, Derek salió rápidamente del aula sin decir una palabra. Me quedé sentado por unos segundos, intentando procesar lo que acababa de suceder. ¿Por qué parecía tan molesto conmigo?
El resto del día transcurrió sin mayores incidentes, aunque no podía dejar de pensar en Derek. Había algo en él que me intrigaba profundamente, aunque no podía explicarlo. Scott me acompañó de regreso al estacionamiento y me preguntó cómo había sido mi día.
—Interesante —dije, pensando en Derek.
—¿Interesante cómo? —preguntó Scott, mirándome con preocupación.
—Nada... Solo conocí a alguien peculiar.Scott me lanzó una mirada de advertencia, pero no dijo nada más. Subí a mi Jeep y conduje de regreso a casa, con la sensación de que mi vida en Beacon Hills estaba a punto de volverse mucho más complicada.
________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________Voy a reacer todo porque siento que faltaba mas a esta historia y lo que tengo no me termina de convencer...
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Beacon Hills
FanfictionNunca pensé mucho en cómo moriría... a menos que contaras mis múltiples intentos de meterme en problemas sobrenaturales. Pero, si debía morir enfrentando a una amenaza mística o algún monstruo de Beacon Hills, creo que al menos tendría una buena his...