No sabía cómo explicar lo que sentía. Beacon Hills tenía una forma extraña de apoderarse de ti, de hacer que las cosas más simples parecieran parte de un gran rompecabezas. Derek Hale estaba en el centro de ese rompecabezas, y la sensación de que algo grande se aproximaba no me dejaba en paz.
Mis sueños no eran mejores. Cada vez que cerraba los ojos, veía imágenes confusas: un bosque cubierto de niebla, ojos brillantes observándome desde la oscuridad, colmillos ensangrentados y una figura imponente acercándose lentamente... Derek. Siempre Derek. Me despertaba sobresaltado, con el corazón latiendo con fuerza y el sudor frío pegado a mi piel.
Algo iba a suceder. Lo sabía. Lo sentía.
La mañana siguiente en la escuela fue más extraña de lo habitual. Scott McCall estaba inquieto, lanzando miradas nerviosas hacia las ventanas, como si esperara que alguien o algo apareciera de un momento a otro.
—¿McCall? —le pregunté, apoyándome en su casillero. —¿Vas a contarme finalmente qué demonios está pasando o prefieres seguir actuando como si nada?
Scott suspiró y se pasó una mano por el cabello desordenado.
—Hay cosas que no debería decirte, Stiles. Esto es más grande de lo que crees.—Déjate de misterios, Scott. Ya sé lo de Derek. Sé que es un vampiro.
Scott se quedó inmóvil por un momento, como si esas palabras le hubieran quitado todo el aliento.
—¿Lo sabes?—Sí. Y sé que tú eres un hombre lobo. Lo único que no sé es por qué Beacon Hills parece el set de una película de terror y por qué todos insisten en que me mantenga alejado.
Scott apretó los labios, claramente en conflicto. Finalmente, murmuró:
—Porque nadie que se acerca a Derek termina bien.Más tarde, en la cafetería, traté de ignorar los murmullos y concentrarme en la comida, pero mis ojos seguían buscando la mesa de los Hale. No pude evitar sentir una punzada de decepción al no ver a Derek allí. Su ausencia comenzaba a sentirse como una constante en mi vida.
Justo cuando me resignaba a pasar otro día sin verlo, Lydia Martin se sentó frente a mí, apartando un mechón de su cabello pelirrojo con elegancia.
—He notado que últimamente miras mucho hacia la mesa de los Hale —dijo con su característico tono burlón.
—¿Y qué si lo hago? —pregunté, fingiendo indiferencia.Lydia sonrió, pero había algo calculador en su mirada.
—Solo ten cuidado, Stilinski. Hay cosas sobre ellos que ni siquiera tú podrías manejar.Antes de que pudiera responder, Derek Hale entró en la cafetería. El aire pareció volverse más denso, como si la simple presencia de Derek alterara todo a su alrededor. Su mirada me encontró al instante, y una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. No importaba cuánto intentara evitarlo; había algo en él que me atraía de una forma que no podía explicar.
Derek se acercó a mi mesa, ignorando por completo las miradas curiosas que atraía. Lydia se levantó con una sonrisa maliciosa y nos dejó solos, como si hubiera planeado ese momento desde el principio.
—Necesitamos hablar —dijo Derek, con esa voz baja y grave que parecía resonar en mi pecho.
—¿Ahora quieres hablar? ¿Después de todas tus advertencias? —repliqué, tratando de sonar más confiado de lo que me sentía.
Derek se inclinó ligeramente hacia mí, su mirada fija y penetrante.
—Estás en peligro, Stiles. Y si sigues acercándote, no podré protegerte.Mi corazón latía con fuerza, pero me negaba a retroceder.
—No necesito que me protejas, Derek. Necesito respuestas.Derek apretó la mandíbula, como si debatiera internamente. Finalmente, murmuró:
—Hay cosas en Beacon Hills que no deberían despertar. Y tú estás más cerca de ellas de lo que crees.Antes de que pudiera responder, Scott apareció de la nada, interponiéndose entre nosotros como un muro protector.
—Déjalo en paz, Derek —gruñó, su tono amenazante.Derek soltó un suspiro y dio un paso atrás, pero no antes de lanzarme una última advertencia.
—No juegues con fuego, Stilinski. Te vas a quemar.Y con eso, se dio la vuelta y salió de la cafetería, dejándome con más preguntas que respuestas. La sensación de peligro era innegable, pero también lo era la atracción que sentía hacia él.
Esa noche, me tumbé en la cama mirando al techo, incapaz de encontrar paz. Las palabras de Derek resonaban en mi mente, y la expresión preocupada de Scott no hacía más que confirmar que estaba metido en algo grande.
Beacon Hills no era un lugar seguro. Y yo estaba justo en medio del peligro.
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Beacon Hills
FanficNunca pensé mucho en cómo moriría... a menos que contaras mis múltiples intentos de meterme en problemas sobrenaturales. Pero, si debía morir enfrentando a una amenaza mística o algún monstruo de Beacon Hills, creo que al menos tendría una buena his...