El Amanecer de un Nuevo Comienzo

22 7 0
                                    


El sol estaba saliendo lentamente, bañando el bosque en tonos dorados y anaranjados. Habíamos sobrevivido. La lucha había sido brutal, y aunque habíamos logrado escapar, las cicatrices—tanto físicas como emocionales—quedarían con nosotros para siempre.

Derek estaba apoyado contra un árbol, con el brazo sobre mi hombro mientras lo ayudaba a mantenerse en pie. La herida en su costado seguía sangrando, pero él se negaba a mostrar cualquier signo de debilidad. Era terco hasta el final.

—Tienes que descansar —dije, rompiendo el silencio que había caído entre nosotros desde que dejamos las ruinas.

Derek me lanzó una mirada, con una mezcla de irritación y afecto.
—Estoy bien.

—No lo estás. —No pude evitar que mi voz sonara más dura de lo que pretendía. —Deja de intentar cargarlo todo tú solo, Derek. No tienes que hacerlo.

Por un momento, sus ojos reflejaron algo diferente: vulnerabilidad. Finalmente, asintió con un suspiro, dejándose caer con cuidado en el suelo cubierto de hojas.

Scott apareció poco después, con el rostro cubierto de suciedad y un corte en la mejilla, pero vivo.
—He revisado los alrededores. Parece que los cazadores se han retirado por ahora. Tenemos algo de tiempo.

El alivio fue palpable. Por primera vez en días, sentí que podía respirar.

—¿Y ahora qué? —pregunté, mirando a Derek. Había liderado cada paso hasta aquí, y ahora dependíamos de él para saber qué hacer.

Derek levantó la mirada hacia el cielo, como si buscara una respuesta en los árboles.
—Ahora... descansamos. Y después, decidimos cómo terminar con esto.

La determinación en su voz era inquebrantable, pero había algo más, algo más humano. Era como si finalmente aceptara que no estaba solo en esta lucha.

Scott se alejó para darnos un poco de privacidad, entendiendo que había cosas que necesitábamos decirnos. Me senté junto a Derek, observando cómo la luz del sol iluminaba su rostro, resaltando cada línea de cansancio y fuerza.

—No tienes que enfrentarte a todo tú solo, Derek —dije en voz baja, rompiendo el silencio. —Lo sabes, ¿verdad?

Derek giró la cabeza hacia mí, y por un momento, su mirada fue más suave de lo que había sido nunca.
—No estoy acostumbrado a que alguien se quede.

—Bueno, tendrás que acostumbrarte —respondí con una sonrisa leve, aunque mi voz temblaba por la emoción. —Porque no pienso irme.

Derek dejó escapar una risa baja, algo entre incredulidad y alivio.
—Eres imposible, Stilinski.

—Lo sé. —Me acerqué un poco más, mi mano encontrando la suya. —Pero soy tu imposible.

Derek no respondió. En lugar de eso, entrelazó sus dedos con los míos. Ese simple gesto lo dijo todo: no estaba solo, y nunca lo estaría mientras yo estuviera allí.

El sol estaba completamente arriba ahora, iluminando el bosque y disipando las sombras que habían sido nuestro hogar durante tanto tiempo. Había algo esperanzador en esa luz, una promesa de que las cosas podían mejorar.

Derek me miró de nuevo, y en sus ojos vi algo que me dejó sin aliento: confianza.
—Gracias, Stiles. Por quedarte.

—Siempre —respondí, y en ese momento supe que no importaba lo que viniera después. Teníamos algo por lo que luchar, algo que valía la pena proteger.

Scott volvió poco después, interrumpiendo nuestro momento con una sonrisa cansada.
—Hay un arroyo cerca. Podríamos limpiar las heridas y... planear qué sigue.

Derek asintió lentamente, pero antes de levantarse, me lanzó una última mirada, una que prometía que esto era solo el comienzo. De nosotros. De nuestra lucha. De algo más grande.

Mientras nos movíamos hacia el arroyo, el bosque parecía menos amenazante, como si el amanecer hubiera traído algo más que luz. Había esperanza.

Porque ahora, no estábamos huyendo. Estábamos avanzando.

Beacon HillsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora